La Voz del Interior @lavozcomar: Poliamor: El amor además del amor

Poliamor: El amor además del amor

La palabra “poliamor” comenzó a estar en los medios y en la conversación pública cuando salieron a la luz los pormenores de la relación que Florencia Peña acordó con su pareja Ramiro Ponce. Una supuesta “tercera en discordia” entre ellos desató un escándalo mediático del que sólo quedaron anécdotas, confusión y sirvió para alimentar las fantasías más hondas del patriarcado.

A modo de ejemplo vale recordar una escena cumbre. Peña, sentada en la mesa de Mirtha Legrand, dijo que tanto ella como su ahora marido mantenían relaciones con personas externas a la pareja porque querían ser fieles a su “naturaleza” y “honestos” entre ellos. Sin entender mucho, Mirtha le dijo que no era común aceptar que otras personas tengan relaciones “con tu marido” y cuando se quiso profundizar un poco más en el debate, ella lo clausuró asegurando: “Yo soy de otra generación y opino distinto”.

Después de eso, y para coronar los malos entendidos, el término poliamor quedó asociado en buena parte de la opinión pública con la apertura sexual de las parejas hacia otras personas. ¿Y los vínculos afectivos? bien, gracias.

En su libro
El desafío poliamoroso
, recientemente editado en Argentina, la ensayista catalana Brigitte Vasallo se encarga de complejizar el asunto y aclarar que el poliamor no es equivalente a las relaciones sexuales con varias personas a la vez, así como tampoco lo es la poligamia. Son todas formas distintas de etiquetar y vivir los vínculos.

En diálogo con Número Cero, Vasallo dice que la confusión entre los términos puede partir del desconocimiento, pero que no es casual la forma superficial con la que se tratan.

Cuando el asunto comenzó a ponerse de “moda” del otro lado del Atlántico, Vasallo llevaba dos décadas teniendo relaciones no exclusivas, pero sin manifestarse políticamente al respecto. Sin embargo, el tema comenzó a interpelarla desde su lugar de filósofa y analista y decidió llevar la causa al terreno del activismo.

“Cuando empezaron a calar hondo los discursos más neoliberales, liderados por hombres blancos cis, de clase media, gurúes, sentí la necesidad de entrar en otros lugares, de explicar cosas. Por otro lado, fue una elaboración personal sobre algo que simplemente había ido pasando en mi vida y sobre lo que no necesariamente había puesto el foco. Tuve la necesidad de elaborarlo de una manera política y más consciente”, dice.

Lo personal es político

Esta frase de cabecera de los feminismos viene a ser completada por Vasallo parafraseando a un amigo. “Es verdad que lo personal es político pero lo íntimo es privado”, dice ella. Y agrega: “En una época en la que el capitalismo nos pide que todo se lance a la esfera pública, que nuestra esfera privada sea expuesta y esté sujeta al capital social y al capital erótico de las redes sociales, hay que hablar de estos temas con el cuidado que merecen”.

Por eso, en su libro no hace hincapié en satisfacer el morbo de quienes quieren saber cómo se hace para mantener varias relaciones sexoafectivas a la vez, si no más bien en analizar los sistemas sobre los que se cimientan los vínculos amorosos.

Entre esos pilares está el “amor romántico”, “la heterosexualidad” y “la monogamia”. Todos ellos intrínsecamente ligados, atravesados por el capitalismo y el patriarcado y puestos hoy en cuestión gracias a los distintos movimientos sociales.

“El régimen heterosexual, que no tiene que ver con la práctica pero la incluye, está ligado a la monogamia porque nacieron y crecieron simultáneamente y están unidos al capitalismo y a los procesos coloniales, se van construyendo de manera simultánea y se van desmontando un poco también de manera simultánea”, dice Vasallo.

Y agrega: “Los sistemas tienen algo interesante y es que son adaptativos, a cada grieta hay un resquebrajamiento del sistema que se adapta para seguir funcionando”.

Sexo y amor, diferentes

En ese sentido, la investigadora del Conicet y doctora en Psicología Débora Imhoff asegura que primero hay que advertir que sexo y amor son cosas distintas y que históricamente en el terreno sexual los varones han sido grandes beneficiarios de la “permisividad social”.

Imhoff, quien también es prosecretaria de Género, diversidad y feminismos de la Facultad de Psicología de la UNC, dice que estas discusiones no son nuevas, pero se han popularizado gracias a los movimientos de mujeres.

“Lo nuevo es que ese proceso se está masificando. Estas narrativas sobre las relaciones sexoafectivas son cada vez más frecuentes. El amor romántico, por ejemplo, es uno de los pilares de la dominación y subordinación de las mujeres, es la base sobre la cual se sostienen muchas prácticas machistas y violentas. Con lo cual, la expansión de su cuestionamiento es una buena noticia”, dice.

Sobre cuál de esos pilares es necesario desmontar antes para ampliar las prácticas afectivas y construir relaciones sin dominación, Vasallo responde: “Está todo atravesado por el capitalismo. Yo como analista diría ‘vamos a hacer lo que podamos’, no creo que se puedan desmontar las cosas si no tenemos presente cómo las piensa el capitalismo”.

