El Cronista @cronistacom: Agricultura regenerativa: el futuro de una alimentación sustentable en Argentina

Agricultura regenerativa: el futuro de una alimentación sustentable en Argentina

«Si no tenemos un planeta saludable, no hay forma de hacer un negocio saludable», alertó Natalia Giraud, directora de Comunicación y Asuntos Corporativos para Unilever Cono Sur. La premisa aplica para la producción de hortalizas que destinan a la deshidratación en su planta de Guaymallén, Mendoza, la única de la multinacional en el mundo y la más grande de la Argentina. Allí producen 3600 toneladas al año entre espinaca, zanahoria, zapallo, cebolla y ajo que van al mercado interno y un 10% del total se exporta a Brasil, México y Alemania.

El resto del insumo final se procesa en Pilar, Buenos Aires, y se convierte en los populares caldos en cubo, sopas o en paquetes de vegetales deshidratados de Knorr que se consiguen en los principales supermercados del país. Como la producción y deshidratación está atada a la estacionalidad, al momento de nuestra visita, la planta se encontraba en pleno proceso de secado de espinaca y zanahoria.

¿Qué hay detrás de la producción?

Para llegar a estos alimentos hay un sistema agrícola en pleno cambio con la introducción de la agricultura regenerativa que invita a una modificación en el paradigma de la producción alimentaria. Si bien Unilever y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) trabajan codo a codo hace 30 años, desde hace casi uno colaboran en el desarrollo de una nueva modalidad que favorezca a la regeneración del suelo y el aprovechamiento de recursos. En el caso de Mendoza, el agua es uno de los que más escasea desde hace una década por el poco producto del deshielo

Es por ello que a través de una regeneración sostenible se busca reparar y restituir lo que se haya perdido a partir de la intervención del hombre. De cara al futuro, uno de los principales desafíos será la producción de alimentos en un contexto de colapso climático que fue advertido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a inicios de septiembre y sostiene que el 2023 finalizará como uno de los años más calurosos a escala mundial.

Ante esta situación es vital mejorar las prácticas agrícolas para aprovechar de manera estratégica los recursos naturales y sus procesos que permitirán una reducción de costos de producción. «Diferenciar el producto en la manera en la que uno lo hace puede generar ventaja competitiva en el mercado para productores no tan grandes», puntualizó Claudio Galmarini, director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA.

Claudio Galmarini, director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA. (Foto: Unilever).

¿Qué es la agricultura regenerativa?

Así es como la multinacional y el organismo de investigación estatal, que ya trabajan en materia de mejoramiento genético y producción de semillas, dieron un salto más con la firma de un convenio de tres años para la aplicación de la agricultura regenerativa con el fin de mejorar las producciones de la región de Mendoza, San Juan y Córdoba.

Del convenio forman parte 8 productores que destinan un total de 800 hectáreas al procedimiento y reciben asesoramiento por parte del INTA con el apoyo de Unilever para que los mismos produzcan desde una perspectiva social, ambiental y económica.

«Cuanta mayor eficiencia hagamos será mejor. Los productores participan del programa UniPyme que los capacita para acceder a distintas herramientas, es un trabajo codo a codo. Es la nueva forma de hacer agricultura», explicó Giraud. La multinacional fue una de las primeras en hablar de sostenibilidad hace más de una década.

Natalia Giraud, directora de Comunicación y Asuntos Corporativos de Unilever para Cono Sur. (Foto: Unilever).

La agricultura regenerativa se basa mucho en el suelo, pero en el caso de Mendoza un factor importante es el agua. «Las maneras de regar y usar ese recurso también impactan en la sostenibilidad en el futuro», indicó Galmarini. Además, otro de los enfoques de esta práctica es la biodiversidad: existe flora nativa donde se alojan insectos benéficos para mitigar enfermedades o plagas.

José Portella, ecofisiólogo, investigador y referente de Agricultura Regenerativa del INTA, puntualizó en que se busca «darle una vuelta de rosca al manejo de cultivo» y que lo importante es un «cambio en la forma de pensar». Se trata de una de una de las formas para producir una alimentación sustentable que se basa en procesos ecológicos.

«En todos los casos está acompañado del avance tecnológico. La agricultura regenerativa se apoya en avances tecnológicos de tecnologías de proceso y no de producto. Las de proceso son más difíciles de apropiarse, si instituciones como el INTA o facultades no trabajan eso, nadie lo haría», contó Portella a El Cronista.

