Las promesas al FMI y la negociación en el Congreso, caras de una sola moneda
Javier Milei está a punto de cumplir un mes de gestión. Y en estas cuatro semanas no solo se propuso cambiar de raíz una innumerable cantidad de reglas de juego, sino también la lógica con la que la política discutía estas reformas. Por eso cuesta interpretar fielmente sus gestos. Los canales de comunicación con el sector privado son acotados y por eso las expectativas hoy están en un punto raro: pasaron del optimismo inicial a la incertidumbre, básicamente porque los inversores comienzan a ver luces amarillas y se preguntan si hay que rechequear el rumbo.
El Presidente mandó ayer dos señales contundentes. La primera fue su afirmación de que no va a negociar la ley ómnibus con la oposición. La segunda, el respaldo a su principal negociador, Guillermo Francos, ministro del Interior. ¿Son declaraciones que chocan entre sí?
Javier Milei: «Si la inflación en diciembre es un 30% es un numerazo»
La respuesta es no. Milei aseguró que no tiene planes de negociar con el kirchnerismo, porque hoy no necesita su apoyo. Los votos que todavía le resultan esquivos con los de sus aliados, y con ellos sí hay canales de diálogo abierto, con Francos como coordinador, en sintonía con Martín Menem, Victoria Villarruel, Omar de Marchi y Oscar Zago, jefe de los diputados libertarios. El propósito de todos los involucrados, junto a los referentes legislativos del PRO y el peronismo no K, como Cristian Ritondo, Diego Santilli y Miguel Angel Pichetto es encontrar un «núcleo de coincidencias básicas». Si suena a menemismo (así se denominó en los ’90 a los puntos acordados entre el peronismo y la UCR para reformar la Constitución), no es una coincidencia. El objetivo es encapsular por lo menos 70% o 75% del articulado, renumerarlo y darle dictamen. El resto quedará para los tiempos ordinarios de debate del Congreso.
Luis Caputo necesita mostrarle al FMI que el capítulo fiscal de esa ley puede avanzar, porque de ese paso depende que se cumplan las promesas de déficit cero en 2024 que le hizo al organismo para reactivar el acuerdo.
Pero son estas dudas sobre cómo leer los avances y retrocesos del gobierno lo que crean errores no forzados, como sucedió con el Bopreal. Ahí el problema del equipo económico es que a las empresas no les cierra el instrumento propuesto para normalizar la deuda comercial. A las compañías extranjeras no les dejan tener bonos del Tesoro en su caja. Caputo, pese a ser un exbanquero experimentado, está dispuesto a insistir. Algo consiguió, pero poco, y el mercado le computa ese «poco» como un fracaso. El problema es que no vestir ese número como lo hace su jefe, que dijo que la inflación iba a ser 45% y que lograr 30% en diciembre (sabiendo que los privados auguran menos de 25%) es «un numerazo».
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