Gustavo Piccioni: Arranca un buen año para la maquinaria agrícola, el problema es el costo argentino
La industria de la maquinaria agrícola espera que en 2025 siga la tendencia a la recuperación que mostró la segunda mitad del año pasado. Tendrá algo más de competencia importada, sobre todo de Brasil. ¿Le preocupa el dólar? No tanto. El mayor problema que tiene es el costo argentino, sobre todo por un nivel de presión fiscal que ninguno de sus competidores tiene.
A esto se refiere Gustavo Piccioni, presidente de la Asociación de Fabricantes de Maquinaria Agrícola y Agrocomponentes de Córdoba (Afamac) desde diciembre y por dos años. Junto con sus hermanos, dirigen Sohipren, que no fabrica tractores ni sembradoras, pero es un referente en materia de bombas, válvulas y otros productos oleohidráulicos para maquinaria agrícola y vial, camiones y otros usos industriales, que exporta al resto de América, Europa, África, Asia y Oceanía.
–¿Cómo es esto de que encabezás Afamac, pero no fabricás ni tractores y ni cosechadoras?
–Así es. Sohipren ingresó a Afamac en 2015 y desde diciembre me toca presidir la entidad por dos años. Tiene cerca de 70 integrantes, casi todas industrias del interior profundo de la provincia. Otra cosa buena que tiene la entidad es que está integrada por fabricantes de maquinaria agrícola y también por productores de agrocomponentes.
–¿Qué fabrican en Sohipren?
–Sohipren es una metalúrgica con casi 40 años de experiencia en diseño y fabricación de productos para la oleohidráulica, bombas y válvulas para las terminales de maquinaria agrícola y vial, la industria y el mercado de reposición. Hoy está a cargo de la segunda generación; aproximadamente 65% de la producción se exporta y 35% va al mercado nacional.
–¿A quiénes les venden?
–Case New Holland (CNH), Agco y el área de repuestos de John Deere, por ejemplo. Además, contamos con una filial productiva y comercial en San Pablo, Brasil, y una representación comercial en Santiago de Querétaro, México. En total, tenemos 135 colaboradores en Córdoba y otros 25 en San Pablo.
–O sea que Afamac reúne a toda la cadena productiva.
–Somos 70 entre fabricantes de maquinaria y de agrocomponentes, pero representamos a unas 200 fábricas en todo el territorio provincial. Este año vamos a iniciar un observatorio para precisar datos sobre la fuerza laboral que representa, su estructura y otros datos coyunturales. Es una industria muy particular.
–¿Por qué?
–Primero, son casi todas del interior del interior. Además, tiene una gran capacidad de desarrollo e innovación propia. Genera sus propias soluciones y las instrumenta, con productos que ayudan al productor y que son muy valorados en todo el mundo. O sea, sostiene la productividad con innovación y tecnología propia. A su vez, tiene un segundo valor.
–¿Cuál?
–La mayoría son empresas familiares, pymes que atravesaron dos años muy complejos y complicados sin despidos masivos, teniendo que soportar un nivel de uso de capacidad instalada del 50%. Este es un sector con un gran compromiso social, porque el personal despedido en el interior profundo tiene menos posibilidad de ser sustituido.
–Hoy la industria puso en discusión el tipo de cambio con el dólar y la presión fiscal. ¿Cómo se posicionan ustedes en este debate?
–El valor del dólar es sólo la punta del iceberg de problemas que tenemos que resolver. Hemos empezado un proceso de normalización y estamos en plena conversación. El valor del dólar desnuda muchas ineficiencias que podemos tener como país y como empresas. Lo novedoso es que ahora se puso en debate la carga tributaria, que es importante. No lo decimos sólo nosotros, los industriales, también el turismo y otros sectores. Hay una realidad que afrontar.
–¿Cuál?
