En la timba de la vida: cuando los protagonistas del fútbol apuestan… y ganan
Corren aires expulsatorios en el país. Así como el Senado decidió la expulsión de uno de sus miembros por ingresar a países vecinos con su auto empapelado con dólares difíciles de justificar, la AFA decidió mostrarle la roja al árbitro Matías Beares, que es investigado por la Justicia por una extraordinaria capacidad para acertar situaciones del juego y resultados de partidos, un don que habría redundado en buenas ganancias para su bolsillo en el apasionante mundo de las apuestas deportivas en el fútbol impulsado paradójicamente desde la casa madre del fútbol argentino.
Se consideró que Beares violó una cláusula específica del Manual de Integridad de Fifa que prohíbe las apuestas a jugadores, técnicos y árbitros, “con la finalidad de preservar a los partidos y competiciones de la manipulación de las manos negras, apéndices prénsiles opacos de naturaleza diabólica que operan desde las sombras contaminando el saludable desarrollo del juego” (Artículo 16, inciso 3 del mencionado Manual).
Asimismo, se habría violado el Código de Ética de Fifa sobre el cual jugadores, árbitros y técnicos juran solemnemente recitando la ancestral y emotiva fórmula que dice: “Juro desempeñar con corrección y lealtad mis tareas y no echar mocos antes, durante y después de los partidos. Si así no lo hiciere, que Dios y el Tribunal de Disciplina me lo demanden”.
Si bien las restricciones a las apuestas para los directamente involucrados en el juego son claras e implacables, al punto que ni siquiera pueden pedir que otras personas apuesten por ellos, el tema se complicó en el país desde el momento en que la AFA celebró un acuerdo de patrocinio con una casa de apuestas deportivas que se convirtió en sponsor oficial de la Liga Profesional. La contradicción fue puesta en evidencia con un curioso ejemplo: “Es como trabajar en una destilería de whisky escocés y tener prohibido tomar whisky, incluso cuando estás en tu casa porque es malo para el hígado”. La comparación corrió por cuenta de un dirigente que cada tanto despunta el vicio tirando algunos pálpitos en la quiniela y que agregó: “Es más, ni siquiera otra persona podría tomar whisky por mí”.
Lo cierto es que el caso que determinó el desafuero de Beares fue denunciado por el sponsor timbero afista y Lotería de Buenos Aires debido a la cantidad de dinero que ganó un grupo de apostadores entre quienes estaba este árbitro en el partido que Deportivo Madryn le ganó 5-1 a Almirante Brown el 20 de octubre pasado. Apostaron mucho dinero a un puñado de ítems: qué equipo ganaría el primer tiempo, si ambos equipos marcarían goles, si marcarían más 2.5 goles, el resultado del entretiempo y el resultado final. En el juego, Brown ganó el primer tiempo 1-0 pero Madryn lo dio vuelta en el segundo y los afortunados apostadores ahora investigados acertaron todas estas variantes y, según la Gerencia de Control de Juego de Lotería de Buenos Aires, ganaron 35 millones de pesos.
Los investigadores están desorientados ya que sólo gracias a la clarividencia, la facultad sobrenatural para adivinar hechos futuros se puede lograr semejante cantidad de aciertos. “Tal vez estos apostadores tienen el don de poder ver el futuro, lo que implica que pueden ver partidos en bolas de cristal o palanganas con agua con Nostradamus (pero con mejor definición que en el Renacimiento) y, de esa forma, apostar con la precisión de un francotirador”, asegura.
Desde las empresas de apuestas electrónicas sostienen que los apostadores con capacidad de ver el futuro constituyen un problema para el negocio porque no fallan. “Ven los partidos una semana antes, hacen la síntesis; después, apuestan hasta la cantidad de pelotas cabeceadas por el ‘2′ visitante y nos sacan el dinero que con tanto sacrificio hemos conseguido”, asegura el CEO del sitio de apuestas griego Ludopata´s.
Desde estas empresas se sostiene que, en principio, los videntes están en un gris en materia de apuestas deportivas ya que si bien no se les puede prohibir que apuesten tampoco es ético que jueguen, ya que lo hacen con ventaja sobre respecto del resto de los apostadores que sólo se manejan por pálpitos. “La diferencia entre un pálpito y una clarividencia sería similar a la disparidad de aceleración entre ‘La Roca’ Sánchez y Flash que, como todos saben, acelera de 0 a 1235 km/h en medio metro”, ejemplificó una fuente vinculada al negocio. “Es como poner a correr al Coyote con el Correcaminos”, agregó recordando viejos dibus. “Sabemos que hay videntes que pagan el pack fútbol para ver los partidos anticipadamente en sus televisores”, finalizó.
También aparecen en la lista negra de las empresas de apuestas futbolísticas los viajeros del tiempo que van al futuro porque vuelven de ahí con el diario bajo el brazo y los resultados del fútbol con las síntesis incluidas. “Un viajero del tiempo promedio puede causar estragos en las apuestas pero al igual que los videntes no se rigen por los principios del fair play”, se quejan los directivos del rubro. En manos de la AFA está entonces no sólo prohibir apostar en torneos oficiales a DT, jugadores, árbitros y jueces de línea, sino a personas con capacidades de adivinar el futuro.
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