Enigma: la muerte del chofer acumula preguntas, y las respuestas aún no convencen
Los interrogantes se acumulan, se superponen, algunos se amplían, otros disparan más preguntas. Las respuestas completas, por ahora, no llegan. Y si llegan, no convencen del todo; o bien no acaban con el interrogante o, incluso, generan otras preguntas. Y el esquema se amplía.
Ese es el cuadro de situación, por ahora, en la muerte del colectivero Gustavo Cuello (43), padre de dos jóvenes, quien fue encontrado muerto el pasado jueves al filo de la medianoche en una colectora del barrio Villa Boedo, al sudeste de Córdoba capital.
A cuatro días del hallazgo del cuerpo, los investigadores lamentablemente aún no pueden dar respuesta concluyente a la pregunta inicial: ¿lo mataron o se mató?
La única certeza es que el hombre fue aplastado por un vehículo, presumiblemente el mismo colectivo de la empresa Ersa que manejaba y en el que estaba llegando (sin pasajeros) a la mitad de recorrido, para luego emprender la vuelta a Cabo Farina.
Cuello, se presume, habría sido arrollado por las ruedas duales de la misma unidad. El hombre presentaba cortes en brazos. Nada más.
Lo único que está descartado es que haya sido un accidente.
Como si se tratara de un abanico que se abre, en uno de los extremos podría ubicarse la hipótesis de máxima: un homicidio en ocasión de robo. En el otro, una autodeterminación, con un método poco usual.
Otra posibilidad que se baraja desde el viernes es una venganza. Esto se abona en unas acusaciones por supuestos abusos que habría cometido el colectivero a una chica de su entorno, según deslizaron desde algunos ámbitos de su familia.
De todos modos, esta posibilidad, si bien se mantiene en pie, no es una de las principales hipótesis.
“No surge hasta el momento la presencia de terceros en el caso. De todos modos, hay que seguir investigando”, es una frase que se repite por parte de distintas fuentes de la causa.
El punto que más desvela a los pesquisas, tanto de la División Homicidios de la Policía como a quienes trabajan en la fiscalía de Tomás Casas, es que el celular del colectivero no ha sido encontrado.
Pese a los distintos operativos y rastreos realizados, no aparece.
Cuello, momentos antes de haber muerto atropellado, había estado intercambiando mensajes con su padre, Ricardo Cuello. Estuvieron hablando de temas triviales.
Cuello padre y otro sector de la familia ahora mantienen silencio.
Hipótesis en danza
Crimen en un robo. Es la hipótesis que se barajó desde la misma noche, la cual fue abonada por choferes y el propio sindicato. Los trabajadores del transporte y los delegados remarcaron que los robos contra unidades son permanentes y se quejaron por la falta de custodia.
Desde la Policía, se recomendó que Ersa incorporara, como hacen otras empresas de transporte, cámaras y botones antipánico.
La presunción del robo se alimentó por la desaparición del celular. De todos modos, no hay más faltantes.
Si bien a Cuello le faltaba la billetera, se supo que no la usaba.
Respecto a los robos, los choferes insistieron en que los asaltos son habituales por parte de delincuentes que suben a las unidades. De todos modos, nadie recuerda que un trabajador haya sido arrojado desde el ómnibus. “Quizá estaban dados vuelta (drogados)… De todos modos, no hay testigos ni filmaciones que avalen esto”, expresó una alta fuente.
La casuística señala que, si bien suelen darse robos a choferes cuando van solos, por lo general los ladrones atacan colectivos cuando van con pasajeros, para lograr mayor botín: celulares y bolsos. Hubo colectivos desviados de su recorrido.
En el caso de Cuello, el colectivo fue hallado fuera de su recorrido.
Villa Boedo, como otras zonas, es un sector de robos y emboscadas.
El mayor escollo de la hipótesis de un homicidio es que no hay testigos que hayan visto a ladrones. Tampoco hay filmaciones que hayan captado a los supuestos agresores.
Autodeterminación. La posibilidad de un suicidio, en el otro extremo de las sospechas, se baraja desde el viernes y sigue en pie. Se basó en un supuesto estado depresivo que habría estado atravesando Cuello y que derivó en un tratamiento psiquiátrico, según fuentes de la causa.
Esta situación se habría generado, de acuerdo con voceros, tras acusaciones por supuesto abuso sexual que pesaban sobre él.
El hallazgo de un cuchillo, tal como se informó en estas páginas, en la zona del hecho (no estaba ni en el colectivo ni al lado del cuerpo), abona tanto la teoría de la supuesta autodeterminación como la del robo.
El arma blanca fue enviada a peritar. El problema es que en la zona llovió mucho y se borraron pruebas.
Cuello no dejó notas ni comentó a nadie sobre alguna voluntad final.
Testimonios y filmaciones de seguridad captan momentos previos en los que el colectivo pasa con el chofer solo: no se capta a terceros.
De haber sido una autodeterminación, el mecanismo de su muerte es llamativo para los pesquisas.
En la unidad se halló sangre, pero en escasas cantidades.
La hipótesis de la venganza. Esta posibilidad es barajada en algunos ámbitos de la investigación y fue abonada por algunos allegados a la víctima. La posibilidad haya sustento precisamente en las acusaciones por abuso que surgieron contra Cuello y por ciertos mensajes que fueron escritos en redes sociales.
En esa hipótesis, la sospecha es que eventuales personas podrían haber sorprendido a Cuello aquella noche, sabiendo que iba solo en un sitio apartado y podrían haberlo atacado. No hubo disparos.
De todos modos, esta posibilidad, si bien sigue latente en la pesquisa, pierde sustento. “Los ajustes por ‘broncas’ no tienen esa mecánica. Cuando alguien mata en venganza, no deja ‘grises’”, comentó una fuente.
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