–Posiblemente, a nivel macroeconómico, se puede sostener el tipo de cambio actual, lo vamos a ver cuando pueda flotar libremente. Pero a nivel industrial, para mantener este tipo de cambio, hay que poner en la agenda urgente la presión impositiva de los tres niveles: nacional, provincial y municipal.
–¿Cuál es la presión impositiva que tiene la cadena de la maquinaria agrícola?
–De 30% a 35% sin el IVA. De esto, un tercio corresponde a impuestos distorsivos de la Provincia y las tasas municipales. Llega al 40% con el IVA. Y es un problema muy complejo.
–¿Por qué es tan complejo?
–Por ejemplo, hay una parte de la producción que está afectada por Ingresos Brutos y otra que no. No es la misma tasa la que paga una industria en San Francisco que otra en Marcos Juárez. Nos hemos puesto a trabajar en todos estos temas con las cámaras industriales y el Gobierno provincial, con el cual tenemos buen diálogo, para bajar a tierra el tema y ver cómo afecta a los costos de producción.
–Esta discusión no es nueva y no ha tenido mucho avance…
–Sabemos que es un problema estructural, que no arrancó con este Gobierno, pero sí sabemos que tenemos que solucionarlo en forma urgente, porque hoy nosotros tenemos que cotizar y facturar, y los productos importados que ingresen al país no tienen la carga tributaria ni el costo laboral que nosotros tenemos. Así que estamos preparando un marco técnico para trabajar una idea que permita bajar la carga impositiva a nivel provincial, además de lo que se pueda trabajar a nivel nacional.
–¿Qué chances tiene la industria de Córdoba de avanzar en este sentido?
–Es un tema muy sensible, hay que hacer un zoom muy prudente y responsable para ver cómo se puede mejorar.
–¿Qué es más acuciante hoy para la industria: la innovación o la presión fiscal?
–La innovación, la mejora permanente y la tecnología 4.0 son cosas que la industria ya las tiene incorporadas. La tecnología de Argentina para el campo, mano a mano, puede competir con cualquiera a nivel de solución. Pero si me preguntás cuál es el problema más importante que tiene la industria, te digo que es el costo; tenemos que ser más competitivos. El caso es que la competitividad es una construcción colectiva.
–¿Qué quiere decir eso?
–Una industria puede mejorar su competitividad puertas adentro. Eso ya lo hemos hecho. Pero con una carga tributaria como la que tiene hoy Argentina en general, es muy difícil. Por más que tengamos el mejor equipo, quién lo va a comprar con una diferencia importante de precios. La competitividad es una responsabilidad de las empresas, pero también una gran responsabilidad público-privado, en los tres niveles: nacional, provincial y municipal.
–¿Esto lo vienen hablando con el Gobierno de Córdoba?
–Lo bueno es que Córdoba está un paso adelante con respecto a otras provincias. Nosotros tenemos buen diálogo con la Provincia, que está abierta a dialogar para ver de qué forma podemos solucionar.
–También está la logística…
–Sí, la logística. A una industria en Córdoba le cuesta lo mismo trasladar una mercadería en camión de Córdoba a Buenos Aires que de Buenos Aires a Europa. Pero en la escala de prioridades hay que avanzar primero por donde más aprieta el zapato, que ahora es la presión impositiva. Es lo que están poniendo en debate todas las cámaras empresariales.
–Si se abre la economía, el sector está obligado a ser competitivo.
–Claro. ¿Una empresa puede bajar un margen tan grande como los 30 o 35 puntos de componente fiscal? Una innovación te puede bajar dos o tres puntos los costos, lo cual es un montón a nivel mundial. Encontraste una aleación distinta o una solución nueva, pero a nivel de las pymes es complicado. La responsabilidad de cada empresa de ir mejorando todos los días, no queremos ni tirar la pelota afuera, pero esa gimnasia ya la tenemos. Actualmente, el entramado industrial pyme argentino no está preparado para competir, pero la culpa ¿es del tipo de cambio con el dólar?
