El debate sobre la reducción de la jornada laboral en América Latina: avances, desafíos y perspectivas
En América Latina, el debate sobre la reducción de la jornada laboral está en constante evolución. Mientras países como Chile, Ecuador y Venezuela lograron cambios significativos en la reducción de la carga de trabajo, otros como Argentina están actualmente discutiendo proyectos para disminuir las horas laborales semanales.
Si bien estas iniciativas reflejan una tendencia global hacia la búsqueda de un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal, su implementación en la región presenta desafíos particulares, especialmente debido a la diversidad de las pequeñas y medianas empresas.
Las pymes constituyen una parte importante del entramado empresarial en la región y adaptarse a una jornada laboral reducida puede requerir esfuerzos adicionales. Además, algunos países enfrentan un retraso normativo que dificulta la implementación de cambios en las regulaciones laborales, lo que añade más obstáculos a la adopción de una jornada laboral más corta.

El nivel de digitalización y la capacidad de adaptación de cada empresa pueden influir en la viabilidad y dificultad de implementar una jornada laboral reducida. Aquellas empresas que ya han avanzado en su proceso de transformación digital podrían tener una transición más fluida hacia una jornada laboral de 4 días. Sin embargo, las pymes en etapas iniciales de su proceso de transformación digital podrían enfrentar mayores desafíos y requerir más esfuerzos y recursos.
Los claroscuros de este panorama quedaron expuestos en una encuesta que realizamos en Naaloo, donde sólo un 5,6% de las empresas consultadas estaría dispuesta a implementar la jornada de cuatro días sin restricciones, mientras que el 44,4% expresó que no sería viable realizar dicho cambio en su empresa.
El relevamiento se llevó a cabo entre 100 responsables de recursos humanos de la región, de empresas que emplean en conjunto a unos 10.000 trabajadores. Los resultados muestran que, si bien el sector de las pequeñas y medianas empresas exhibe una tendencia hacia la búsqueda de una mayor flexibilidad y adaptabilidad en el ámbito laboral, las dudas y las dificultades persisten en forma mayúscula. Esto también quedó reflejado en otros datos que surgieron del sondeo: por ejemplo, el 72,2% de los encuestados indicó que, si se acorta la semana laboral, se requeriría la incorporación de más personal en la empresa. De ese total, el 44,4% consideró que sería necesario contratar sólo en ciertos departamentos o áreas, mientras que el 27,8% dijo que sería necesario en todos los departamentos.
En cuanto a la reducción salarial de los empleados, el 16,7% consideró que una reducción del salario sería justificada, mientras que otro 16,7% señaló que dependería del grado de reducción salarial. Por otro lado, el 38,9% de los encuestados no considera necesario reducir el salario de los empleados, y el 27,8% se mostró indeciso al respecto.
Sin embargo, es importante destacar la experiencia de otros países y organizaciones que han implementado la reducción de la jornada laboral con éxito. En Chile, recientemente se aprobó una ley que reduce la semana laboral de 45 a 40 horas, convirtiéndose en uno de los pocos países de la región en implementar esta medida. La implementación de la nueva ley en Chile será gradual, con una reducción progresiva de la jornada laboral. Esto demuestra que podría avanzarse hacia una jornada laboral más reducida, pero es necesario hacerlo de manera planificada y considerando las especificidades de cada país.

En España, en tanto, el Gobierno puso en marcha un proyecto piloto durante el mes de junio de 2023 con el objetivo de establecer una semana laboral de cuatro días. Este proyecto busca potenciar la productividad de las pequeñas y medianas empresas y cuenta con un presupuesto total de aproximadamente 9,6 millones de euros. Cada una de las pymes beneficiarias recibirá un máximo de 200.000 euros como financiamiento para cubrir los gastos asociados a la reorganización y una parte de los costos salariales incurridos.
Además de las experiencias a nivel nacional, también es relevante destacar la labor de organizaciones como 4 Day Week Global. Esta organización sin fines de lucro, con sede en Nueva Zelanda, realizó investigaciones sobre la implementación de la jornada laboral de cuatro días en diferentes países. Según sus datos, basados en programas piloto realizados en 33 empresas de diversos países, incluyendo Inglaterra, Estados Unidos, Australia, Irlanda, Nueva Zelanda y Canadá, la semana laboral más corta fue un «éxito rotundo en prácticamente todas las dimensiones». Las empresas participantes informaron un aumento de los ingresos, una disminución de los días de enfermedad y un mayor bienestar de los empleados.
«Las empresas están extremadamente satisfechas con su desempeño, productividad y experiencia general, y casi todas ellas ya se han comprometido o planean continuar con el programa de 4 días a la semana», dice el informe.
Durante el período de prueba, los ingresos entre las empresas participantes aumentaron un 8,14 % y, en comparación con el mismo período del año pasado, los ingresos aumentaron un 37,55 %. Y en el lado de los empleados, los hallazgos fueron significativos: el 67 % de los empleados informaron estar menos agotados, el día extra sin trabajar permitió que el ejercicio aumentará en aproximadamente 23 minutos por semana y los problemas para dormir disminuyeron en un 8%.
Los resultados preliminares del experimento revelan que reducir la semana laboral sin dudas puede ser beneficioso para las personas pero también para las empresas; de hecho sería «extremadamente probable» o «probable» que apliquen definitivamente este sistema de trabajo de cuatro días luego de la investigación, dijeron las compañías involucradas, en el sondeo posterior.
Las prácticas laborales mejoradas comenzaron en el siglo XIX y se expandieron masivamente después de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, en comparación, sólo el 15% de los trabajadores en los países de la UE trabajan oficialmente más de 48 horas por semana, mientras que en China y Corea del Sur, más del 40% de los trabajadores lo hacen y en Chile es más del 50%.
Según recuerda un trabajo de CEPAL, a mediados del siglo XIX el promedio mundial de horas trabajadas para un obrero era de 5.000 horas al año; en los inicios del siglo XX era de 3.200 horas de trabajo; en los años setenta la media era de 1.900 y hacia los noventa se había bajado a 1.520 horas en promedio.
En general, los países desarrollados suelen tener semanas laborales oficiales más cortas y más días de vacaciones, debido a las demandas culturales de tiempo libre adecuado. También tienden hacia una compensación de horas extras más generosa y leyes de licencia parental más favorables.
En contraste, en la mayoría de los países latinoamericanos se mantienen jornadas laborales más largas. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), países como Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay tienen semanas laborales de 48 horas. Por su parte, Brasil, El Salvador y Guatemala presentan jornadas laborales que oscilan entre 42 y 45 horas semanales.
En nuestros países por supuesto que es importante debatir estas iniciativas pero como parte de un conjunto más amplio de acciones y reformas destinadas a impulsar la modernización y adaptación del mercado laboral en la región. La necesidad de este debate, además, debe llevarse a cabo considerando las diversas perspectivas y necesidades de los sectores involucrados.
La implementación de una jornada laboral de cuatro días semanales no puede ser uniforme en todos los sectores y empresas debido a la diversidad de contextos y al retraso normativo existente en algunos países de la región, como es el caso de Argentina. Es necesario considerar estos factores y establecer mecanismos que permitan una transición justa y equitativa hacia una jornada laboral más reducida.
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