La Voz del Interior @lavozcomar: El imperio de la sinrazón

El imperio de la sinrazón

No es casual que en estos tiempos, y cada vez con mayor frecuencia, se sucedan las alusiones a El huevo de la serpiente, título de aquella película de Ingmar Bergman de 1977 que aludía a la génesis del fascismo. Al igual que en los huevos de serpiente, el fenómeno del totalitarismo se transparentaba –sin que nadie pareciera verlo– en esa deriva social que hoy denominaríamos demencia fingida.

Los detalles –muchos de trazo grueso, cuando no simplemente groseros– se suceden mientras no pocos se aferran a la ilusión de que todo es un puro simulacro y las palabras no habrán de cristalizarse en hechos.

Las palabras, esas herramientas de supuesta inocencia, juegan en este proceso un rol central. Puede que por ese motivo la decisión del gobierno de Donald Trump de cambiar arbitrariamente el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América (en realidad, de Estados Unidos, porque a eso alude en inglés el sustantivo America) merezca una lectura que vaya más allá del forzado histrionismo de un presidente que, como otros exponentes de la época, actúa siempre para las cámaras, estén estas encendidas o no.

Cambiar un nombre que figura en los mapas desde hace más de 400 años tiene poco de casual y sólo puede ser traducido como la expresión de una nueva gesta imperial que se apropia de nombres porque la primera operación de los autoritarismos siempre se aplica sobre el lenguaje. Primero denomina a las cosas para apropiarse de su entidad y luego dispone de ellas a su antojo.

Es en ese plano donde el aparente capricho del primer mandatario estadounidense casa a la perfección con sus arrebatos nada inocentes sobre la anexión de Canadá, la reconquista del canal de Panamá o la adquisición de Groenlandia, sin obviar el delirante proyecto de convertir la Franja de Gaza en un gigantesco resort turístico.

Parece que estuviéramos regresando a la Roma imperial, cuando el Mediterráneo era el Mare nostrum. Que un poderoso asesor de su gestión, como Elon Musk, haya desempolvado el saludo romano luego adoptado por los camisas negras podría no ser una simple coincidencia.

Acorde con estos aires, Trump se ha dado el lujo de prohibir el acceso a sus conferencias y al avión presidencial Air Force One de los periodistas de la agencia de noticias internacional Associated Press, dado que el consorcio no acepta sustituir el nombre del Golfo de México.

Es allí donde se ven las costuras de lo que parece un capricho pero no está lejos de serlo. La clara intención es unificar el discurso informativo, regulándolo con sanciones disciplinarias. Ya se sabe: la prensa independiente es siempre blanco de los autoritarios. Una de las primeras medidas de la Alemania nazi fue el cierre de las radios y de los periódicos no alineados, dato este que muchos preferirían no recordar.

El pronunciamiento de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) sobre esta cuestión ha sido tan claro y contundente como ampliamente soslayado por una dirigencia a la vez despreocupada y timorata. Quizá ese sea el peor de los datos: no lo que otros están haciendo sino lo que muchos están dejando de hacer.

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