El mercado
–Los datos de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara) muestran que el año pasado cerró 7,4% abajo de 2023, con cerca de 6.500 unidades, pero con un diciembre casi 19% por encima en la comparación interanual. ¿Cómo lo vieron ustedes desde las fábricas?
–La caída de las ventas del sector arrancó en el segundo semestre del 2022; esto tuvo que ver con una resolución del Banco Central que limitó el acceso al financiamiento bonificado a los productores del agro que tuvieran en stock de granos un porcentaje mayor al 5%. En 2023 el sector tuvo una sequía espantosa. Entonces, al factor político se le sumó el climático… y sobre llovido mojado, al comienzo de este año se le sumaron el cambio de Gobierno, la devaluación y la incertidumbre. Esa coyuntura profundizó la bajada hasta el primer semestre de este año.
–Pasó en la mayoría de los sectores, la tendencia cambió entre junio y julio.
–Sí, a partir de ahí y con la llegada del financiamiento, con estimaciones de rinde más normales de la cosecha 2024-2025, se empezó a recuperar la demanda y las ventas. Así estamos terminando el año mucho mejor que al inicio, con volúmenes similares a 2023, dependiendo de cada sector.
–¿Qué esperan para este año?
–Seguir recuperando nivel de actividad, más y mejor financiamiento, que eso ya es una realidad, y una previsión más concreta de los rindes. Ahora, la duda está en la ecuación del productor. Porque la baja de las commodities se ha profundizado.
–Y ahí caemos en el mismo tema.
–Sí, la presión impositiva que se aplica al productor agropecuario. Las retenciones a las exportaciones de granos afectan a nuestra industria de manera indirecta. A nivel mundial, la ecuación del productor, con la baja de las commodities la situación es complicada. Ahora, con la presión impositiva que tenemos en Argentina, se pone más bravo.
–¿2025 será mejor o peor que 2024?
–Nosotros vemos un mejor año que el total de 2024. No vamos a llegar a los niveles de 2021 o de 2022. Por eso, hay que trabajar en los aspectos estructurales de competitividad del productor y del fabricante, para que el productor tenga más rentabilidad y el fabricante sea más competitivo. No hay forma de llenar la capacidad que hemos desarrollado y que a nivel industrial es necesario.
–Van a tener que competir con unidades importadas.
–Claramente, vamos a un proceso de normalización. Eso significa que todos vamos a tener más competencia, lo que implica más productos importados, agrocomponentes y maquinaria agrícola, sobre todo autopropulsados, como tractores y pulverizadoras.
–¿China es una preocupación?
–Puede ser una preocupación en tractores de baja cilindrada. En el conjunto del mercado de la maquinaria agrícola, la competencia más fuerte es de Brasil, que está entre los tres grandes fabricantes en el mundo, junto con Estados Unidos y Europa. Nosotros en Argentina tenemos productos para competir, hay que trabajar en el precio, pero eso es algo que no termina en la empresa.
Entre los fierros y la música
Nombre. Gustavo Piccioni (45).
Casado con. Verónica.
Hijos. Sofía (14) y Antonella (10).
Le gusta. Jugar al fútbol (por ahora, suspendido por lesión) y escuchar música (”Debo tener la mayor cantidad de horas de uso de Spotify en la familia”, asegura).
Cargo. Socio y director comercial de Sohipren. Presidente de Afamac hasta diciembre de 2026.
Empleados. Sohipren tiene 135 empleados en Córdoba y 25 en San Pablo, Brasil.
Afamac. Tiene cerca de 70 socios, pero representa una industria con más de 200 empresas en Córdoba, principalmente del interior provincial.
Teléfono Afamac. +54 353 452-3931.
Web Afamac. www.afamac.com.ar.
E-mail Sohipren. sohipren@sohipren.com.
Web Sohipren. sohipren.com/es.
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