Novak Djokovic lo tiene todo, pero sigue detrás de los pasos de Federer y Nadal (y va a superarlos)
fútbol
A esta altura, Novak Djokovic no precisa la gloria: es una leyenda. No tiene mucho más que demostrar, si lo tiene todo: cabeza, elasticidad, hambre, clase, ataque (sobre todo, defensa, una maravilla), la mejor devolución y, ya que estamos, un revés cruzado monumental. Lo tiene todo.
Está a uno de los 20 grandes, una aventura convertida en realidad seguramente mañana o dentro de un puñado de semanas; o tal vez, el año que vendrá…. No hay que ser un atrevido para imaginar que va a superar esa barrera con cierta facilidad: no tiene rivales de envergadura a la vista. Y si los hay, de vez en cuando, los derriba con su frialdad asombrosa.
Compacto de Djokovic vs. Shapovalov
Y, sin embargo, el serbio, el número 1 mundial, el finalista de Wimbledon, el ganador de Melbourne y Roland Garros (y no sería descabellado, el próximo US Open para completar la paleta de colores del auténtico Grand Slam), quiere otra cosa, más profunda y misteriosa: ser querido del mismo modo que los fanáticos adoran a Roger Federer y Rafael Nadal. Que el público se emocione con su presencia, que todo el estadio vibre con su voz.
El aura no se compra: el Gran Roger y el guerrero mallorquín saben de qué se trata. El tenis –como el fútbol, como la vida–, puede tener un tono de injusticia: ¿qué más debe hacer Djokovic para sentarse en la mesa de los galanes? En realidad, desde hace una década que está sentado al lado de los dos más grandes. Ya es uno de ellos. Pero le falta, en su interior, ese sentimiento popular masivo y genuino, exclusivamente para los elegidos. Algo que no se compra, que no se vende. Que ni siquiera se asocia con el éxito. Al menos, no exclusivamente.
En el mientras tanto, arrolla. Tiene un apetitivo voraz: en el idioma serbio, Djokovic debe ser sinónimo de triunfo. Esta vez, superó al canadiense Denis Shapovalov por 7-6 (3), 7-5 y 7-5 y se clasificó para la final de Wimbledon, en la que tendrá como rival a Matteo Berrettini, el primer italiano en alcanzar la final en la Catedral. De 25 años, nueve menos que su calificado adversario y con una potencia descomunal. Sus pelotas derriban hasta el viento.
“No hay forma de contenerse una vez que salís a la cancha, particularmente en las últimas etapas de un torneo que siempre soñé con ganar. El sueño continúa. Estoy tratando de sacar el máximo de mis propias habilidades en cada partido y ver qué pasa. Rendirse nunca es una opción”, declaró Djokovic, el optimista del tenis.
Sin Nadal, que prefiere evitar el césped; sin Federer, eliminado y que espía inexorablemente el fin; sin los cracks volátiles de la nueva camada, se acomoda Berrettini, noveno jugador mundial, que se clasificó para su primera final del Grand Slam al derrotar por 6-3, 6-0, 6-7 (3-7) y 6-4 al polaco Hubert Hurkacz. El verdugo del suizo en los cuartos de final con un atrevido 6-0 en el tercero.
“Nunca había soñado con esto, era demasiado grande… Pero ahora que lo estoy viviendo, ¡tengo que creerlo!”, se pellizca el gigante (mide 1,96 metros) en fortaleza física y simpatía. Tras ganar el torneo de Queen’s, antes de Wimbledon, superó su mejor actuación en un Grand Slam, que eran las semifinales del Abierto de Estados Unidos de 2019. En Wimbledon participa por tercera vez y su mejor resultado era un duelo de octavos de final en 2019. Aquella vez, fue derrotado con contundencia (6-1, 6-2 y 6-2) por Federer. En el saludo en la red, el italiano mostró su chispa y ambos sonrieron. “Le agradecí a Roger la clase de tenis que me había dado y le pregunté cuánto le debía…”, aclaró luego en la conferencia de prensa.
Síntesis de Berrettini vs. Hurkacz
El acceso de Berrettini a la final del All England confirma el crecimiento de los italianos en el circuito, como Jannik Sinner, que alcanzó los octavos de final en Roland Garros, Lorenzo Sonego, Lorenzo Musetti y la vigencia del irascible y talentoso Favio Fognini. El último que había llegado a una final de Grand Slam fue Adriano Panatta en 1976, cuando conquistó Roland Garros. Es un fin de semana ideal para el deporte italiano: unas horas más tarde, el seleccionado de fútbol se cita con Inglaterra, en Wembley, por la final de la Eurocopa.
Matteo se mezcla en la efervescencia casi exclusiva de Djokovic. Siempre hay espacio para las sorpresas: el deporte se nutre de ellas. Pero… El título alcanzado en Roland Garros, incluida la hazaña de ganarle a Nadal en el patio de su casa y luego de perder el primer parcial, le abrió un mundo a Nole. Sólo cuatro jugadores en la historia ganaron el Australian Open, el abierto francés y Wimbledon en el mismo año (Jack Crawford en 1933, Don Budge, en 1938, Lew Hoad, en 1956, y Rod Laver, en 1962 y 1969): Djokovic buscará ser el quinto, y el primero en lograrlo en más de medio siglo. Si conquista Wimbledon y luego el US Open, será el tercer varón en la historia en obtener el mítico Grand Slam; esto es, los cuatro grandes en un año, después de Budge, en 1938, y Laver, en 1962 y 1969.
Puede haber más: si a esos logros le suma el oro en los Juegos Olímpicos de Tokio, será el primer hombre en lograr el Golden Slam, una rareza que sólo logró la alemana Steffi Graf en la rama femenina en 1988. También apunta a terminar en el número 1 al final de la temporada: de lograrlo, mejorará la plusmarca de seis temporadas al tope del ranking que Pete Sampras había conseguido en 1998, y al que igualó a fines de 2020.
Lo tiene todo. Y sigue buscando.
La final de Zeballos y la femenina
La australiana Ashleigh Barty, primera preclasificada, y la checa Karolina Pliskova, octava, jugarán desde las 10 de la Argentina la final femenina de Wimbledon. Barty, de 25 años y ª1 del ranking, ganó Roland Garros 2019. Pliskova, de 29, fue Nº 1 en 2017, pero no cuenta con ningún título de Grand Slam. Disputó la final del Abierto de Estados Unidos 2016, que perdió contra la alemana Angelique Kerber.
Luego de las finales de singles y dobles femeninas, aproximadamente a las 14.30 de Buenos Aires Horacio Zeballos y el español Marc Granollers, cuartos favoritos, protagonizarán el encuentro decisivo del dobles de varones ante los croatas Nikola Mektic y Mate Pavlic, primeros.
En tanto, el defensor del título en tenis adaptado, el argentino Gustavo Fernández, perdió contra el local Gordon Reid por 6-4, 0-6 y 6-2 una semifinal. En las próximas semanas el riotercerense participará en los Juegos Paralímpicos de Tokio.
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