José Portela, referente en Agricultura Regenerativa del INTA e investigador. (Foto: Unilever).

¿Pero cómo se aplica la agricultura regenerativa? A los productores se los aconseja, de común acuerdo, prácticas como la rotación de cultivo para la mejora de la estructura y fertilidad del suelo. Para llegar a esta instancia, los especialistas del INTA elaboran un diagnóstico sobre lo que hace normalmente los propietarios para proveer a la fábrica, elaboran un indicador para tener una línea de base y proponen ciertos cambios para mejorar la sostenibilidad del suelo.

De la tierra a la mesa: ¿cómo es el proceso de deshidratado?

En la planta de Guaymallén, que opera desde 1964, trabajan de lunes a sábado. Disponen de siete hornos en funcionamiento con 10 bandejas cada uno en las que se producen más de 3500 toneladas de zapallo al año, cebolla y espinaca arriba de las 1000 y el puerro promedia las 700, entre otras hortalizas.

El proceso inicia con la llegada de los vegetales en crudo a la planta donde operan 55 personas divididas en turnos de 12 horas para luego continuar con el corte, pelado, lavado, selección manual, picado, deshidratado, empaquetado en bolsones y despachados a Buenos Aires. Para ser embolsados, los vegetales deben tener una humedad del 5% o menos, según explicó Ramiro Cabrera, el gerente de la planta.

La fábrica está conectada con un total de 10 fincas de Mendoza, San Juan, Córdoba y Buenos Aires, y genera trabajo para más de 400 familias de la región de Cuyo durante todo el año en el que cultivan 13 hortalizas distintas.

En el departamento de Maipú, a unos 25 kilómetros de la planta, se ubica la finca Isla Chica, que tiene 600 hectáreas de las que 110 se destinan al tomate que va a parar a la industria, propiedad de Orestes Nomikos, quien también cultiva viñedos y para Unilever zapallo, ajo y cebolla.

«Estamos aprendiendo junto a Unilever y el INTA. Venimos desarrollando el tema de la rotación del suelo. Hemos incorporado centeno en los cultivos, consideramos que tenemos que mejorar los suelos y también hay sugerencias de incorporar otro tipo», contó Nomikos.

Además, el productor está avanzado con el cuidado del agua ya que conoce cuál es el rendimiento del mismo y sabe qué cantidad precisa su cultivo. A su propiedad incorporó desde hace diez años una represa en la que acumula entre 10 y 15 millones de litros.

Orestes Nomikos es uno de los ocho productores que trabaja con Unilever y el INTA. (Foto: Unilever).

¿Cómo es el trabajo de INTA La Consulta y Unilever?

Uno de los deshidratados que más se exporta en nuestro país es el zapallo, para el cual los investigadores de INTA La Consulta aportaron en materia de mejoramiento genético para la obtención de cultivos más eficientes. La Estación Experimental Agropecuaria (EEA) abarca los tres departamentos que forman parte del Valle de Uco (Tupungato, Tunuyán y San Carlos) geográficamente en su trabajo territorial.

Funciona desde 1948 y su nombre se debe a que en esta región el general José de San Martín hizo la «consulta» a los caciques de los pueblos originarios para pedirles permiso para ingresar a sus dominios y realizar el Cruce de los Andes. En este espacio, los investigadores desarrollaron más 90 variedades de semillas entre las que predominan tomate, zapallo, cebolla, ajo, pimiento, lechuga y aromáticas.

En la EEA INTA La Consulta se encuentra uno de los Bancos de Germoplasma, que se distribuyen desde Tierra del Fuego hasta Jujuy, donde conservan semillas de más de 30 especies de hortalizas, aromáticas, frutales de carozo y vid. Su prioridad es preservar el zapallo, el tomate, la arveja, el haba, la lechuga, la cebolla, el pimiento y el ajo. Cuentan con más de 5 mil entradas.

Mientras que la principal línea de investigación y desarrollo de su laboratorio de análisis de semillas son las enfermedades, especialmente las hortícolas y sobre todo las que provienen del ajo dado que es una producción principal en la región. La mayoría de las muestras analizadas son de tomate, cebolla y zanahoria y por año reciben más de 1500 lotes de semillas comerciales al año.

Así es como funciona uno de los circuitos de producción de alimentos en la Argentina, desde la tierra a la mesa, que camina hacía la sustentabilidad con el fin de preservar los recursos naturales y reducir los costos de producción sin afectar al medio ambiente. Unilever con el INTA apuestan al futuro y bienestar del planeta.

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