El problema es la inflación, no el dólar
La secretaria del Tesoro Janet Yellen advirtió que los Estados Unidos podrían alcanzar el llamado ‘techo de la deuda’ en Junio, antes de lo previsto. El nivel ya es muy elevado: u$s 31,38 billones. Así, el Tesoro no podría seguir aumentando su deuda, y se deberán revisar gastos. A menos, claro, que se aumente dicho techo. Se habla de «medidas extraordinarias» revisando la posición fiscal. Años anteriores se hizo una combinación de tenue reducción de gastos y aumento de la emisión de deuda.
Con el aumento de tasa que ha hecho EE.UU. en los últimos meses, no parecería nada difícil que encuentre ávidos compradores de nueva deuda. Esto aumentaría -al menos transitoriamente- el nivel de deuda.
Sin embargo, el rápido aumento de tasas en EE.UU. está trayendo serias complicaciones para algunos bancos. Ya ha habido tres casos de bancos muy grandes que han tenido que ser rescatados y en los últimos días se sumó una entidad grande adicional. La razón es simple: los bonos en cartera valen menos ante una suba de tasas y eso afecta la situación patrimonial de los bancos que tengan grandes posiciones de bonos. Aunque este efecto sea pequeño, los depositantes prefieren dormir tranquilos y a pesar de la rápida acción de reguladores y todo el sistema en su conjunto, los accionistas de esos bancos vieron evaporarse sus tenencias. Repito, los accionistas son los afectados y -al menos hasta ahora- los depositantes no han sufrido daños.
La suba de las tasas es una decisión económica pero también política
En las crisis aparecen recetas mágicas, pero si se aplican, no funcionan
Este tema debiera hacernos reflexionar en Argentina. El aumento de tasa ha sido fruto de la política anti-inflacionaria, y no por temor a su insolvencia o dificultades para pagar.
En Argentina tenemos una situación casi inversa. Se aumenta a la ligera el nivel de deuda. Se incentiva a los bancos a que tengan bonos del estado, para lo cual se sube continuamente la tasa. Esto acarrea un problema considerable ya que aquí tenemos no solo deuda del Tesoro sino también del Banco Central. Como el BCRA no tiene ninguna fuente de fondos para pagar esa deuda cuando llegue el vencimiento como no sea la propia emisión, sabemos entonces que cada aumento de tasa aumentará la emisión futura. Es una herida a la que se agrega sal.
Esos títulos o Letras del Banco Central están a su vez colocados en bancos, que los deben comprar como contrapartida de los depósitos que tengan. Como medida para hacer atractiva la inversión en pesos contra el dólar, la tasa sube. El objetivo que no suba el dólar utiliza una herramienta que debiera ser para controlar la inflación, pero que a su vez generará más inflación. Es una política monetaria que genera más problemas que los que intenta subsanar. Posterga y aumenta el problema. Si quisiera solucionarlo abruptamente perjudicaría a los depositantes, un error imperdonable.
Por el lado fiscal nos encontramos también con medidas que no apuntan a reducción de gastos y lograr reducir el déficit. A fines de abril se publicó el presupuesto consolidado 2023. Sólo unos días después, el 2 de Mayo, se publicó un decreto que modifica sustancialmente dicho presupuesto. Se reasignan y aumentan partidas por cifras muy considerables. Como son 300 páginas de anexo, y hoy es 3 de mayo, me resulta difícil tener rápidamente una visión de lo que entraña esta modificación, pero si tenemos déficit, sólo serán buenas noticias si implican reducción de gastos.
Lo que sí implica potencialmente una reducción de gastos son los anuncios de aumentos tarifarios de electricidad y gas. La Secretaría de Energía ya aprobó la programación estacional de invierno con nuevos costos y precios mayoristas para el sistema eléctrico. Desde el 1/05, los residenciales Nivel 1 pagan el 100% del costo (755% de aumento interanual). Los N2 pagan el 14%. Dejando de lado si los cálculos están bien o mal hechos y por qué distinguir entre niveles, está claro que era indispensable subir estas tarifas, que lamentablemente incidirán en la frágil economía familiar. Algo similar está ocurriendo con el gas. A nadie le gusta pagar más que antes pero ya sabemos que no se puede regalar lo que no se tiene.
Adjudicar los aumentos de precios en Argentina a la sequía u otras razones externas es difícil de justificar cuando nuestras políticas llevan a una continua emisión, saltos en costos y aumentos en gasto público. El punto no es si los precios aumentarán sino cuanto y si la economía puede estar al mismo tiempo intentando desprenderse de pesos cuando no hay otras cosas para comprar.
El refugio contra la inflación es el dólar. En lugar de concentrarse en la inflación todos los esfuerzos están dedicados a contener el dólar con múltiples cepos, restricciones, prohibiciones y hasta allanamientos, y no a fomentar exportaciones, por lo que el problema persistirá. Tampoco es con tasa de interés que se logra reducir la brecha (que no debiera existir) sino con mayor ingreso de divisas por mayor comercio exterior.
Nunca nadie dijo que reducir la inflación es fácil, sino que la receta es conocida. Reducir todas las fuentes de emisión al mismo tiempo que se intenta aumentar el nivel de actividad -en Argentina pudiéramos hacerlo mediante exportaciones- es justamente la receta. Otros países lo han logrado hace ya tiempo.
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