El Cronista @cronistacom: Elecciones, balotaje y economía 2024: qué ve el estudio número uno de los Abogados de la City

Elecciones, balotaje y economía 2024: qué ve el estudio número uno de los Abogados de la City

Santiago Carregal dice estar «en la mitad del Rubicón». Puertas adentro, porque ya pasaron dos de los cuatro eventos con los que Marval O’Farrell Mairal celebra sus 100 años. Puertas afuera, porque -al igual que la Argentina toda- ansía que se esclarezca lo antes posible la incertidumbre política, tanto el mes que falta para el ballottage como, sobre todo, las definiciones que empiece a haber (si las hay) a partir del 10 de diciembre.

«No sé si lo que hay ahora es angustia», reflexiona. «Tal vez, la sensación sea de ciclo terminado, más incertidumbre por el futuro, más esperanza por lo que pueda venir», continúa. «Soy alguien muy optimista en general: siempre veo el lado medio lleno de las cosas. Que la gente haya votado masivamente un cambio (y eso eran las tres principales opciones del domingo) hacia una vocación de equilibrio macro, de mejorar el ambiente de negocios, con un llamado a la libertad individual, es una bocanada de aire fresco. Lo veo muy positivamente», completa.

Experto en Bancos y Finanzas, Carregal es chairman del estudio jurídico más grande del país, con 302 abogados (63 socios) y casi 600 personas en su organización. Con fuerte raíz en marcas y patentes, la firma dio su gran salto con las privatizaciones y la oleada masiva de inversión extranjera directa de los ’90. Desde entonces, se consolidó como la opción de preferencia -una suerte de certificado de calidad- para toda empresa que necesita resolver un problema legal en la Argentina: desde la radicación de un proyecto, una adquisición, algún pleito entre privados o, con mayor frecuencia, disputas originadas por la arbitrariedad de algún despacho oficial. Desde la salida a la Bolsa de Nueva York de Flybondi a los reclamos contra la Argentina en el Ciadi del fondo EMS Capital, del brasileño Edmond Safra, y del grupo español Abertis, por mencionar apenas tres casos que fueron noticias más recientes.

¿Cómo analiza el resultado del domingo?

Es probable que mejore la gobernabilidad pero empeore la accesibilidad al crédito externo porque no se harán reformas de fondo o se harán medias. Eso impactará en la sustentabilidad económica: restricciones cambiarias, descenso de la inflación… Pero queda mucho por ver. Sobre todo, porque el resultado del balotaje está abierto.

En una nota con la revista Apertura, se había mostrado muy optimista con las perspectivas para la Argentina en 2024. Eso fue previo a las PASO. ¿Mantiene el pronóstico?

Se mantiene el pronóstico. Con matices, es una visión que comparte mucha gente de negocios: el corto plazo es horrible; para el mediano, hay mucho viento de cola para muchas cosas que tiene la Argentina. Hay cinco pares de cilindros que se pueden agregar a ese motor de cuatro que tenemos hoy. El agro genera u$s 20.000 millones por año. Sirve para un país con 20 millones de habitantes. No alcanza para uno de 45 millones. Podemos convertir ese motor V6 en un V8 o V10.

¿Cuáles son esos cilindros?

Energía. El avance que hubo con el proyecto de Ley de Gas Natural Licuado (GNL) es muy importante para el desarrollo de un sector que generará, a futuro, muy buena cantidad de ingresos en dólares, más allá del petróleo en sí mismo. Hay muchos proyectos, muy interesantes, en todo lo que es GNL. También está todo lo que es minería: litio, cobre, plata y oro. Tenemos una cordillera compartida con Chile y nosotros exportamos casi 20 veces menos que ellos. El turismo: la Argentina cuenta con todas las condiciones para recibir un turismo receptivo mucho mayor al actual. También hay potencial en todo lo que es la Economía del Conocimiento. Con mejores condiciones, eso puede generar muchísimo. Todos los unicornios que nacieron en la Argentina no son casualidades.

