Roger Federer tiene que volver a operarse y su futuro es pura incertidumbre
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Habla con serenidad y confiado Roger Federer. Dice que quiere volver. Pero la información que ofrece en su cuenta de Instagram es demasiado dura para una persona de 40 años y abre una enorme incertidumbre respecto de su futuro. El formidable jugador suizo informó que necesitará una nueva cirugía de rodilla y el futuro de su carrera es pura incertidumbre.
Con una sonrisa, Federer transmitió en sus redes sociales un video en el que dijo: “Quiero dejarles una pequeña actualización después de lo que pasó en Wimbledon. Es algo simple, me revisaron los doctores. Sé que me quieren ver jugar, pero lamentablemente los médicos me dijeron que mi rodilla necesitará otra cirugía. Durante un período de tiempo largo estaré en muletas y voy a atender esta situación de mi rodilla. Es difícil… quiero jugar, pero soy realista y quiero estar saludable. Es difícil jugar a esta edad y necesito estar en forma para volver”.
Para finalizar, Federer dejó un mensaje optimista y dio a entender en todo momento que no es su intención retirarse del tenis a pesar de este contratiempo. “Le mando un saludo a toda la gente que me quiere ver de vuelta en la cancha. Son increíbles, sufren conmigo. Les deseo lo mejor y espero estar de nuevo en la cancha para ustedes”, comentó.
En todo 2020 el suizo apenas jugó un torneo. Fue en Australia, donde accedió a las semifinales y perdió con Novak Djokovic. Luego, por una operación en su rodilla derecha, estuvo sin jugar hasta marzo de 2021. Una inactividad de un año y dos meses, el mayor lapso sin jugar en toda su carrera.
Incluso muchos pensaban que podía significar el final de su carrera. Pero volvió. Lo hizo en el torneo de Doha, con las dificultades lógicas para una persona sin ritmo de competencia. Pero luego jugó dos Grand Slam, Roland Garros y Wimbledon. No se presentó en los octavos de final de París, pero generó una gran ilusión entre sus seguidores con su actuación en el All England, donde accedió a los cuartos de final (perdió con el polaco Hubert Hurkacz).
Tras su despedida de Wimbledon, anunció que no participaría en el certamen olímpico de Tokio 2020, algo que pareció lógico para su cuidado. Necesitaba descanso y recuperarse luego de un regreso complicado a su edad.
En realidad, los problemas eran los de siempre: su rodilla derecha. Aunque nunca se indicó exactamente qué tipo de dolencia tuvo, se supo que se operó por primera vez en febrero de 2020. Cuando regreso en marzo de este año, comentó: “Lo importante es que la lesión ya quedó atrás. Estoy sin dolor y puedo salir a disfrutar otra vez”. Aunque también se mostraba cauto: “Mi única preocupación es saber si mi rodilla aguantará. De momento no estoy tan seguro. Lo que puedo decir es que he hecho todo lo posible para poder jugar”.
El festejo de los 40, con ilusión
Hace un par de días, el suizo había contado cómo festejó sus 40 años: rodeado de su mujer Mirka y sus cuatro hijos, en una casa alquilada en Ibiza, España. “Es una edad genial”, dijo sobre su cuarta década de vida en una entrevista al semanario Schweizer Illustrierte. En esa nota, el tenista había hablado de sus deseos de volcarse a la filantropía y a los negocios, sus ganas de disfrutar sin tiempo de eventos deportivos como la NBA, la NHL o la NFL y un instrumento musical que lo seduce: el saxofón. Además, había contado que lo saludaron ídolos suyos de la infancia, como Pete Sampras, Björn Borg y Stefan Edberg.
“Fue muy relajado. Pero también fue muy especial para mí. Normalmente, el día de mi cumpleaños estoy en un torneo o en plena preparación y no lo celebro mucho. Te levantás por la mañana y te das cuenta de que, oh sí, es mi cumpleaños. Esta vez fue diferente. Poco a poco nos adentramos en ese día tan especial y lo celebramos de maravilla”, había explicado el múltiple campeón nacido en Basilea. Y hasta había relatado lo que hicieron sus hijos: “Cantaron un poco, pero no hubo una verdadera serenata con torta y soplando velitas. Para mí era mucho más importante que pudiéramos pasar tiempo juntos de forma tan relajada, sin otras obligaciones”.
Un mensaje con el que no se podía imaginar que su carrera estaba a punto de sufrir otro sacudón tan grande. Por esos mismos días, el periodista suizo Simon Graf le dijo a LA NACION: “Roger ha invertido mucho en el último año y medio para volver al nivel físico y jugar en el tour. Y siempre ha enfatizado que su enfoque era a largo plazo. Desde ese punto de vista, era de esperar que tuviera derrotas inusuales. Eso no me sorprendió. Lo que sí me sorprendió es que Roger tuvo muchos problemas para aceptar esas derrotas. La caída contra Auger-Aliassime lo desvió por completo, y la forma en que no luchó contra Hurkacz en Wimbledon, dolió. Y eso habrá dejado su huella. Está claro: Roger no se contenta simplemente con jugar un poco. Quiere volver a ser competitivo, de lo contrario no lo hará por mucho tiempo”.
El espíritu de N° 1 sigue latente en Federer. Así fue como escribió una de las carreras más maravillosas de la historia del tenis. Y ese mismo instinto ganador es el que no le permite retirarse, decir simplemente: “Hasta aquí llegué, ya fue suficiente”. Si tiene que ser el final quiere que sea por su decisión y no por una lesión. Pero esta vez el destino lo puso ante el desafío más bravío que se podía imaginar.
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