La economía no necesita fábulas, sino datos y una gestión transparente
Los argentinos tienen por lo menos u$s 130.000 millones en el colchón o en cajas de seguridad, una cifra que refleja la mayor distorsión que muestra la economía argentina: la desconfianza. Esa cifra se multiplica por tres si se miden otro tipo de activos, como bonos, acciones o bienes inmuebles en EE.UU., Europa o Uruguay. ¿Hay alguna posibilidad de que ese caudal acumulado a lo largo de los años se transforme en ahorro puesto al servicio del desarrollo interno? Las chances para que eso ocurra son bajísimas, porque si hay algo que se erosiona más rápido que el poder de compra del peso es la credibilidad de los hacedores de política.
El episodio del Olivosgate despertó una reacción lineal muy negativa, pero en paralelo también acentuó el deterioro que ya tenía la palabra presidencial. Todos aquellos que no pudieron ver (o despedir) a sus seres queridos en la etapa dura de la cuarentena se sintieron defraudados por la foto del festejo en Olivos. Pero no fueron los únicos: los que tienen que tomar una decisión económica también quedaron atrapados por un sentimiento similar, porque en definitiva lo que mostró esa situación es que se hace difícil creerle a quien tiene que comprometer un rumbo de acción para que las cosas sucedan.
¿Cómo afectan estos hechos a la economía en el corto plazo? Causan un manto de incertidumbre que impide evaluar las acciones y las afirmaciones que hace el Gobierno, ya que lo que podía ser cierto hasta determinado momento, ahora se vuelve dudoso. La fábula del pastor mentiroso asoma detrás de cada discurso, echando sombra a todo.
La semana pasada el mercado bursátil, por ejemplo, reaccionó positivamente a datos en apariencia contradictorios. Uno anticipaba en acuerdo con el FMI más temprano que tarde, y otro advertía de un posible triunfo opositor en las elecciones, apuntalado por encuestas siempre borrosas. Uno jugaba a favor del Gobierno y otro en contra. En los dos casos las acciones subieron, lo que marca que nadie sabe bien qué pronostico creer.
La posibilidad de que exista una corrección cambiaria tras las elecciones también es parte de esta discusión. El mercado la considera inevitable, los funcionarios la niegan. Lo que genera la existencia de esta brecha (que es tan perjudicial como la del tipo de cambio) es un desalineamiento de las expectativas, y su resultado es siempre parecido: aumento del riesgo país, mayor dolarización de ahorros, menor incentivo a invertir y a contratar personal.
Si la desconfianza es lo que invita a comprar dólares y deshacerse de los pesos, para que ocurra lo contrario debe haber transparencia. En los números, en las políticas, en lo que se espera que suceda, ya sea a favor o en contra. La verdad es la primera política de Estado.
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