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La otra cara del dolor: los papás del Neonatal

Son menos visibles. No parieron con dolor, pero quedaron igual de partidos. Llegaron acompañando un vientre enorme, cargando bolso y enseres con ilusión y se fueron vacíos, como ellas. Son los papás de los bebés que fallecieron en el hospital Materno Neonatal y que esta semana también se sentaron en la silla como testigos de una tragedia que en su vida jamás se habían imaginado.

Tres fueron los que declararon en Tribunales en la segunda semana del juicio a la enfermera Brenda Agüero como presunta autora material de haber atacado a 13 bebés recién nacidos, de los cuales cinco fallecieron. Jaime, Raúl y Leandro no se conocían, pero han quedado unidos para siempre por el más desgarrador de los dolores: perder un hijo y, meses después, enterarse de que no fueron causas naturales ni un colapso inusual, sino que alguien adrede les quitó la vida.

Raúl Calderón esperaba a su tercer hijo: Francisco, falleció el 18 de marzo del 2022. Leandro Luna iba a ser papá primerizo, pero ni siquiera pudo alzar con vida a Benjamín, que nació y falleció el 23 de abril. Y Jaime Cornelio Pérez estaba orgulloso de recibir a Angeline, su primera hija con Yoselín.

Raúl

Raúl es el esposo de Vanessa, se conocen desde adolescentes. Hace años que están juntos. Tienen a Camila, de 18, y a Lautaro, de 12. Ellos nacieron en una clínica privada porque él trabajaba en una automotriz y tenía obra social. En una de las tantas crisis argentinas, se quedó sin ese trabajo y se abocó a la fábrica de sándwiches que habían tenido sus padres toda la vida.

El tercero vino de sorpresa. Vanessa cuenta incluso que los chicos no le creían que estaba embarazada, porque la llegada de un hermanito era siempre un chiste familiar. Y se fueron haciendo la idea, esperándolos todos cada vez más.

Raúl Calderón, uno de los

“Detrás de la mamá hay un papá que quiere estar fuerte y no llorar. El dolor lo llevamos adentro”, le dice a La Voz. En su testimonial en el juicio, se quebró varias veces. Una conocida de la familia que trabaja en el Neonatal les filmó un minuto a Francisco en la incubadora: era un sol, rozagante. Abría los ojitos con tenacidad. Había nacido por cesárea porque así había sido con sus dos hijos anteriores. Pero le avisaron enseguida que había un problema, que estaba en estado crítico. Lo vio entubado, lleno de cables. Se entera después de que tuvo un paro cardíaco, y de que no soportó. Durmió dos noches en el suelo, al lado de Vanessa.

En la habitación les dejaron la cuna vacía. Se fueron del hospital agradecidos, creyendo que de verdad habían hecho lo imposible para salvarlo. Sí le pareció extraño a Raúl que Francisco, ya fallecido, estuviera con otra ropa que no era la elegida por ellos. En casa ya verán que en la ranita había una mancha de sangre en el muslo derecho.

“Al principio obviamente no confiamos, pero ahora creemos que va a haber justicia”, dice. “Estoy viendo que las teorías que pone la defensa de Brenda se van cayendo con cada testimonio desgarrador de las madres. La reconocieron ya tres mamás, ya no es una, no es el fiscal Garzón… Son varias las madres que la han reconocido”, se desahoga.

Camila, con 18, los acompaña, pero Lautaro no puede entrar ni tampoco tienen edad para quedarse en la sala de juegos. “Tenemos que buscar quién lo cuide o dejarlo en la casa de un amigo y eso lo aparta, él quiere estar presente porque siente que no está ayudando”, se lamenta.

Ambos tuvieron que unirse mucho para sostener a los hijos, que también han sufrido un dolor gigantesco. Se siente fuerte, pese a todo. “Es difícil estar ahí, no hay héroes, no hay valentía, no hay nada. Te quebrás, te emocionás, se te hace un nudo en la garganta y no podés hablar”, dice repasando el momento de su declaración, el martes 14 de enero.

