El Cronista @cronistacom: El plato estaba servido

El plato estaba servido

Ni el salto inflacionario de los últimos dos meses, ni la corrida cambiaria de las últimas semanas pueden ser explicadas sólo por la incertidumbre electoral o los dichos y contradicciones de los candidatos. Como hemos sostenido en numerosas oportunidades, hemos estado frente una crisis que esperaba algún gatillo para entrar en su fase de corrección o aceleración final desde hace más de un año. La llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía permitió que esa fase no se gatillara en ese entonces a pesar de los furibundos errores de política económica y de manejo de expectativas del dúo Guzmán-Batakis; pero las dinámicas de crisis no se corrigieron y, lejos de verse atenuadas, se profundizaron. No sólo la sequía hizo lo suyo sino que, además, se cometieron nuevos errores que conformaron un terreno muy favorable para que dicha fase de aceleración estuviera siempre latente y cercana.

Los sucesivos tramos del dólar soja; la búsqueda desesperada de divisas en el fondo de la olla del BCRA; los múltiples canjes de la deuda en pesos; las idas y vueltas con el FMI; los incumplimientos de metas; los sucesivos apretones del cepo (tanto del financiero como del comercial); la recurrencia del fisco a utilizar al BCRA para atender sus diversas necesidades (emisión directa e indirecta, vía la intervención en el mercado de bonos), no hicieron más que revelar la extrema debilidad macro y la falta de capacidad de las autoridades para ir más allá de algunos parches impulsando soluciones duraderas. En esta geografía es obvio que la incertidumbre electoral haría de las suyas. El plato estaba servido de hace tiempo. La demanda de dólares se incrementaría y, con el cepo en su máxima expresión, dicha demanda no tendía otra que buscar abastecerse en los mercados alternativos del dólar (con la brecha siendo el reflejo de esa situación).

Pero las PASO trajeron un resultado inesperado y, como si ello no fuese suficiente, el Gobierno volvió a mostrar su consuetudinaria irresponsabilidad, reforzando el componente ignífugo electoral. No es que las indefiniciones de los candidatos presidenciales y de sus equipos sobre cómo harán para corregir los desequilibrios macro y revertir las dinámicas de crisis, o que los dichos de Javier Milei acerca de las no virtudes del peso no tengan su efecto sobre las expectativas y los comportamientos de los agentes económicos (nosotros). Pero dicho efecto es de segundo orden comparado con las consecuencias de las pésimas decisiones de política económica del Gobierno de las últimas semanas:

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– La devaluación del día después. En un contexto de altísima inercia inflacionaria, de total ausencia de un plan anti-inflacionario y de bajísima credibilidad en autoridades políticas y económicas que están a punto de terminar su mandato, resultaba imposible que la devaluación no tuviera otro efecto más que producir un salto inflacionario.

– El Plan Platita y sus refuerzos. El ministro candidato hizo gala del populismo más rancio con medidas fiscales que llevarán el déficit primario por encima de los 3 puntos del PBI en 2023 y a 5 puntos del PBI en 2024. Lo cual demandará un mayor financiamiento de parte del BCRA este año (más emisión) y requerirá de un ajuste aún más antipático el año que viene (si se quiere llevar a cero dichas emisiones). Imposible calmar expectativas así.

– Los reajustes del cepo. Los cambios en materia de regulaciones para operar en los mercados de cambios se suceden unos tras otros, dificultando las operaciones alargando plazos y estableciendo límites de montos. Si bien persiguen el objetivo de reducir la demanda en los mercados financieros legales, no hacen más que dejar abierta la puerta para el aumento de la brecha y para que una parte de dicha demanda decida volcarse al mercado informal.

– Las devaluaciones sectoriales e impositivas. Los programas de incentivo exportador pueden generar algo más de oferta para atender el mercado oficial y los alternativos, pero su éxito es menor al de los programas anteriores. Básicamente porque la brecha es más alta y porque un potencial cambio de política a partir de diciembre está cada vez más cerca. Por su parte, el cambio en el tratamiento impositivo del dólar tarjeta no es más que otra devaluación incompleta que al igual que los dólares sectoriales refleja la escasez de divisas y las dificultades del BCRA por mantener sin cambios el tipo de cambio oficial.

– Los comunicados inoportunos del BCRA. Primero fue una escueta nota de Miguel Pesce hablando de lo buenas que son las LELIQ, luego otro comunicado del BCRA aseverando la solidez del sistema financiero. Ambos innecesarios e inoportunos que, precisamente por su falta de timing, lejos de contribuir a calmar expectativas generaron dudas y más incertidumbre. Se podría pensar que hay algo de ingenuidad de parte de la autoridad monetaria, pero tal vez la razón haya que buscarla en que aún creen que gozan de una reputación o credibilidad que no tienen.

En este contexto, los datos de inflación difundidos por el INDEC la semana pasada confirmaron el nuevo escalón inflacionario de dos dígitos mensuales. Tengamos en cuenta que la aceleración cambiaria de las últimas dos semanas se verá reflejada recién en los precios de este mes, por lo que el escenario más probable es que en los meses que quedan para culminar el año, la inflación se mantenga en ese escalón de dos dígitos mensuales. Además, es lógico incorporar en las expectativas de inflación las correcciones de precios relativos (dólar oficial, tarifas, combustibles, salud, etc.) que deberán tener lugar en los últimos días de diciembre de este año y/o principios del año que viene. Por lo que no puede descartarse que precios y dólar anticipen dichos movimientos. Obviamente, lubricados desde el BCRA y el Tesoro (como no podría ser de otra manera) con sus extravagantes políticas de expansión fiscal y monetaria.

En cuestión de días sabremos si tenemos un presidente ya electo, o si habrá que esperar tres largas semanas para saberlo. Pero cualquiera sea el caso, lo único cierto es que la incertidumbre seguirá haciendo de las suyas hasta que ese presidente, ya en funciones, nos dé a conocer su hoja de ruta y nos muestre sus convicciones para terminar con los desequilibrios y trabas estructurales que nos han puesto en esta crítica coyuntura. Ojalá el Gobierno no siga empeñado en hacerlo todo más difícil.

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