Entonces la psicóloga asegura que el debate se pone más interesante cuando ademas de “poliamor” pensamos en términos de “amor libre”: “El primero pone el énfasis en una relación afectiva con más de una persona, mientras que el segundo busca subrayar que es posible amar por fuera de la trama del amor romántico o de formas exclusivas, posesivas y codependientes”.

Desde esta segunda mirada, se puede estar con una o varias personas, pero buscando tener un vínculo que esté librado de estas limitaciones.

¿Qué es natural y qué no?

En el último tiempo estas discusiones se caldearon al calor de las tendencias que decían que la monogamia no es “natural” en la especie humana, mientras una investigación de la Universidad de Texas dirigida por Hans A. Hofmann dedicó cuantiosos fondos a estudiar a las especies animales “monógamas” para tratar de encontrar un “gen común”.

Para Vasallo investigar si la monogamia es natural en nuestra especie es correr el foco y en su libro asegura que el problema no es el sistema monógamo y sus prácticas sino su obligatoriedad. “Más que preguntarnos por la naturalidad de la monogamia, más vale preguntarnos por su consistencia”, dice.

Sobre eso Imhoff, agrega: “La forma en la cual aprendemos a amar, en la que anhelamos ser amados o amadas, es aprendida. Es un patrón cultural que aprendemos en el marco de nuestro proceso de socialización, viendo a otros, vinculándonos con producciones culturales (libros, series, novelas, cine), en contacto con los medios de comunicación, lo que nos enseñan en casa o en la escuela, y nuestras propias experiencias”.

Cultura monogámica

Para Imhoff ese repertorio cultural sociohistórico específico hace que en lugar de hablar de monogamia haya que hablar de “cultura monogámica”. Y asegura que como discurso hegemónico se presenta “como la única opción posible, como una opción incluso obligatoria, pero no significa que no podamos cuestionarlo”.

Sobre eso Vasallo se encarga de decir que para conseguir relaciones poliamorosas hay que desmontar la idea de exclusividad, pero además romper con la pirámide de la jerarquización, de que hay un vínculo que vale más que otro.

De ahí que la relación que expuso públicamente la actriz Florencia Peña no se encuadra dentro de estas perspectivas. Según sus propias declaraciones, Peña y su marido valoran por sobre cualquier otro “desliz” la pareja que han construido juntos. En su caso no hay poliamor, hay simplemente una pareja abierta.

Sobre eso Imhoff dice: “El amor requiere de otros compromisos. Pero a veces eso ha llevado a suponer que por contraposición en el sexo no los hay, más aún en el sexo casual. Eso debe ser revisado a la luz de una mirada ética. El sexo, aun con alguien a quien no le tenemos ni una pizca de afecto, debe cumplir requisitos: el consentimiento y un compromiso con el respeto por la otra persona en todo lo que pase en ese rato y después”.

La palabra “fidelidad” vine a meter cola cuando se ponen en juego en estas cuestiones. Vasallo dice que la otra cara de esa moneda es el miedo a la soledad exacerbado en un mundo individualista en el que todos alguna vez se sienten solos y necesitan aferrarse a una promesa.

“Es el sistema capitalista y colonial nos a quitado otras formas posibles de vida más comunitarias que ya existían y estaban funcionando. Eso nos ha dejado solas y desamparadas, ¡cómo no le vamos a tener miedo a la soledad con este panorama que hay a nuestro alrededor!”, dice.

El desafío

Para Vasallo el camino hacia relaciones más libres estuvo truncado por la pandemia que “se gestionó reforzando el pensamiento monógamo” que establecía a la casa familiar como un lugar seguro y a ese núcleo humano como el más importante: “Una estrategia es construir y recuperar la comunidad que no es algo nuevo. Lo que se nos ha arrancado”.

«Una estrategia es construir y recuperar la comunidad que no es algo nuevo. Lo que se nos ha arrancado. Eso ya me parece un paso», dice y asegura que no tiene respuestas concretas y cerradas ya que las nuevas relaciones deberán estar basadas en situaciones contextuales.

Sobre su experiencia poliamorosa, dice: «Pensábamos que todo este camino para era para tener cinco novias, pero nos hemos dado cuenta de que una de las cosas que han sucedido es que nos separamos mucho mejor, de una manera más amable, acompañadas, mucho menos violenta y eso es un cambio trascendente en nuestras vidas. A lo mejor no es el cambio más sexy que esperábamos. Es una revolución pequeñita y muy profunda al mismo tiempo».

Y propone: “Si vamos a desmontar la monogamia entonces tenemos que preguntarnos: quién puede hacerlo, para qué, por qué queremos hacerlo y qué consecuencias positivas y negativas tiene”.

Sobre esto, Imhoff agrega que no es tarea fácil por el miedo a lo desconocido: “No tenemos otros repertorios amorosos tan a la mano, conocemos pocas experiencias de otras personas y no lo vemos en nuestra vida cotidiana ni en las producciones culturales. Así que no sabemos cómo hacerlo. Hay personas que no se sienten amadas si no es con exclusividad, ya que la monogamia genera la falsa ilusión de que la otra persona te va a querer siempre sólo a vos, y sabemos que tal promesa es imposible”.

Y cierra: “Ni el deseo ni el amor se agotan siempre en una sola persona, porque se puede amar y desear a varias personas al mismo tiempo, y que la otra persona te ame o no, no depende más que de lo que siente por vos, no de lo que siente por otros”.

Más información

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Ilustración de Leicia Gotlibowski

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