En el mundo es un producto de lujo y los argentinos lo usan de costurero: la historia de la lata azul de galletitas
Las galletitas danesas, en su icónica lata azul, representan un bien de lujo en todo el mundo. Sin embargo, en la Argentina se transformaron improvisados costureros. Al abrirlo muy probablemente no haya una pila de dulces manjares hechos a base de manteca, sino hilos y agujas. El grupo Kelsen, principal jugador del negocio, está presente en 95 mercados y es reconocido como el pionero en la industrialización de este producto.
Marinus y Anna Kjeldsen abrieron su propia fábrica de panificados en 1933 en Jutland, Dinamarca y la estrella de su portfolio eran las galletitas de manteca. Este producto formaba parte de la tradición gastronómica danesa desde el siglo XII.
Al principio era de producción hogareña y al industrializarlo decidieron venderlo en una lata azul, lo cual le daba un aura de exclusividad y permitía que las galletitas se mantuvieran frescas. Las latas entonces se convirtieron en un típico regalo durante la época de fiestas.
El origen de la icónica lata azul
Los Kjeldsen fusionaron su negocio con la cooperativa Royal Dansk en los 90. La empresa fundada en 1966 en Elsinor comercializaba sus galletitas en una lata que llevaba la imagen de una casa de campo en la isla de Fionia. Esta ilustración la distinguió del resto y se volvió la marca más conocida en Europa.
Kelsen Group es el resultado de la fusión de las etiquetas Kjledsens y Royal Dansk. El holding decidió conservar ambas marcas y enfocar a cada una en un mercado: Kjeldsens se hizo fuerte en Asia, mientras que Royal Dansk se vende en el resto del mundo. A través de sus dos fábricas en Dinamarca, el grupo produce alrededor de 25.000 toneladas de galletitas de manteca por año.
Cada lata trae cinco variedades de galletitas (pretzel, anillo, country, coco y finnish) que se distinguen por su forma, cobertura azucarada y textura. En 2009 la firma recibió la bendición de la Casa Real de Dinamarca.
Guerra judicial
Sin embargo, desde hace varios años que el grupo Kelsen se encuentra envuelto en una disputa discursiva y legal con su principal competencia, Danisa. Los dueños de Royal Dansk los acusaron de publicidad engañosa. La compañía alegaba que, si bien Danisa se fundó en Dinamarca, ellos no utilizaban manteca en su proceso de elaboración y que tampoco producían en territorio danés, sino en Indonesia.
La Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos le dio la razón a Kelsen y obligó a Danish Speciality Foods, dueño de Danisa, a cambiar su receta y dejar de incluir en su lata la frase «producido y empacado en Dinamarca». En 2018 la empresa publicó un posteo en su blog corporativo con el título: «Que los productos no se hagan en el país de origen no quiere decir que sean falsos».
En manos de Ferrero Rocher
Campbell Soup Company desembolsó u$s 331 millones en 2013 para quedarse con Kelsen. En particular, le interesaba su posición en el mercado asiático. A fines de 2019, anunció la venta de esta unidad a CTH Invest, una sociedad belga relacionada con el grupo italiano Ferrero.
En la Argentina todavía pueden encontrarse estas galletitas en la sección de productos importados en las góndolas de los supermercados. Algunas se consiguen por más de $ 2500 la lata.
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