Celular en mano, la política entró en modo verano
el país.
El tablero político bonaerense aparece contaminado por intereses electorales. Con evidente indiferencia a sentarse en “mesas de negociaciones”, el gobernador Axel Kicillof, decidió patear para adelante una reunión que pedía un amplio abanico de legisladores del oficialismo y de la oposición con algunos ministros para intentar reflotar el Presupuesto 2025.
Frente a una encrucijada de desafíos electorales y políticos, Kicillof deberá articular estrategias que puedan fortalecer su gestión bonaerense, aunque a simple vista no aparenta tener intenciones de ceder ante “intereses domésticos partidarios”. Justamente, ese es uno de los principales obstáculos. Necesita consolidar apoyos dentro de Unión por la Patria, en un contexto donde la «rosca» se vuelve indispensable para garantizar gobernabilidad.
Otro particular estorbo tiene que ver con la relación con el Gobierno nacional. Ideológicamente está en las antípodas del presidente Javier Milei y la asfixia económica parece ir en aumento apenas iniciado el año. Buenos Aires es de las más perjudicadas por el cierre del grifo de las transferencias discrecionales. En ese sentido, el ministro de Economía, Pablo López, dijo que el Estado bonaerense sufrió el año pasado una caída “brutal e inédita” en los recursos por coparticipación.
Kicillof ya difirió el Presupuesto y la Ley Impositiva para poder readecuar partidas de caja y darle a ARBA las herramientas para la política fiscal, al menos, de corto plazo.
Eso le permitirá comenzar a recaudar desde febrero, la primera cuota y el pago anual del los impuestos: Inmobiliario Rural y Urbano, además de la patente automotor.
Pero una dificultad adicional vinculada con el pedido de endeudamiento que se hundió antes de salir a flote en aguas parlamentarias, puede no ser tan dramática. Es verdad que sin autorización legislativa para salir a los mercados, la PBA enfrentaría un horizonte crítico por el calendario de vencimientos y la necesidad de financiamiento para amortiguar el ajuste de la Casa Rosada.
Aún ante un panorama económico adverso, las consecuencias podrían no ser tan graves. la gobernación todavía tienen un as bajo la manga. A fines de 2023, la Legislatura la autorizó a tomar deuda por una suma en pesos equivalente a US$1.800 millones y le dio el visto bueno para emitir letras del tesoro por US$300 millones más, que servirán para cancelar compromisos. Si bien técnicamente Kicillof ya utilizó ese instrumento todavía tiene “saldo a favor”, según explican voces ministeriales. Eso, tal vez explique, el desinterés gubernamental por reiniciar alguna negociación política.
En términos electorales, no pocos intendentes del Conurbano insisten con posicionar a Kicillof como referente del PJ, potenciando la tensión con La Cámpora. Pero lejos de profundizar las internas, subrayan la necesidad de llegar a las legislativas con un peronismo unido, ya que de otro modo, será poco posible hacerle frente a una potencial alianza entre los libertarios y lo que quedó en pie de Juntos por el Cambio.
En definitiva se trata de los dos espacios que polarizan la escena: «El candidato es el modelo económico contra la casta”, diría el presidente Milei. Y en ese sentido, el disperso universo del peronismo deberá construir una alternativa superadora al Gobierno nacional.
La incertidumbre general se extiende a cuestiones electivas. El juez electoral Alejo Ramos Padilla instó al Ejecutivo de calle 6 a definir sobre el desdoblamiento de elecciones y la boleta única. Antes de tomar esas decisiones, Kicillof espía algunos movimientos dentro del Congreso, donde las tendencias sugieren que las nóminas de candidatos no surgirán mediante una PASO.
En principio, sabe que provincializar los comicios podría permitirle separar la discusión por el armado de las listas legislativas y municipales. frente a la postura contraria que expresó Cristina Kirchner. Por eso, referentes de La Cámpora buscan certezas en Kicillof de que no va a modificar el calendario de votación en la Provincia. Para empezar a medir la sensación térmica territorial, el Gobernador planifica recorrer antes de fin de mes distintos balnearios turísticos de la Sexta.
También la ley que limita las reelecciones de los jefes comunales sigue dividiendo opiniones entre dirigentes de la arena política de mayor o menor relevancia. No es un dato aislado. Si la gestión Kicillof todavía pretende que naveguen las leyes económicas para este año, los intendentes -a través de los legisladores- aprovecharán esa necesidad para avanzar con las reeleccciones indefinidas, una cuestión que le conviene a casi todas las estructuras políticas, proyectando de cara a 2027.
Pero se sabe, como casi nadie querrá pagar el costo de volver a cambiar las reglas de juego ante la opinión pública, los interesados en la modificación necesitan de un suculento paquete de leyes -como el tratamiento del Presupuesto 2025, Ley Fiscal y endeudamiento- para poder disimular esa movida electoralista.
Además, la cobertura de vacantes en la Corte bonaerense también genera ansiedad. Con solo tres de sus siete miembros en funciones, el máximo tribunal de Justicia opera bajo una evidente irregularidad institucional. El oficialismo, que retrasó las negociaciones, buscará asegurarse este año la mayoría de las sillas disponibles. La oposición tampoco se queda atrás. Sabe que le pertenece al menos un lugar, pretendido -sobre todo- por el radicalismo cercano a Maximiliano Abad.
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