Escolaridad: los desamparados de siempre
Se ha consumido la mitad del año y aún continúan las controversias respecto del sistema escolar en la provincia de Córdoba. Presencia de los alumnos en las aulas, educación virtual o un esquema de alternancia. Esa parece ser la cuestión por resolver.
Lo que queda fuera de toda discusión es que la pandemia ha tenido un impacto demoledor sobre todas las actividades imaginables en el marco del desarrollo de la comunidad.
Y la educación, en sus distintos niveles, no ha sido la excepción. Una situación forzada que se cobró casi todo el ciclo lectivo 2020 y que parece encaminada a complicarse también en lo que queda del período actual.
Sin embargo, de una u otra forma y como ya es habitual, la crisis educativa golpea con mayor vehemencia sobre los sectores sociales más vulnerables. Y profundiza las desigualdades.
Vale mencionar, en ese sentido, que en las escuelas ubicadas en las zonas más empobrecidas de la ciudad de Córdoba, la enseñanza virtual es un desafío de casi nula concreción, en función de que la mayoría de los alumnos no tiene las herramientas para conectarse a las plataformas de internet (por caso, una notebook o una tablet). O se manejan con sistema de WhatsApp en celulares con módica capacidad de almacenamiento para descargar los archivos.
Ahora bien: más allá de estas privaciones informáticas, ¿es factible progresar en el aprendizaje establecido en las propuestas de los docentes a través de un teléfono celular de baja gama?
La realidad es cruel y hay datos elocuentes que deben poner en alerta a los gobernantes: en las zonas más pobres de la Argentina, sólo uno de cada 10 niños tuvo en 2020 la oportunidad de acceder a clases a través de las plataformas digitales.
Como dimos cuenta en una nota publicada días atrás, un informe elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina y Cáritas Argentina pone el foco sobre la enorme brecha social, que en rigor excede a la educación.
El estudio advierte que en el grupo social bajo marginal de la población, apenas 1,7 por ciento de alumnos tuvo acceso a soportes digitales en 2020. En tanto, en el sector alto, ese indicador trepó al 72 por ciento. Es de inferir que de ahí a la deserción escolar de los más vulnerables, hay un corto trecho.
Pero siempre habrá un atisbo de solución al margen de los zigzagueos oficiales. La referida nota periodística señala que el obstinado personal docente de los niveles primario y secundario confecciona cuadernillos con propuestas al estudiantado de bajos recursos que son entregados a domicilio por ellos mismos o por algunos emisarios voluntariosos.
Para los grupos vulnerables, no hay virtualidad: hay trabajo a distancia, observa Carina Garay, directora de la escuela primaria provincial Ricardo Nassif.
Los estragos del coronavirus reactualizaron las desigualdades sociales que hunden en la desesperanza a millones de argentinos. El Estado y la política no pueden permanecer ausentes, ya no sólo en el derecho básico a la enseñanza escolar.
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