¿Por qué?

La Argentina tiene talento y mano de obra calificada para exportar servicios de economía del Conocimiento, fintech y tecnología, en general. Es mucho talento que se logró en un ambiente hostil. ¿Por qué España no tiene un solo unicornio? Porque hay otra forma de innovar, otra resiliencia. Otra improvisación, otras ganas de hacer emprendedurismo que la que hay en la Argentina.

«Hay cinco pares de cilindros que se pueden agregar a ese motor de cuatro que tenemos. Además del agro, la energía, la minería, el turismo, la economía del conocimiento… Podemos convertir ese motor V6 en un V8 o V10».

¿Esos cilindros se agregarán el año próximo?

Fundamentalmente, el agro. Sacándole impuestos, cargas y demás, al número actual se le puede generar una potencia. No veo a todo esto explotando en 2024. Pero sí empezando a vislumbrarlo, con condiciones macro mejores. Hay un tema político muy importante: la macro argentina está desordenada. No hay horizonte. Una vez que lo haya (ojalá se dé), ese horizonte macro mejorará las cosas. Eso, sin soslayar el hecho de que, hasta abril o mayo, cuando entren los dólares de la cosecha, va a ser bravo. Yendo hacia abajo para, después, mejorar.

¿Sigue viendo ese escenario después del anteayer?

Los fundamentos de mejora de la economía a mediano plazo no se alteran por el resultado del domingo. En especial, en el sector energía.

¿Qué hay que hacer para aprovechar eso?

Es verdad que la Argentina nunca pierde la oportunidad de perder una oportunidad. Hay que reducir el déficit sí o sí. No hay ninguna alternativa de seguir adelante con rojos primero y financiero como los que tenemos hoy. Nadie nos va a prestar un solo peso; esa es la verdad. Podremos rollear la deuda con el FMI. Pero no hay gente desesperada por prestarnos para financiar ese déficit. Fortalecimiento de las instituciones y ordenamiento macroeconómico, reducción drástica del déficit fiscal… Son condiciones sine qua non. No podemos vivir con la ecuación que tenemos.

¿Resuelve algo la dolarización?

No me voy a meter en si eso se puede lograr con una dolarización. Pero lo más importante es reducir el déficit fiscal. El problema de fondo no es si tenemos pesos o dólares, sino que no nos podemos seguir financiando imprimiendo dinero. No podemos tener más al BCRA financiando al Tesoro como ahora. Eso va a ser doloroso. Tampoco podemos tener las empresas públicas con este déficit, ni las tarifas de servicios públicos que tenemos. No hay manera de financiar a una administración desmesurada como la que tenemos hoy.

La condición sine qua non es esa. Sin un horizonte macro ordenado, nadie va a invertir lo que cuesta hacer una planta de GNL o hacer un proyecto de largo plazo en cobre o plata (el litio es más fácil porque tiene un payout más corto).

«La Argentina nunca pierde la oportunidad de perder una oportunidad. Hay que reducir el déficit sí o sí. No hay ninguna alternativa de seguir adelante con rojos primero y financiero como los que tenemos hoy. Nadie nos va a prestar un solo peso; esa es la verdad. Podremos rollear la deuda con el FMI. Pero no hay gente desesperada por prestarnos para financiar ese déficit».

¿Cuál es la dificultad principal que ve para eso?

Lo que más complica a la Argentina es el hecho de que los cambios de gobiernos generan inestabilidad respecto del proyecto de país. En Brasil, cambian los gobiernos y no se le mueve un pelo a ningún industrial de San Pablo. Se puede correr un poco a un lado o al otro pero no hay diferencia de estrategia. Tenemos que reducir, fundamentalmente, el margen de maniobra de los políticos en ese sentido. Si no, cada cuatro años, damos vuelta todo, nadie invertirá a mediano plazo.

