Fallas en la comunicación presidencial: los errores que desgastan la imagen de Alberto Fernández
Ya sea por diferencias internas, furcios verbales, desinteligencias, falta de profesionalismo o ausencia de planificación lo cierto es que el Gobierno desnudó en los últimos días graves fallas en la comunicación presidencial que en el mejor de los casos generan duras críticas de la oposición y en el escenario más grave despiertan incertidumbre en los mercados o de los inversores en la Argentina. Pero ante todo, los problemas de mensaje despiertan una conclusión inequívoca: la figura de Alberto Fernández quedó muchos más desdibujada.
La falta de una estrategia comunicacional bien definida se cristalizó a pleno en los últimos 15 días con deslices que fueron expuestos desde Alberto Fernández hasta secretarios de Estado pasando por varios ministros.
En la Casa Rosada admiten que los problemas que hoy tiene la Argentina no son sólo económicos sino que muchas veces el verdadero inconveniente pasa por la ausencia de un mensaje claro de lo que se quiere transmitir y en cómo hacerlo bien.
La llegada de Gabriela Cerruti como portavoz oficial ordenó un poco la estructura caótica de comunicación que había durante la era de Juan Pablo Biondi. Pero cualquier comparación con el ex vocero del Presidente resulta engañosa ya que el ex funcionario carecía de profesionalismo en la comunicación y sólo actuaba como una suerte de secretario privado de Alberto Fernández.
Hay quienes aseguran que Cerruti trata de asesorar al Presidente en términos profesionales pero Alberto Fernández «muchas veces se va de boca», como dicen en el gobierno. Esto ocurrió con la expresión poco feliz de hacer la «guerra» contra la inflación en el momento más álgido de la batalla que Rusia libra en Ucrania y que está costando miles de vidas.
También hubo en menos de 15 días otras dos frases presidenciales desaconsejadas por cualquier manual de comunicación política: «Hay que hacer terapia de grupo», dijo el Presidente en alusión a un acuerdo entre el gobierno los empresarios y los gremios. Y evocó a John Lennon para instar a la paz entre los argentinos. La reacción fue más que obvia: estallaron los memes de burla contra el Presidente.
El problema que despierta ahora la comunicación presidencial es que supuestamente Cerruti cuenta con un numeroso equipo de colaboradores a los que hay que sumar el grupo de comunicadores de la Jefatura de Gabinete y también los de cada uno de los Ministerios. Pero los resultados no están a la vista.
El lunes pasado Alberto Fernández acusó a los medios por su pelea con Cristina Kirchner. «Hay una tarea insidiosa de algunos medios por quebrarnos», dijo. El inconveniente es que una semana antes había sido la misma portavoz presidencial la que había admitido públicamente una falta de comunicación entre el mismo Alberto Fernández y la vicepresidenta.
No es la primera vez que el Presidente comete este tipo de errores en la comunicación. «Somos muchos los que no entendemos por qué la gente de prensa del gobierno lo expone tanto al Presidente a hablar todas las semanas una hora en vivo con un medio. Es obvio que en algún momento va a cometer un error indeseado», expresó a El Cronista un dirigente de trato asiduo con el Presidente.
FUNCIONARIOS EN LA MIRA
Dos días después de este agaffe el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, tuvo que retractarse públicamente por haber anunciado en el Consejo Económico y Social una presunta regulación estatal en las redes sociales que despertó una fuerte polémica en función de un quiebre a la libertad de expresión.
Béliz tuvo que salir a explicar que no hay un intento de regular las redes sociales ni mucho menos avasallar ningún derecho constitucional. Pero ya era tarde. Los medios y las mismas redes lo cuestionaban por todos lados. En el mismo gobierno se mostraron molestos por la actitud dubitativa de Béliz.
Las desinteligencias en la comunicación oficial también se convirtieron casi una moneda corriente en la Casa Rosada. El miércoles pasado la vocería presidencial había organizado una conferencia de prensa de los ministros Matías Kulfas (Producción) y de Daniel Filmus (Ciencia y Tecnología) a la misma hora: las 15. Pero se daban por separado y en edificios distantes. Sólo por un reclamo de los periodistas acreditados en Cada Rosada en el gobierno advirtieron del error estratégico de que un mismo periodista no puede cubrir las dos conferencias a la vez. Allí decidieron modificar sobre la marcha el horario de las presentaciones ministeriales.
También hay problemas de agenda en el Gobierno que confunden el mensaje oficial. No siempre la agenda presidencial o de los ministros que se da a conocer un día antes se cumple a rajatabla y en muchos casos hay actividades que ni siquiera se dan a conocer o se conocen una vez concretadas.
¿Hermetismo, falta de información o desperfectos en la comunicación? Nadie responde pero el secretismo es una de las mayores virtudes del albertismo aunque esto muchas veces puede jugar en contra.
En la conferencia habitual de Cerrutti los jueves se anunció el bono especial para jubilados pero cuando le pidieron precisiones a la portavoz no supo responder. En la ANSES aseguran que «no fue muy prolijo» el mensaje ya que esperaban dar desde esas oficinas el anuncio completo para evitar confusiones.
