Día Mundial del Malbec: ¿cómo diferenciar las cepas argentinas?
En los últimos diez años, el malbec, la variedad emblema de la Argentina evolucionó como nunca antes en su historia. Este desarrollo, impulsado principalmente por enólogos y agrónomos, no solo ha tenido que ver con una mejora en la calidad objetiva de los vinos, sino también (y especialmente) con una búsqueda, porfiada y obsesiva, por alcanzar la máxima precisión y pureza para transmitir en cada botella el carácter propio de su lugar de origen. El vino debe expresar fielmente su entorno.
Si bien los trabajos de vinificación son hoy muy meditados y minuciosos, están centrados en que la intervención humana sea cada vez menos perceptible para, justamente, potenciar la identidad del terroir en cada vino y transmitir de manera transparente el lugar del que proviene.
En este sentido, uno de los principales atributos del Malbec argentino es su capacidad de adaptación a los distintos terruños del país en los que otorga vinos de muy alta calidad y complejidad. Esta característica, propia de la cepa, se convirtió también en una de las claves de su éxito.
De norte a sur del territorio nacional, el Malbec se expresa de maneras muy interesantes y también muy diferentes entre sí. Por eso mismo, hoy ya no se habla del Malbec argentino como concepto, sino de «los Malbec argentinos», de su multiplicidad de terruños tanto en grandes regiones como en pequeños parajes en los que desarrolla una identidad particular.
Día del Malbec: ¿por qué se celebra hoy en todo el mundo?
Día Mundial del Malbec: ¿cómo diferenciar los Malbec argentinos?
Más allá de la enología, que es fundamental para definir el estilo del vino, los dos grandes factores naturales que influyen sobre tintos, blancos y espumantes son el perfil del suelo y el microclima en el que crecen las vides. El papel del suelo es cada vez determinante para el desarrollo de las plantas (y fundamental en sus aromas, sabores y texturas), ya que alimenta la savia que le otorga concentración a los frutos; sin embargo, para lograrlo necesita de un microclima acorde, su aliado infalible. Por eso, estos dos factores nunca pueden considerarse por separado cuando se analiza el carácter de un vino en un terruño determinado.
El Malbec de Salta
Además de Cafayate -el terroir más importante de la provincia-, en Salta hay distintas zonas productoras que desarrollan cada vez más nítidamente su propia tipicidad: Tolombón, Yacochuya y el Alto Valle Calchaquí son algunas de ellas. Más allá de las diferencias que existen entre los ejemplares de estos terruños, potenciadas por la fineza que se está poniendo en la vinificación, la identidad de Salta está dada por la altura: los vinos calchaquíes son vinos de sol; maduros, cálidos, con mucha materia colorante y generalmente una buena graduación alcohólica.
Al igual que sucede con todos los tintos salteños, los Malbec -más allá de su perfil frutado- se caracterizan por su carácter especiado. En líneas generales son intensos en aromas y muy expresivos; concentrados, corpulentos y envolventes, con notas a especias y frutos negros maduros. Capaces de llenar la boca desde el primer trago e ideales para acompañar comidas contundentes, suelen tener gran capacidad de guarda, haciéndose más sutiles y delicados con el tiempo en botella.
Algunos salteños genuinos de su terruño:
- Thibaut Delmotte Malbec Natural 2021 ($4.000): potente, lleno de fruta madura, intenso, expresivo y corpulento. Decantar antes de beber.
- Estancia Los Cardones 2019 ($7.250): sin tener una potencia desatinada, es un genuino vino salteño que resalta su perfil de suelo de piedra pizarra, que aporta textura y carácter. Imperdible tinto de Tolombón.
- Miraluna Reserva Malbec 2018 ($10.000): Originario de Cachi, Alto Valle Calchaquí, a 2.600 metros de altura. Gran expresión frutal, especiado, cálido y contundente. Beber fresco; puede guardarse 10 años o más.
El Malbec de la Patagonia
El principal terruño del sur argentino -y el más prestigioso- es el Alto Valle de Río Negro, una zona en la que se elaboran vinos desde hace más de 100 años. Allí, los ejemplares reflejan la identidad del clima: son frescos, amables, sutiles y con menos alcohol que en zonas cálidas.