El estudio representó a la mayoría de las empresas que reclamaron contra la Argentina en el Ciadi. Aún hoy, lo hace. ¿Cree que, sea Massa o Milei, habrá menos propensión al conflicto?

Habrá muchísima menos vocación de generar conflicto y más de que haya un ambiente propicio para la inversión en general. No sólo para grupos locales amigos, sino también para inversores internacionales. Estoy bastante convencido.

¿Qué cosas concretas debería mostrar el próximo Gobierno para eso?

Primero, llegar a un acuerdo nuevo y cumplir las metas con el FMI. Nos guste o no, tenemos que convivir con el Fondo y es adonde todos los inversores se fijan acerca de si estamos con un programa económico monitoreado. Segundo, defendernos con todas las fuerzas de todos los conflictos que tenemos en el exterior. Pero, si tenemos fallos en contra, no podemos repudiarlos, sino que debemos encontrar la forma de cumplirlos de alguna manera. Tenemos que cumplir con las instituciones de la Argentina. Hacer que funcione el sistema de división de poderes y cumplir los fallos de la Corte Suprema. Que haya una Justicia independiente, en la que la designación de los jueces de casación, por ejemplo, sea de acuerdo a los procedimientos de la Constitución. Son las cosas que miran los inversores. Además del ordenamiento macro, por supuesto.

En los últimos años, el trabajo de los abogados corporativos se focalizó en resolver conflictos y, fundamentalmente, intentar conseguir dólares para sus clientes. ¿Cambiará eso el próximo año?

Habrá actividad de M&A. Pasa siempre cuando hay un cambio de gobierno, con diferentes perspectivas macro. Algunos grupos entrarán, otros saldrán, habrá aprovechamiento de oportunidades. También, proyectos. La Ley de GNL tendrá proyectos incipientes pero muy grandes. Eso será una actividad muy importante. Todo lo que es petróleo seguirá traccionando mucho. También el litio. Si hay ordenamiento macro, eso puede traer una mayor actividad de financiamiento local e internacional.

¿Por qué?

Si tengo un panorama del tipo de cambio de los próximos años, las empresas pueden emitir afuera y financiarse localmente en pesos a tasas más accesibles y con proyectos que justifiquen las tasas que pide el mercado. Todo se transparenta más. Hoy, no se sabe cuánto cuesta un kilo de pan o un shampoo. Cuando uno no sabe eso a una escala chica, imaginate en una grande.

¿Qué tan inmediato será el cambio?

Por supuesto, en la transición, la gente creerá que alguien arreglará las cosas de un día para el otro. Eso no pasará. Pero la tendencia es muy buena. Eso no se arregla en un mandato presidencial. Ni en dos. Soy una persona que viaja mucho. Muchísimo. La Argentina sigue siendo un lugar en el que, arreglando más o menos las cosas, se vive muy bien. Hay muchos aspectos en los que el país tiene valor y podemos transformarlos para mucha gente. Hay muchas personas que la están pasando mal y no hay razón para eso.

«El problema de fondo no es si tenemos pesos o dólares, sino que no nos podemos seguir financiando imprimiendo dinero. No podemos tener más al BCRA financiando al Tesoro como ahora».

En lo que hace al trabajo legal, ¿será fuerte el vuelco? ¿O habrá mucho rezago del conflicto de los últimos años?

Me encantaría que los controles de cambio se resuelvan de un día al otro. Creo que no será así. Costará. Todo lo que es la administración del control de cambios será un tema que atravesará transversalmente a todos los negocios. También toda la parte de impuestos, hasta que no se ordene toda esa madeja increíble de más de 120 tributos que hay hoy, solapados por jurisdicciones. Y seguirá todo lo que son las cuestiones vinculadas con la reforma del Estado y Derecho Administrativo.

¿Cómo definiría el haber sido abogado de empresas en la Argentina de los últimos años?

