Desempleo: qué puestos pueden desaparecer por la tecnología y cuándo va a pasar
No es la primera vez que se lee que un nuevo cambio tecnológico va a traer desempleo. La llegada de ChatGPT, el modelo de procesamiento de lenguaje natural, es simplemente un capítulo más como lo fue en su momento la computadora personal, la línea de ensamblaje o el automóvil. Es, así, sencillo tanto declarar la nueva era de los soberanos robóticos como desestimar el impacto de la nueva ola de automatización. Que no empezó -ni terminará- con ChatGPT. Pero la realidad suele ser más compleja. La nueva ola de automatización incluye no solo estos modelos de procesamiento del lenguaje natural (o «chatbots») sino desarrollos que hoy no están tan de moda como Baxter, el robot multitasking que llegó a reemplazar a los ya anticuados brazos robóticos que todos vimos en las fábricas de autos durante las últimas décadas.
Baxter revolucionó el sector de la robótica industrial por su flexibilidad y su capacidad de aprendizaje y rápida reutilización para tareas nuevas (algo que le permite no ser una pieza obsoleta de capital cuando la línea de ensamble donde hoy operan los brazos robóticos dejan de funcionar. Estos robots sirven pura y exclusivamente para esa tarea mientras que Baxter es reprogramable).
De la misma manera, las supercomputadoras de cálculo están realizando trabajos de investigación científica tal como lo hace el robot científico Adam. Mientras investigaba la genómica funcional basada en la levadura, Adam se convirtió en la primera máquina de la historia que ha descubierto nuevos conocimientos científicos independientemente de sus creadores humanos.
Algo cambió. En las anteriores revoluciones industriales, la automatización también se encargó de barrer con diferentes tareas que realizaban los humanos. Al principio, las máquinas sustituían las tareas repetitivas y manuales. En ese entonces, las tareas tanto cognitivas como manuales estaban al alcance de la automatización siempre que fuesen repetitivas. Ahora, a medida que desarrollos como la IA se hace cada vez más potentes y los robots más hábiles, las tareas cognitivas y manuales no repetitivas se hacen cada vez más automatizables.
Hay varios casos de esta automatización de nueva ola: la investigación de casos que realizan los asistentes jurídicos, el uso del reconocimiento facial junto a las cámaras automatizan parte del trabajo de seguridad, el desarrollo de vehículos autónomos, que impacta en los empleos de los conductores de camiones, o el desarrollo de la escritura creativa con asistentes virtuales como ChatGPT. El avance de la nueva ola de automatización sobre las habilidades otrora territorio sagrado de los humanos pone en jaque la falacia ludita que se mantuvo en anteriores revoluciones industriales: los puestos de trabajo que se pierdan en un determinado ámbito económico se crearán en otro. Por ejemplo, el 90% de los empleos de la economía estadounidense se encuentran en el sector servicios, donde la nueva automatización puede crear enormes olas de desempleo.
Sin embargo, en las economías modernas pocas veces hay causas y efectos directos. En primer lugar, el cambio tecnológico puede aumentar la demanda de mano de obra al crear nuevos puestos de trabajo directamente relacionados con la nueva tecnología. Es decir, alguien tiene que programar y supervisar el proceso de automatización. Por otro lado, la productividad que trae la nueva tecnología hace disponibles recursos de producción que pueden aumentar la demanda de mano de obra en otras tareas dentro de la misma empresa o industria. En segundo lugar, la tecnología puede aumentar fuertemente la demanda, lo que impulsa la creación de nuevos empleos para suplirla. Esto ocurre cuando las nuevas tecnologías aumentan la productividad y, a su vez, reducen los costes de producción y los precios al consumo y se expanden los mercados. Recientemente la investigadora de Oxford Kerstin Hötte revisó los aportes empíricos de más de 100 investigaciones sobre el impacto de la tecnología en el empleo.
Según su meta análisis (una investigación sobre otras investigaciones) la mayoría de los resultados empíricos arrojan que la tecnología desplaza empleos más que destruirlos irreversiblemente.
Pero, de nuevo, esta vez puede ser diferente. Uno de los motores de absorción del cambio tecnológico fue la natalidad. A medida que había más nacimientos y más expectativa de vida se generaban nuevos potenciales empleados para nuevos potenciales puestos (como por ejemplo empresas que no tenían el dinero para automatizar su capital al completo). Las proyecciones sobre la natalidad son muy diferentes a lo que eran hace 1, 10 o 100 años.
En este sentido, la nueva ola de automatización parece estar golpeando también al afamado sector servicios que durante los últimos 150 años fue la gran esponja que absorbió todos los empleos que desplazó la Revolución Industrial de la segunda mitad del siglo 18. Del campo a la fábrica y de la fábrica a los servicios y de los servicios, ¿a dónde?
Si bien es imposible hacer futurología sobre el desarrollo tecnológico (basta pensar si hubiésemos imaginado la potencia de los smartphones hace tan solo 50 años) si es posible prepararse para los próximos impactos de la nueva ola de automatización. Solo un punteo:
- El desarrollo tecnológico es considerablemente oligopólico, con pocas empresas y pocos países desarrollando las patentes y eligiendo el rumbo de la innovación.
- La tecnología impacta en la economía más rápido que las organizaciones y las habilidades de los trabajadores lo hacen. La automatización está erosionando la demanda del trabajo de baja y moderada habilidad mientras aumenta la demanda de cualificaciones altas.
- Sistemas legales y fiscales desfasados que no pueden ágilmente regular y controlar a las innovaciones tecnológicas.
- Grandes masas de desempleados -temporarios o no- sin posibilidad de reeducarse para los nuevos empleos que posiblemente aún estén creándose.
- Aumento de la brecha digital, en particular, en las economías menos desarrolladas.
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