En la Patagonia el Malbec tiene una identidad muy ligada a su terruño: es de color rojo intenso, muy fino y vivaz, con aromas a frutas rojas y blancas, redondo y con una acidez natural que se destaca, al igual que sus taninos amables. Además, el Alto Valle resalta especialmente las notas florales del Malbec. Este cepaje se encuentra en viñedos centenarios que otorgan vinos con una gran capacidad de guarda.
Algunos patagónicos genuinos de su terruño:
- J. Alberto 2021 ($20.500): Uno de los Malbec más elegantes y complejos de la Argentina, producto de viñedos de 1955 trabajados de forma biodinámica. Dueño de una pureza y nitidez única.
- Riccitelli Old Vines Malbec 2018 ($17.000): Emocionante Malbec de viñas viejas (1967) de la zona de Guerrico. Sofisticadamente fresco y sutil. Futurista en su concepción y tradicional en su elaboración. Insuperable.
- Humberto Canale Old Vineyard Los Borregos Malbec 2018 ($5.000): Un clásico patagónico; amable, directo, fácil de beber y disfrutar. Fruta roja limpia, textura redonda y acidez equilibrada.
Día Mundial del Malbec: ¿cómo diferenciar los Malbec argentinos?
El Malbec de Luján de Cuyo
Mendoza es considerada la «capital mundial del Malbec». Dentro de esta provincia, la variedad desarrolla distintos perfiles y estilos de acuerdo al lugar en el que se cosechan las uvas. En Luján de Cuyo, la «primera zona productora», los suelos son pobres en materia orgánica y con muy buena permeabilidad; suelen ser francos a franco arenosos, y por zonas con importante presencia de arcillas.
El clima es templado, ideal para una maduración equilibrada de las uvas. En este terroir, los Malbec se caracterizan por su identidad 100% frutal, tienen mucha materia colorante, son redondos, tersos en el paladar y con taninos dulces. En boca son amplios, anchos y untuosos. Además, soportan muy bien la crianza en barricas de roble y tienen una gran capacidad de guarda. Vistalba, Agrelo, Las Compuertas, Lulunta…. cada una de las micro-regiones tiene su identidad bien definida.
Algunos Malbec de Luján de Cuyo genuinos de su terruño:
- Gran Malbec de Ángeles 2018 – Single Vineyard ($11.720): Vides de 1924 dan luz a uno de los Malbec más intelectuales de Luján. Apoyado en la fruta pero con múltiples capas de complejidad. Su crianza de 14 meses en barricas de roble le suma elegancia y complejidad.
- Casarena Single Vineyard Lauren Malbec 2018 ($8.775): Arquetípico Malbec de Agrelo, con notas de té verde, fruta nítida y redondez muy reconfortante. Es el típico vino argentino que adora el mundo entero.
- Fabre Montmayou Terruño Reserva Malbec 2019 ($3.500): Antiguos viñedos de Vistalba dan un tinto de excelente tipicidad de terroir: flores, especias y ciruela como principales descriptores. Textura tersa y taninos sedosos, muy típicos de la región.
El Malbec de Valle de Uco
Valle de Uco es un terroir mendocino muy diferente a Luján de Cuyo, de suelos de formación aluvial menos profundos y mucho más pedregosos. Además, en algunas zonas también hay presencia de carbonato de calcio, lo que le aporta una identidad particular al vino. En estos suelos austeros, las vides y uvas gozan de gran sanidad, ya que el agua drena fácilmente y las raíces se alimentan de estos componentes minerales.
Respecto al microclima, el Valle de Uco, más frío en general que Luján, se distingue por la gran amplitud térmica entre el día y la noche que promueve una madurez equilibrada de los frutos. En este terroir, los Malbec son elegantes, verticales, ágiles, tensos y con notas florales y especiadas.
- Michelini Wine Marmolejo Malbec 2019 ($18.000): Uvas de San Pablo, cosechadas a más de 1.450 metros de altura, resultan en un vino delicado, tenso, de una fuerza etérea y una complejidad única.
- Estancia Uspallata Malbec 2018 ($16.200): A 2.000 metros de altura crecen las vides de este Malbec de clima frío. Tinto eléctrico, de acidez impecable y aromas y sabores conmovedores.
- Escala Humana Livverá Malbec ($6.500): Germán Masera elabora con uvas de Gualtallary un vino ágil, directo, con fruta nítida y concentración justa para ser amable y gustar a quien lo beba.
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