Susan Downey, sobre Sweet Tooth: “Fue un desafío enorme y una gran oportunidad poder llevar esta historia a la pantalla”
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“¿Cómo es tener mamá?”. “Es como tener papá, pero mejor”. El diálogo entre el curioso y tierno Gus y Rusty, el chico de su edad, 10 años, que acaba de conocer, ocurre en el segundo episodio de Sweet Tooth, la nueva serie de Netflix que se estrena este viernes. En ese intercambio, según su productora Susan Downey, reside el alma y corazón de toda la ficción que de esas dos cosas tiene mucho.
“Es la mejor frase de la temporada. Se lo digo todo el tiempo a Robert. Nuestro hijo es apenas menor que Gus y cuando veo esa escena entre los dos chicos pienso en él y en como, cuando viajamos, siempre hace amigos. Para conectar entre ellos los chicos no necesitan de juguetes sofisticados o aparatos electrónicos. Solo precisan de su imaginación, unos palitos o, como en el caso de la escena, una pista de trenes”, dice Downey que para muchos puede ser la esposa de Robert Downey Jr., la mamá de sus dos hijos menores y, dicho por el actor mismo, quien finalmente lo ayudó a dejar atrás sus días de caminar pegado al precipicio y los excesos de las drogas.
Pero claro, antes de ser la mujer detrás de Iron Man, Downey era Susan Levin, una productora con una promisoria carrera en Hollywood que poco tiempo después de casarse con una de las estrellas más taquillera del cine decidió crear Team Downey, su propia compañía de producción en la que el matrimonio se ocupa de llevar a la pantalla historias que los divierta y emocione. Y así llegó a sus manos el cómic Sweet Tooth, escrito por el galardonado autor y dibujante canadiense Jeff Lemire.
“Cuando vi la historieta sobre mi escritorio me llamó la atención su tapa con la imagen de este chico con astas, orejas peludas y vestido con una camisa leñadora. Me puse a leerlo y de inmediato me enamoré de Gus y de lo que su aventura representa. Era un desafío enorme y una gran oportunidad poder llevar esta historia a la pantalla. En Team Downey siempre buscamos relatos con personajes que están algo corridos del centro y maneras novedosas de abordar historias universales. Y ciertamente Sweet Tooth es algo distinto a lo conocido, no hay nada como este programa en la TV hoy en día”, explica Downey, que durante la charla con LA NACION volverá una y otra vez a subrayar su interés y fascinación por aquellos personajes peculiares que existen en los márgenes y que, para su productora, merecen estar en el centro de la escena. Cualquier similitud con la historia de su talentoso marido, no es una mera coincidencia.
La acción de la serie de siete episodios comienza en medio del caos. Un virus extremadamente contagioso y mortal que nadie sabe de dónde provino provoca una pandemia al mismo tiempo que todos los bebés recién nacidos resultan ser híbridos entre humanos y animales. Como Gus, una tierna mezcla de ciervo y humano. La conexión entre ambos fenómenos transforma el mundo de manera drástica, con los humanos viviendo en constante miedo y aislamiento y los híbridos como presas de caza a eliminar de la faz de la Tierra. Y si la mención de un virus y una pandemia resulta oportunista dadas las circunstancias actuales, lo cierto es que, para sorpresa del creador de la serie, y sus productores se trató de una extrañísima coincidencia.
“El año pasado, cuando estábamos en proceso de posproducción, nos mandábamos todo el tiempo links de las locas historias de animales apareciendo en lugares donde no suelen estar, pero esta ficción fue escrita a principios de los 2000 y los guiones de la serie estaban prácticamente terminados antes de que se declarara la pandemia. Sin embargo, creo que la situación global subrayó el mensaje que queremos transmitir. Porque hablamos de las oportunidades que surgen frente a la adversidad, de la posibilidad de reconstruir algo más fuerte, mejor de lo que teníamos y donde la naturaleza reclama su espacio perdido. Y donde Gus y los otros híbridos nacen tal vez para representar una mejor parte de la humanidad. ¿Son el siguiente paso evolutivo?”, se pregunta Downey, que junto a su equipo el año pasado produjo la nueva versión Perry Mason.
Lo cierto es que durante cinco años el director y guionista Jim Mickle trabajó para encontrar el justo equilibrio entre la ternura que irradia el protagonista criado por su padre en medio del bosque, escondido de los depredadores que intentan eliminar a todos los híbridos, y los aspectos más oscuros de un relato que incluye comunidades cerradas en las que cualquier sospecha de contagio se castiga con la muerte y la experimentación científica más cruel. De un lado de la balanza está el pequeño Gus, interpretado por Christian Convery, constantemente fascinado por lo que el mundo tiene para ofrecer, y del otro Jepperd (Nonso Anozie), el exjugador de fútbol americano devenido en cazarecompensas con el que emprende una búsqueda peligrosa en pos de un lugar seguro que podría no existir.
“Trabajamos mucho para encontrar ese equilibrio. La idea del programa es cubrir un espectro completo de emociones y de mostrar cómo la gente lidia de maneras distintas ante ciertas situaciones. Así que era importante para nosotros calibrar la narración para que no fuera todo optimismo y esperanza, aunque ese sea el punto de vista de Gus, nuestro protagonista. Al mismo tiempo tuvimos que ser muy cuidadosos sobre cuán oscuro podía ser el relato, porque queremos que sea una serie para ver en familia sin dejar de lado que buscamos que los adultos entiendan la profundidad de lo que estamos contando”, explica la productora, que sonríe cuando se le recuerda que esta es la segunda vez en la historia de Team Downey-la primera fue en la fallida remake de Doctor Doolittle, protagonizada por su marido-, en la que se aventura a romper con la regla no escrita de Hollywood de nunca trabajar con niños o animales.
“Con el equipo que tuvimos no es algo que me preocupara. Siempre hay complicaciones en los rodajes. Si no es una cosa es otra. Pero en el caso de Sweet Tooth tuvimos grandes desafíos, pero aún más grandes oportunidades, como el hecho de lograr que los híbridos se vieran bien y no resultaran un truco efectista de maquillaje. Se trataba de darles un sentido de autenticidad. Siempre nos preocupa eso, crear un mundo, ya sea en las películas de Sherlock Holmes o en esta serie, en el que los espectadores puedan sumergirse, que se sienta como un lugar real. En este caso, la idea de este cuento de hadas distópico en el que la naturaleza avanza e invita a la aventura nos permite además explorar temas y sentimientos de una manera original”, dice la productora que sabe que su marca, esa receta que es propia de la unión de los Downey, son esas criaturas singulares, algo extrañas y tan repletas de emociones como las que siente el pequeño Gus cuando prueba su primera golosina y se gana el apodo de “sweet tooth”, al comienzo de su fantástica aventura.
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