¿De nuevo con problemas los argentinos?
La ilusión había renacido. Una vez más la esperanza embargaba los corazones de la mayoría de los argentinos. Los sistemas políticos económicos de las últimas décadas, lejos de mejorar la pobreza y la indigencia, las venían incrementando.
Habíamos entendido que las políticas populistas no solucionaban los problemas de fondo del país. Que las “ayudas” no funcionaban y, más aún, aumentaban persistentemente la decadencia. Perjudicaban más a los que decían apoyar, y también muchos entendimos que no basta con asistir económicamente a quienes lo necesitan; es menester, es fundamental, proporcionar fuentes de trabajo, para que a la vez de solucionar ellos mismos sus necesidades personales, produjeran, volcaran al mercado más bienes y servicios.
Porque la gran diferencia que nos separa de los países que tienen en promedio un nivel mejor de vida que el nuestro es que aquellos producen y aportan más riquezas al mercado; la gente puede elegir entre varios productos de semejantes características y calidades, y así entra a funcionar a pleno el equilibrio de precios por el imperio de esa fuerza mágica que se denomina “oferta y demanda”.
Si alguien produce o fija precios mayores a los existentes en el mercado y hay suficiente oferta de tal o cual bien, tendrá que mejorar sus precios o no venderá. Y esto lo hará sucumbir en corto tiempo.
Todo eso habíamos aprendido, y nos había invadido la dicha de pensar que alguien con criterio y conocimientos venía a mejorar todo un sistema perverso de decadencia.
Aunque siempre se sospechó, pudimos también conocer y confirmar la cantidad de actos de corrupción que reinaba en todos los estamentos políticos. Estas pérdidas de riqueza, que sólo proporcionaban mejoras a los delincuentes, eran dinero que incrementaba la emisión monetaria, producto casi exclusivo de la creación del impuesto inflacionario, que perjudica más que nadie a los sin recursos, a los asalariados, a las personas que no se pueden defender cubriéndose con valores estables, simplemente porque no les alcanza ni siquiera para cubrir sus necesidades más elementales. Una solapada injusticia.
El pueblo se volcó así de manera mayoritaria a favor de cambiar ese perjudicial esquema, tras las promesas de revertir todo un sistema.
Y con ese pensamiento mayoritario asumieron las nuevas autoridades nacionales. En apenas un año, ocurrió lo que habían prometido y que casi nadie pensaba posible.
Medidas acertadas
Simplemente con evitar la corrupción, con quitar los gastos superfluos del Estado, con ordenar el gasto público, con sacar prebendas e incentivos políticos, se evitó una inminente hiperinflación, se pudo detener la emisión monetaria sin respaldos. Y por eso mismo descendió la inflación en forma abrupta, desde un 25,5% en diciembre de 2023 a los valores actuales en torno del 2% mensual.
También descendió increíblemente el riesgo país, desde los 1.600 puntos tocados en 2023 a los 720 puntos de estos días.
El nivel general de precios también respondió y responde a la baja, se redujo la planta de empleados públicos, se suspendió la pauta oficial, se logró el déficit cero después de muchas décadas, se dio un nuevo enfoque a la seguridad y se desregularon numerosas normas que entorpecían la actividad económica y eran elementos necesarios para la corrupción, entre otros importantes avances.
Muchos temas positivos se han conseguido, con no pocos esfuerzos, que denotan el verdadero y acertado camino hacia el ordenamiento total de la República.
Medidas no tan acertadas
De las mejoras implantadas, sólo hay algunas con las que no coincidimos totalmente. Por ejemplo, la paralización total de la obra pública, ya que en muchos casos esta es sumamente necesaria y la actividad privada, por definición, no puede llevarla adelante. Para señalar un caso actual, la canalización para evitar catástrofes como la ocurrida a nuestros hermanos de Bahía Blanca, de realizarlas únicamente los privados no habría forma de recuperar esa gran inversión cobrando por años algún peaje, algún canon o tarifa. ¿En función de que parámetro de uso se podría recuperar? No hay forma.
Y técnicamente hablando, tampoco coincidimos con haber bajado el crawling peg, la tasa de ajuste del tipo de cambio, del 2% al 1% mensual. Nos pareció algo apresurado; se debería haber esperado un tiempo, hasta que se equilibraran los valores de los dólares alternativos con el oficial. La medida ya estaba, ¡no había que modificar nada!
Errores para corregir
A la par que hemos avanzado, y mucho, vemos diariamente que se cometen innumerables errores o torpezas políticas, producto de ansiedades o de apresuramientos, que crean incertidumbre y quitan confianza al pueblo. Y más que nada a inversores, de quienes dependemos, aquí y en el mundo, porque la inversión es la única creadora de mayores niveles de empleo y de incrementos en la producción y riquezas.
Estamos a tiempo de corregir pequeños detalles, pero que hacen a la seriedad con que se debe manejar la cosa pública, y así evitar fortalecer las malas políticas que han existido en las últimas décadas y que causaron tanto daño y retraso a nuestra querida Nación.
Reconocimiento por preservar
Entre tantos éxitos macroeconómicos logrados, no admiramos a la nueva administración por las acertadas medidas económicas aplicadas, porque son propiedad de las ciencias económicas. Lo que sí debemos reconocer es el coraje político aplicado, sin importar las consecuencias electorales o sociales que esas decisiones podrían traer aparejadas en un futuro mediato. Un desprendimiento que sí debemos valorar. Dios los ilumine, por el bien de todos.
* Contador público, licenciado en Ciencias Económicas y exprofesor adjunto de la UNC
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