Después de pasar la barrera del Congreso, el desafío ahora es persuadir al directorio del FMI
Después del aquelarre en el que se convirtió la marcha de los jubilados la semana pasada, con numerosos episodios de violencia y una respuesta policial que superó todo lo razonable, el Gobierno recuperó la política y, aunque parezca un juego de palabras, volvió a poner su eje en la economía. La jugada funcionó, y ayer Javier Milei y su equipo celebraron el aval legislativo al acuerdo con el FMI.
Ayer el Congreso volvió a estar movido, como se esperaba, pero con otro telón de fondo. El operativo de seguridad que montó Patricia Bullrich tuvo todo lo que debió haber tenido hace siete días, cuando era sabido que la convocatoria podía venir acompañada de algunos desmanes. La tensión no desapareció, pero el foco estuvo puesto en lo que tenía que suceder adentro del recinto.
Javier Milei
Puertas adentro del Palacio, las internas libertarias estuvieron a la orden del día: hubo reclamos contra Martín Menem y cruces varios, pero terminados los discursos, se impuso el objetivo para el que había trabajado el Ejecutivo: con el voto de 129 legisladores, el DNU que habilita el acuerdo con el FMI quedó ratificado y vigente.
Hubo, en la última semana, gestiones de todo tipo para asegurar ese resultado. La necesidad de ratificar alianzas con algunos gobernadores del PJ hizo acelerar acuerdos para financiar obra pública. E incluso se puso en pausa una desregulación sobre la venta de carne en la Patagonia para asegurarse el voto de los , tal como se consigna en esta edición.
Lo que percibió el Gobierno fue que la incertidumbre que había en torno al acuerdo con el Fondo empezó a generar dudas sobre el resto del programa. El efecto contagio se sintió rápidamente en las cotizaciones del dólar futuro y el precio de los bonos. Tampoco ayudó que la inflación mostrara una resistencia a la baja mayor a la esperada.
Todo el contexto, de alguna manera, logró que el Ejecutivo afinara su estrategia y se enfocara en una meta excluyente: conseguir luz verde al DNU. Incluso el resultado de todas las negociaciones encaradas hasta ayer puede tener algunos avances adicionales. Horas después de que se conociera la formación de un bloque en el Senado desprendido de Unión por la Patria (lo que implica un abierto desafío al liderazgo de Cristina Kirchner) la vicepresidente Victoria Villarruel convocó a una sesión en abril para tratar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel.
Las señales alcanzaron para bajar la ansiedad del mercado, que reaccionó positivamente. Pero eso no alcanza. El desafío del equipo económico es que en las próximas dos semanas se logre cerrar un entendimiento a nivel staff que respete las promesas de Luis Caputo. O sea, que le permita cierto grado de control cambiario para no despertar expectativas inflacionarias hasta que el Central tenga los dólares suficientes para cambiar de fórmula. No es poco.
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