El Cronista @cronistacom: La provincia de Buenos Aires no es la Ciudad

La provincia de Buenos Aires no es la Ciudad

El importante triunfo obtenido por el oficialismo nacional en la Ciudad de Buenos Aires no debe proyectarse a la próxima elección bonaerense.

Es que se trata de dos distritos diferentes. Lo primero a observar es la estructura socioeconómica del conurbano bonaerense, donde viven dos tercios de los habitantes de la provincia y tiene un promedio de pobreza y desempleo superior al resto del país. En cuanto a la Ciudad de Buenos Aires, la estructura socioeconómica del conurbano es sensiblemente más baja que el promedio del distrito porteño.

La elección porteña del 18 de mayo dio pistas ciertas sobre ello. Las nueve comunas en las cuales ganó el candidato del PJ-K, Leandro Santoro, representan aproximadamente el tercio de la Ciudad con menor nivel socioeconómico. Es decir que la influencia del peronismo en los sectores más populares sigue siendo relevante.

Históricamente, la tercera sección electoral (la provincia está dividida en ocho) es la más grande por cantidad de votantes y en la que el peronismo suele sacar su porcentaje más alto. Por esta razón, Cristina Kirchner no descarta encabezar la lista a diputados provinciales en este distrito.

Cristina Kirchner

Todo esto hace que el tipo de estrategia que ha funcionado en la Ciudad pueda no hacerlo en el conurbano bonaerense.

En segundo lugar, la característica especial de la elección porteña fue que tres tercios compitieron por el triunfo, aunque finalmente uno de los tres quedó fuera de la polarización, el PRO. La elección bonaerense se plantea desde el inicio como una polarización entre dos fuerzas. Por un lado, la que responde a la ex presidente Cristina Kirchner y al actual gobernador, Axel Kicillof. Combinan al mismo tiempo la tradición peronista, que cumple ochenta años en 2025, con una falta de renovación de sus sectores «juveniles», cuyos representantes hoy ya promedian los cincuenta años. Son los que cantan la marcha peronista, pero agregándole un párrafo sobre los desaparecidos.

Es probable que el peronismo concurra unido a esta elección. El 9 de julio presentarán la alianza con otros partidos menores y diez días después las listas, lo que será un conflicto político de poder difícil de resolver, pero seguramente lo harán porque sería la única manera posible que tienen de ganar los comicios.

En cuanto a los seguidores de Javier Milei, se encuentran en un momento crítico: concretar o no la unidad con el PRO, que se encuentra debilitado y con posibilidades de disolución como estructura política nacional. El ex presidente Mauricio Macri pretende todavía un acuerdo entre dos partidos que preserve la entidad partidaria del PRO. El presidente Milei, por el contrario, viene desarrollando desde que llegó al poder otra estrategia: absorber votantes y dirigentes sin negociar con la cúpula de este partido. El ejemplo de ello es la afiliación de Patricia Bullrich a La Libertad Avanza: no se trata de «negociar».

En el ámbito de los intendentes del Gran Buenos Aires que son del PRO, como es el caso de los de Tres de Febrero y San Isidro, se está imponiendo la opción de la «absorción». El avance de La Libertad Avanza en los votantes y simpatizantes del PRO parece ya imparable. Los «operadores» de la Casa Rosada, conducidos por Karina Milei y Santiago Caputo, están acelerando esta estrategia, sumando no sólo intendentes sino también concejales.

Ello no impide que Milei tenga un gesto de cortesía con Macri en estos días, recibiéndolo, aunque sea inconducente en términos políticos.

Mientras tanto en la Cámara de Diputados de la Nación, que es donde el PRO tiene su mayor fuerza cuantitativa, Macri intenta neutralizar la estrategia de Milei, reclamando que en la provincia de Buenos Aires el voto no peronista se presente con dos sellos en conjunto: LLA+PRO. Aunque sus diputados nacionales comienzan a tomar el camino de La Libertad Avanza, Macri resiste y sostiene que por lo menos hasta fin de año Milei necesitará de él para gobernar.

Seguramente la del 7 de septiembre será una elección que concitará la atención de la política nacional y de quienes, desde el exterior, siguen la situación argentina. Un triunfo peronista aumentará las dudas de quienes todavía necesitan argumentos para convencerse de que el cambio político que representa Milei en Argentina es irreversible; en cambio, si se diera una victoria oficialista, ello serviría para demostrar lo contrario.

El apoyo del peronismo en los sectores más populares se mantiene firme, pero se ha debilitado por un cambio social. Años atrás, los sindicatos eran grandes organizaciones que encuadraban y representaban masivamente a los trabajadores en relación de dependencia. Ello ha cambiado hoy. La tasa de sindicalización se ha reducido y ha surgido el sector de trabajadores informales, sin vinculación con la estructura de los sindicatos. Este es el voto que puede captar Milei y que ya lo hizo en la segunda vuelta de la elección presidencial de 2023. Además, se trata de un segmento cuya relación con las organizaciones sociales (sindicatos, obras sociales, mutuales, cooperativas y movimientos sociales) es muy baja, e incluso en muchos casos nula. Su promedio de edad es sensiblemente más bajo que el de los trabajadores en relación de dependencia.

En cuanto al PRO, el éxito hoy sería mantener un sector que pudiera ser la tercera fuerza y por ello poner en riesgo el triunfo del oficialismo en la decisiva provincia de Buenos Aires. Se define más por lo negativo -impedir el triunfo de Milei- que por lo positivo -facilitar la polarización del actual votante de derecha-. Respecto al tercio del electorado bonaerense que no vive en el conurbano, y donde tiene una gran fuerza el campo, la tendencia a votar por Milei es mayoritaria, pese al reclamo insatisfecho de la eliminación de las retenciones.

El último jugador en este escenario electoral son los factores de poder económico, que intentan apoyar la polarización. Aunque no han tenido éxito hasta ahora, su objetivo será forzar a Macri a que desista de ser una opción a Milei.

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