En no más de cuatro años, tuvimos muchísimos desafíos. Organizacionales y del negocio en sí mismo. Los primeros no podemos controlarlos: son los acaecidos por la pandemia; cambió la forma en la que trabajamos. Generamos un salto tecnológico que nos habría llevado cinco o 10 años lograr. Hay, también, aspectos de la situación política internacional -Ucrania; ahora, Israel- que siempre tiene coletazos acá. Y, después, los problemas propios de la Argentina: inflación galopante, tipos de cambio con una brecha entre el dólar que cobramos, el que tenemos que vender en el banco y el que cuesta en la realidad. Tenemos todo tipo de dólares en la Argentina. Pero no hay ‘dólar abogado’, ni puedo poner horas trabajadas en un silo. Son todas cuestiones en las que poco podemos influir o decidir quienes manejamos el estudio.

¿Cómo lo gestionan?

Nos adaptamos a toda esa realidad. Al estudio le está yendo bien. Le iría mucho mejor, si a la Argentina le fuese mejor. No nos va mejor si al país le va peor. Pero, como nuestro sistema tiene áreas anticíclicas, la oscilación no es tan dramática. El formato de negocios multidisciplinarios hace que se acompasen y atemperen los momentos difíciles de la economía.

¿Cuáles fueron los desafíos del negocio en sí mismo?

Hay un tema que atraviesa transversalmente a las profesiones del conocimiento y nosotros no somos ajenos a ello: la adopción de tecnología. Es algo en lo que venimos trabajando hace más de 20 años. Pero todo lo que es inteligencia predictiva, GhatGPT, es una cosa increíble, extraordinaria. Eso ya está impactando. Revolucionará. Y es el comienzo solamente. En los próximos cinco años, la profesión se transformará muchísimo. En 10, será irreconocible con lo que yo viví hace 15.

¿En qué?

No reemplazará la abogacía. Hay todo un análisis holístico de temas interdisciplinarios, de sentido común, de capacidad de negociación… Muchas cosas que requieren la tarea de los abogados. Pero lo más sencillo, el commodity, las primeras versiones de contratos, de cartas, eso será reemplazado por la tecnología. Pero, al mismo tiempo, cada vez, será más importante la calidad y el talento de tus abogados. Tener un ejército de abogados 5 puntos no sirve. Es mejor tener 10 o 15 pero de entre 8 y 10 puntos. La lucha por el talento será mayor. Lo bueno es que la Argentina es una fábrica interminable de generar buenos abogados.

«La Argentina es una fábrica interminable de generar buenos abogados. Es la contracara del desorden del país: generó gente muy buena, que tuvo que hacer un esfuerzo muy importante en su propia preparación profesional porque el contexto es malo. En el mercado local, hay cuatro estudios con más de 100 años. En España, no los hay. Tampoco en otros países de la región, como Brasil. Eso también dice mucho de lo que fue la Argentina de esa época».

¿Por qué cree que es?

Es la contracara del desorden argentino: generó gente muy buena, que tuvo que hacer un esfuerzo muy importante en su propia preparación profesional porque el contexto es malo. En el mercado local, hay cuatro estudios con más de 100 años: O’Farrell, Beccar Varela, Bomchil y nosotros. En España, no los hay. Cuando se fundaron acá, no había estudios en Brasil ni Ecuador. Eso habla también de lo que era la macro argentina en ese momento.

Uno de sus desafíos internos en Marval es la tecnología. El otro, la formación de quienes lideren el estudio en los próximos 20 años. ¿Cómo se compatibiliza con una generación cuyo de horizonte laboral no supera los cinco años en una misma empresa?

La materia prima es muy buena. El abogado argentino es gente viajada, despierta, con idioma, inquieta. Tiene inventiva, improvisa. No está atado a estándares. Más de lo mitad de los general councels de la región son argentinos. Lo que hay que corregir un poquito es la inmediatez de las nuevas generaciones, la ansiedad por lograr el resultado ya.

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