Pensar en las vacaciones, pero también cuidarse
2020 fue un año particular como ninguno antes. Un año en el que, de la mano del aislamiento preventivo, de la enseñanza mediada por tecnologías y del teletrabajo, se vieron modificadas muchas de nuestras formas habituales de ordenar la cotidianidad.
Pero la pandemia no ha terminado, lo que nos enfrenta a unas vacaciones con cuidados y reparos y, por ende, con cierto estado de alerta, sin la total distensión que buscamos obtener en este período del año tan esperado por las niñas y niños.
Aun en este marco resulta importante poder descansar y encontrar espacios de disfrute, nuevas rutinas ya no marcadas por las obligaciones escolares o laborales, sino por la posibilidad de actividades placenteras y de encuentros.
Pero siempre en el marco de los necesarios resguardos, que posibiliten la diferencia entre el tiempo escolar/laboral y el tiempo de vacaciones, contraste que se vuelve fundamental luego del largo período en que casi todo ocurría en casa: estudio, trabajo, juego, etcétera.
Aunque la pandemia aún continúe y las actividades se vean restringidas respecto de lo que estábamos acostumbrados a realizar antes de 2020, es importante lograr esa diferencia que establezca una discontinuidad y corte con el año que atravesamos
El efecto reparador no está solo en “tener vacaciones”, sino en poder modificar las rutinas, en conectar con deseos que habitualmente son desoídos y con aquello que sí es posible disfrutar más allá de los cambios y recaudos que impone la situación epidemiológica.
*Psicóloga
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