El margen fiscal aumenta el poder de negociación frente al Congreso
El Gobierno lo sabe. Los gobernadores también. El goteo de fondos que aporta la coparticipación les dejó en mayo a las provincias una cuota de oxígeno mayor a la esperada. No fue por voluntad de Javier Milei ni de su ministro de Economía, aunque si por una de sus decisiones más intensas: la devaluación de 54% que aplicó Luis Caputo pocos después del inicio de la gestión.
El solo hecho de registrar el nuevo valor en pesos de todos los activos cotizados en dólares permitió que las principales instituciones del mercado financiero registraran utilidades inusuales en moneda doméstica. En mayo también se completó el saldo que pagan las mayores empresas de la Argentina por lo ganado en 2023. Así lo reflejó ayer la AFIP, que informó una variación de 320% para el total de lo recaudado, con un incremento de 585% correspondiente al Impuesto a las Ganancias.
Gracias a esa mejora contable, las provincias y la Ciudad recibieron algo más de $ 5 billones en concepto total de coparticipación y leyes especiales. Según el economista Nadín Argañaraz, director del Iaraf, este envío se convirtió (por ahora) en el mayor en términos reales desde que se hace el reparto entre Nación y provincias. También es el primer mes del año en el que hay un incremento real, mayor a 22%.
Hasta el mes de abril, las transferencias a los distritos anotaban una caída de 19% real. Mayo logró que el aporte fuese 15% mayor al promedio de los primeros cuatro meses. De acuerdo al Iaraf, habrían obtenido recursos adicionales por un monto cercano a $ 1,7 billones.
Con esta nueva cuota de oxígeno (compartida entre todas las jurisdicciones, incluida Nación), la Casa Rosada vio la oportunidad de satisfacer un reclamo que arrastraban varios gobernadores: transferir obras iniciadas en sus provincias que habían quedado inconclusas por el paso de la motosierra. Guillermo Francos firmó ayer los primeros tres convenios (con Entre Ríos, Chaco y Jujuy), pero hay más en lista de espera.
Hay otras concesiones que son menos visibles pero igual de palpables. Los patagónicos tendrán un tratamiento especial a la hora de reponer Ganancias sobre los asalariados (recibirán una deducción mayor) y también retendrán el subsidio que recibían en la tarifa de gas, ya que sus distritos son dueños del recurso.
Si Caputo sostenía el ritmo de ajuste de los primeros meses, en el año el Gobierno podría haber alcanzado un superávit financiero de 2% del PBI, según estimó el economista Fernando Marengo. Nadie pedía tanto. Ahora necesita que con la inflación contenida, salarios y jubilaciones recompongan su nivel de compra. Porque si la manta sigue corta, el éxito fiscal no justificará ni la recesión ni la pobreza.
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