La interna del peronismo que se dirime en silencio: por qué los candidatos apuestan por 2024
Este domingo se celebran las PASO en Santa Fe y en el peronismo local la pelea también fue fuerte: pero se llevó adelante con disimulo. No hubo acusaciones de alto voltaje como la de los protagonistas de la expresión santafesina de Juntos por el Cambio porque la puja es otra. Para el PJ, la sensación es que en esta interna se dirime quién queda al frente del partido en los próximos cuatro años y no el nombre del posible candidato a desembarcar en la Casa de Gobierno cuando finalice el mandato de Omar Perotti.
Un sector del peronismo ya dan por perdida la batalla. Más allá de la interna a cielo abierto que atraviesa el Frente de frentes, no prevén que eso podría jugarles a favor de cara al 10 de septiembre, cuando se celebran las generales. Dan por descontado que el nombre del próximo gobernador no sale de Carolina Losada o Maximiliano Pullaro.
En el peronismo consideran que ni siquiera el más competitivo de los cuatro candidatos del PJ que medirán fuerzas este domingo, Marcelo Lewandowski, tiene chances de suceder a Perotti.
Perotti, que no tiene posibilidad de pelear por un segundo mandato porque en su provincia no hay reelección, puso todas sus fichas a la Cámara de Diputados de la provincia. La dinámica santafesina es particular: allí, la lista de diputados que se impone se lleva 28 de los 50 escaños. Es decir, tiene mayoría propia.
El actual gobernador de Santa Fe apuesta a liderar el Legislativo y usarlo como una vidriera que dentro de cuatro años lo catapulte, una vez más, a la gobernación
Si su lista se impone, como confían en su entorno, Perotti se anotaría dos triunfos al hilo: 2019 y 2023. En cambio, si Lewandowski pierde, sería su segunda derrota consecutiva: hace cuatro años perdió contra Carolina Losada. Y en esta oportunidad perdería ante el Frente de frentes.
Esto le daría, al gobernador de Santa Fe, un motivo para plantársele al puñado de presidentes comunales que lo presionaron al filo del cierre de listas para que el candidato sea Lewandowski. Perotti ya tenía definido a su candidato: era su delfín, el diputado Roberto Mirabella.
Quienes conocen Perotti saben que al día siguiente de la derrota les dirá (palabras más, palabras menos) a ese mismo grupo de jefes comunales: «¿Vieron? Ustedes pusieron a este candidato y así nos fue».
Así, el rafaelino se «sacaría de encima» -al menos a eso apostaría- a su principal rival dentro del PJ. Ante este panorama, los incentivos del Gobernador para cargarse al hombro la campaña de Lewandowski, que lejos está de ser de su riñón, son nulos.
Lewandowski no fue al acto cierre de campaña de su espacio.
Una campaña desdibujada
Tan perdida dan la batalla (y tan poco le interesa a un sector del PJ motorizar a Lewandowski) que la campaña brilla por su ausencia. En los días previos a las PASO, Rosario se convirtió en una jungla de afiches, pero hay que recorrer varias cuadras hasta encontrar el rostro del exrelator de fútbol. Hasta sus otros tres rivales internos tienen mayor presencia en las calles que el actual senador nacional.
Desde el propio peronismo reconocen que la (poca) campaña que está haciendo el senador nacional es, encima, «poco clara». No tiene un mensaje contundente como el que llevó a ganar al rafaelino hace cuatro años: «Ahora la paz y el orden». Sus afiches muestran dos manos haciendo la «V» de victoria, que forman una «W». No saben bien qué quiere comunicar.
¿Otro dato? Lewandowski ni siquiera fue al acto cierre de campaña de su espacio. Argumentó que al día siguiente -el miércoles- debía madrugar para participar de la sesión del Senado que, por falta de quórum, naufragó.
En el entorno del relator de fútbol remarcaron que si bien era el cierre de campaña de los candidatos de su lista, el acto no había sido organizado por Lewandowski. Y, en tono de broma, remataron: «Está claro que no somos Perotti’s boys».
Al filo de las PASO, Lewandowski y Perotti ni siquiera quisieron mostrarse juntos. Así, quedó expuesta la interna peronista que tiene el foco puesto en el control del partido durante los próximos cuatro años en los que, todo indica, se encontrarán de nuevo en el llano.
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