Leandro Luna, junto a Damaris Bustamante, papás de Benjamín, un bebé muerto el 23 de abril en el Neonatal. Ramiro Pereyra /La Voz

Leandro

Leandro Luna (37) es el papá del segundo bebé que falleció en el “Neo”. Primerizo también, como Brenda, estaba muy ilusionado con la llegada de un hijo. “Estamos todos pasando por un mal proceso, es muy duro todo esto”, cuenta. Trabajaba en una empresa que hacía mantenimiento de instalaciones de fábricas, pero hace dos semanas que lo dejaron sin trabajo.

“Es por todo esto del juicio”, entiende él. Se acuerda clarito del día del parto: fueron con los padres de Damaris y con la cuñada Laura, pero a nadie dejaron entrar.

“Ahí esa noche alguien pudo, pero a mí no me dejaron pasar”, dice. Está convencido de que, si hubiera estado presente, a Damaris no la hubieran tratado tan mal como la trataron. Nunca alcanzó a ver a Benjamín sano: cuando lo conoció, ya estaba entubado. “Él ya estaba todo canalizado, con medicamentos, ya le había dado el primer paro”, dice. Por eso no tienen una foto de apenas nacido: Damaris estuvo sola en el parto y en la sala de recuperación.

A la semana volvieron a hacer la denuncia por maltrato obstétrico, pero, según contaron en el juicio, Liliana Asís y Alejandro Escudero Salama –directora y vicedirector administrativo del hospital– los disuadieron de ir a la Policía y aseguraron que lo resolverían. Ni se les cruzó entonces pensar que la muerte de “Benja” podría haber sido intencional.

Hoy Leandro y Damaris no están juntos. “10 años de novios y nunca un problema, todos nos decían cómo hacíamos. Pero después de todo esto empezamos mal, nos afectó a los dos”, confiesa.

Leandro y Jaime, dos papás que perdieron a sus hijos en el Neonatal. Ramiro Pereyra /La Voz

Jaime

Jaime Cornelio Pérez vino hace 13 años a la Argentina desde Trujillo, Perú. En Córdoba, en el 2018, conoció a Yoselín Rojas y se enamoró perdidamente. Acá tenía un hermano contratista, que trabajaba en obras y se plegó. Los dos tienen a sus padres en Perú y ninguno de los dos volvió a su tierra en estos años, ni siquiera cuando acá la cosa se puso difícil. “Vinimos en las buenas y vamos a estar en las malas”, asegura. Dice que nunca le faltó el trabajo, aunque después de la muerte de Angeline puso una despensa y verdulería en Mariano Moreno y Deán Funes, que bautizó Angeline. “Estuvimos ahorrando unos pesos para darle una buena vida a mi bebé y, como pasó eso, bueno, nos estamos dedicando a esto”, dice.

La muerte de su beba, el 6 de junio, es la cuarta que sucedió en el Neonatal y el 10º caso de la saga fatal que se inició el 18 de marzo. Para inicios de mayo, las autoridades habían restaurado la recomendación más básica del parto respetado: que alguien acompañara a la mamá. Por eso Jaime puede pasar y presenciar el nacimiento de su hija. Él se acuerda de que no se animó a tomarle una foto, “de tan tranquilita que estaba”.

Cuando pasan a la sala de recuperación, Jaime es quien lleva a la beba en brazos. La enfermera a la que identifican como Brenda Agüero asiste a Yoselín, pero luego toma a la beba y se la lleva. Vuelve alguien después y les avisa que se había descompensado.

Así, Angeline, que había nacido a las 10.44, fallece a las 16. Nada pudieron hacer. Esta beba es la primera sobre la que hay denuncia judicial, que dio lugar a la autopsia.

“Yo quería ser papá, la buscamos”, dice. Con Yoselín armaron una familia con la hija de ella, que hoy tiene 11 años, y ahora se sumó Alexander. “Estamos todos juntos, pero falta Angeline”, dice.

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