PIQUETES Y CRISTINA
La comunicación oficial muchas veces queda a destiempo y le ganan de mano las redes, la oposición o los movimientos sociales.
Fue el caso del acampe piquetero en la Avenida 9 de Julio. Desde el lunes que hubo una reunión frustrada entre el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta con los dirigentes de la Unidad Piquetera ya se sabía que el miércoles iba a darse un acampe por 48 horas.
Sin embargo, los voceros del ministro decidieron esperar hasta último momento para lanzar un mensaje público sobre el rechazo oficial a ampliar las altas de planes sociales que reclamaban los piqueteros. El resultado: los referentes de prensa del Polo Obrero y Libres del Sur les ganaron de mano al gobierno y salieron a instalar antes sus reclamos con imágenes de las carpas en la calle.
«Nosotros ya sabíamos de antemano que iban a acampar y que tenían un plan de lucha», admitió un allegado a Zabaleta. Pero nadie hizo nada y dejaron que el mensaje piquetero se instale antes que la voz oficial. Otro error que desaconseja cualquier manual de comunicación política.
Al Presidente y su equipo nunca le avisaron desde el Senado que Cristina Kirchner iba a presentar con un grupo de senadores un proyecto de ley para expatriar el dinero de los argentinos que no está declarado en el exterior para pagar parte de la deuda al FMI. Alberto Fernández y Cerruti tuvieron que improvisar un apoyo de la Casa Rosada aunque desconocían en detalle los alcances de la iniciativa kirchnerista.
La diputada del Frente de Todos, Cecilia Moreau fue al grano: «la sensación es que hay una desconexión fuerte con la realidad. Tenemos que terminar con las operaciones por los diarios y los off en el Frente de Todos, también nosotros estamos fallando en algo», reconoció.
La falla comunicacional es extensiva en todo el espinel del gobierno. Sino habrá que preguntarse por qué el secretario de Energía, Darío Martínez, quien envió una carta al ministro de Economía Martín Guzmán para alertarlo por el faltante de gas en invierno por recortes de presupuesto y cuando se hizo pública esa misiva tuvo que desdecirse.
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Como justificativo para explicar los graves problemas de comunicación de la Presidencia algunos funcionarios aducen que Cerruti mantiene junto con la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra y la Ministra de las Mujeres, Elizabeth Gomez Alcorta, una guerra despiadada con el ala albertista puro liderado por el secretario de la Presidencia, Julio Vitobello y Juan Olmos, el jefe de asesores presidencial. Sostienen que supuestamente le limitan la información del Presidente a la portavoz del gobierno.
actos separados Y LA HISTORIA
Como remedio inmediato ante tantos deslices de información oficial Cerruti acaba de optar por aumentar el contacto con los medios. Además de dar una conferencia de prensa los jueves por la mañana tendrá pautada reuniones diarias con la prensa en la Casa Rosada. ¿Le servirá este esquema para eludir tantas fallas en el mensaje?
Nadie puede asegurar que un repiqueteo de conferencias de prensa o mensajes por WhatsApp de la vocería oficial no será garantía para eludir tantos males desatados en el mensaje. El problema muchas veces es la falta de confianza o la información contradictoria. La realidad supera a la ficción. El último aggafe de comunicación no podía ser peor en el 2 de abril: se anunció un mensaje que decía: «Malvinas nos une». Pero después se vieron actos por separado de Cristina Kirchner y Alberto Fernández por el día de las Malvinas. Los mismo ocurrió con el Día de la Memoria.
El ex vocero presidencial de Raúl Alfonsín, José Ignacio López, quien fue uno de los últimos profesionales en materia de comunicación política en la Casa Rosada, expresó a El Cronista que «es imposible trazar comparaciones con el tiempo inolvidable de la recuperación de la democracia. No se puede desde lo político y muchísimo menos si se toma en cuenta la revolución tecnológica». Pero aclaró como eventuales errores de comunicación un punto no menor: «lo que resulta anómala desde su origen es la coalición electoral que al haber alterado el presidencialismo convirtió la estructura de gobierno en un archipiélago inconexo», dijo.
Jorge Delloro, el experto en comunicación política que asesoró a varios presidentes de Costa Rica, Guatemala o Ecuador, fue más directo: «al carecer de una estrategia y por lógica una comunicación profesional, el Gobierno vive generando situaciones comunicacionales que le son adversas. El presidente se maneja con autonomía y plantea situaciones que no condicen con la realidad, por lo tanto la hoy vocera sale en muchas oportunidades a desmentir lo que el presidente ha dicho», remarcó a este medio.
La Argentina no es en el único lugar del mundo donde ocurren estas cosas. La semana pasada, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue corregido por la misma Casa Blanca porque en un discurso dijo que Vladimir Putin «no puede permanecer en el poder». La frase no estaba en el texto oficial y sus voceros oficiales salieron a matizar el desliz al sostener que en realidad había querido decir que «Putin no puede ejercer el poder sobre sus vecinos».
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Los traspiés comunicacionales son internacionales. El problema empieza cuando estos deslices se convierten en una política permanente de comunicación fallida y pasan a ser un grave inconveniente para un gobierno como es en el caso de la Argentina de Alberto Fernández.
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