Copa América. El trofeo que Messi quiere por fin levantar y al que lo une el origen argentino… con génesis catalana
fútbol
Quizás esta medianoche entre el sábado y el domingo se dé por primera vez ese ansiado encuentro entre Lionel Messi y la gloria en la selección argentina, ese equipo en el que hasta el momento nunca levantó un trofeo de mayores. Lo busca desde hace 16 años, cuando debutó en un amistoso contra Hungría en Budapest en reemplazo de Lisandro López y fue expulsado en su primera intervención.
Desde entonces, ganó 34 títulos con la camiseta de Barcelona, el club más fuerte de una región, Cataluña, que indirectamente puso su impronta en el lauro que Leo más cerca estuvo de conquistar hasta hoy: la Copa América. Un hermoso premio que tiene una historia de 105 años, y un origen incluso más lejano, de fines del siglo XIX.
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¿Quién de los capitanes la levantará este año?
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— CONMEBOL.com (@CONMEBOL) June 22, 2021
Sucede que en 1892 Ramón, Manuel y Juan Escasany arribaron, luego de una breve escala en Uruguay, a la Argentina desde Cardona, hoy un pueblo de 4600 habitantes, ubicado 71 kilómetros al norte de Barcelona. “Llegaron sin un peso. De hecho, entraron por Ensenada como ilegales, en un barquito a vela”, cuenta para LA NACION Daniel Escasany, bisnieto de Ramón que continua el oficio en su taller en Juncal y Montevideo. “Juan volvió a España apenas hizo dinero, por eso nadie lo cuenta en esa historia”, aclara.
Como la intención de los hermanos catalanes era establecerse en Buenos Aires, el 20 de julio de ese año fundaron un comercio de joyería y relojería que luego derivó en un majestuoso edificio neogótico en la esquina de Rivadavia y Perú. El emprendimiento tuvo un éxito instantáneo y pasó a ser una referencia de su rubro, a tal punto que su popularidad llevó a Casa Escasany a convertirse en una sociedad anónima que hizo accionistas a sus 180 empleados y a abrir múltiples sucursales en el interior del país.
A dicha empresa le fue encargada la Copa América por el Ministerio de Relaciones Exteriores durante el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen, para que fuera donada a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y que este organismo la ofreciera como primer premio en el Campeonato Sudamericano de Selecciones que se desarrollaría en Buenos Aires. Se trataba de un trofeo fabricado con oro, plata, cobre y madera, de 30 centímetros de diámetro y 75 de alto y 9 kilos, por el que se pagó en francos suizos. ¿Cuántos? No pocos, claro: 3000.
“En esa época, acá había una mano de obra muy buena, muy calificada. Había grandes importadores pero también se hacía mucho acá. Entonces lo más probable es que la copa haya sido confeccionada en la Argentina por algún artesano orfebre. Los artesanos orfebres generalmente no ponían su sello, y luego Casa Escasany sellaba”, reconstruye Daniel Escasany, heredero de una tradición y una pasión.
El primer seleccionado que levantó el viejo trofeo fue Uruguay y esa pieza original es exhibida desde hace más de cuatro décadas en el Museo del Fútbol que se encuentra en el Estadio Centenario, de Montevideo. “Tenemos la primera copa, de 1916, desde que se fundó el museo, el 15 de diciembre de 1975”, afirma para LA NACION Gerardo Cal, vocero de la institución. Además, en la sede de la Asociación Uruguaya de Fútbol se encuentra el trofeo que desde 1979 –cuando lo ganó Paraguay– lleva una base de madera con las placas de los campeones. Uruguay pidió a Conmebol conservarlo definitivamente, tras consagrarse en Argentina 2011, por decimoquinta vez. Cal, que respira historia todos los días en el museo, no sale de su asombro por tanta gloria: “Que un país de tres millones tenga 15 Copa América, dos campeonatos del mundo y dos olímpicos… Ni nosotros podemos creerlo”, destaca.
De este lado del Rio de la Plata se vive una época más austera en cuanto a éxitos en el nivel de selecciones. Como la posibilidad de ganar un mundial luce cada vez más lejana, la Copa América, que la Argentina ganó en 14 ocasiones, aparece una vez más como la chance de quebrar el maleficio de Lionel Messi y el del equipo albiceleste, que no levanta un trofeo desde 1993, cuando festejó con este mismo tras vencer por 2-1 a México en Guayaquil con dos golazos de Gabriel Batistuta. Dos años antes había hecho algo similar en Santiago.
“Tanto en Chile como en Ecuador levanté el mismo trofeo y desde hacía mucho tiempo no se lo ganaba. Algo parecido a lo que puede ocurrir este sábado”, recuerda para LA NACION Oscar Ruggeri, que llevó la cinta de capitán desde 1991 hasta el regreso de Diego Maradona a la selección para el repechaje con Australia rumbo al Mundial de Estados Unidos, en 1993. Por esos días la copa era un poco más ligera, ya que tenía apenas dos anillos de madera en la base. “En ese momento la levantaba con una mano, pero como fueron agregando lugar abajo para los escudos de los ganadores, se hizo mucho más pesada. El otro día estuvo en el canal [ESPN]; la levanté con una mano y me costó más”, enuncia el ex defensor.
Messi presenció cómo Gilberto, en Venezuela 2007, y Claudio Bravo, en Chile 2015, levantaban esos nueve kilos a escasos metros de él. En Estados Unidos 2016, entre lágrimas y unos minutos antes de renunciar por poco tiempo al seleccionado, vio nuevamente al arquero chileno alzar el premio; en ese caso, con un diseño especial, dorado, porque era la Copa América Centenario. Quizás esta noche por fin experimente qué se siente elevar ese trofeo de génesis catalana, como la de su querido Barcelona.
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