Cámaras, multipago y fileteado: cómo son los nuevos colectivos porteños
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires avanzará desde las próximas semanas con un ambicioso plan de modernización y seguridad para el transporte público que pretende cambiar el paradigma de la política estatal en el sector. La primera parte de la hoja de ruta apunta a renovar el servicio de las 31 líneas de colectivos que quedaron bajo la órbita porteña de forma tal de volverlo más eficiente, sustentable y seguro. Pero ese será solo el comienzo.
En septiembre, la Ciudad se hizo cargo de la supervisión de las 31 líneas de colectivos que circulan dentro de su jurisdicción con la firma del acta que determinó su traspaso desde Nación. Trece de esas líneas pertenecen al Grupo DOTA (7,23,25,44,76,108, 115, 84, 6, 50, 99, 106 y 107), tres a Metropol (90, 151 y 65), tres al Grupo López (12, 102 y 39) y dos a Nuevos Rumbos (26 y 132).
Tras un exhaustivo análisis de los recorridos, frecuencias y la demanda de las y los usuarios en la Ciudad, la Ejecutivo a cargo de Jorge Macri activará un rediseño del sistema de transporte público urbano que implicará no solo modificar las rutas que resultan innecesarias o que se superponen pero también impulsar una renovación y tecnologización de toda la flota, incluida su estética.
De ahí que fuentes del Gobierno porteño hablen de un cambio de paradigma a largo plazo, que busca redireccionar el aporte del Estado en función de la demanda y no de la oferta, para volver más eficiente la inversión de los recursos públicos. Y a la vez ponen el énfasis en la comodidad y seguridad de las personas como el fundamento basal de la transformación que se espera concretar en el transcurso de los próximos siete meses.
Este último punto es elemental, considerando que el impacto de las políticas de transporte en la Ciudad va mucho más allá del conjunto de personas que residen dentro de sus límites. Según las estadísticas oficiales, todos los días se registran más de 3,6 millones de viajes por los barrios porteños de los cuales 1,7 millones son en transporte público. Un millón lo hace en alguna de las 31 líneas de la Ciudad.
Con estos números en mente, el Plan de Modernización y Seguridad que presentará mañana el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, desde la terminal de la línea 61, en el barrio de Barracas, se propone cumplir con una evolución mecánica y tecnológica que los cuatro grupos empresariales aceptaron implementar en el transcurso del primer semestre de 2025.
Desde Uspallata advierten que algunas modificaciones en el servicio se podrán percibir antes que otras y acorde a los tiempos de inversión de cada firma. Algunas unidades, comentan, ya activaron algunas de las novedades y funcionarán como prueba piloto mientras el resto de la planta se actualiza. De hecho, mañana se verán dos de las nuevas unidades porteñas en la presentación oficial del plan.
Por empezar, dentro de los próximos tres meses, hasta febrero de 2025, todas las unidades que circulen de las líneas porteñas deberán incorporar cámaras en el interior. Si bien muchos colectivos de los más nuevos ya las tienen operando, el diferencial será que todas ellas transmitirán sus datos al Centro de Monitoreo de la Ciudad en vez de solo hacerlo a las centrales de las empresas.
Este cambio forma parte de una estrategia de mayor control del servicio por parte de las autoridades porteñas e irá acompañada también de chequeos a los conductores en las cabeceras de las líneas, mediante tests de alcoholemia y consumo de sustancias estupefacientes. Acorde a los datos compilados a partir de los siniestros viales, afirman las autoridades, es una problemática frecuente que se busca subsanar.
A la vez, en lo que definen desde la Ciudad como un «salto de calidad» en materia de seguridad, las 31 líneas de colectivo deberán equipar sus unidades con el llamado sistema ADAS (Advanced Driver Assistance Systems), para informar al conductor de la unidad sobre los riesgos en el camino a partir del uso de sensores e Inteligencia Artificial. Esto incluirá en un futuro frenos automáticos en caso de detección de un peatón.
En 2023, más de cien personas murieron por incidentes de tránsito en la Ciudad. De ahí que la implementación del ADAS busque reducir el margen de error humano, en particular en los puntos ciegos, al doblar por las esquinas. «Mayor seguridad implica a la vez un uso de los recursos más eficientes, incluso para las empresas», comentan desde el ámbito de la Ciudad. De hecho, unidades operativas más seguras y modernas significarían menores costos operativos para las empresas, añaden.
Hoy, la antigüedad promedio de las unidades que circulan por la Ciudad ronda los 6,5 años. De hecho, existen en la actualidad unos 241 vehículos que superan los diez años, mientras que se contabilizan unas 643 que rondan los 6 a 10 años y otras 807 que no superan los cinco. A partir del 1 de enero de 2025, la antigüedad máxima permitida para que los colectivos porteños circulen por las calles de la Ciudad será de diez años, con lo que se espera que el reemplazo de las unidades más viejas baje el promedio activo a los 4,5 años.
La modernización de la planta de colectivos redundará en unidades más confortables y más eficientes. A la vez que se incorporará el mecanismo de Multipay, para abonar con la SUBE física, celulares con tecnología NFC y tarjetas de débito y crédito. Hoy es una experiencia que se empezó a probar en cinco molinetes del subte pero las unidades que se presenten mañana ya dispondrán de esa tecnología.
A futuro, argumentan desde la Ciudad, eso podría derivar en políticas diferenciadas en línea con el objetivo de migrar de un sistema de subsidio a la oferta -las frecuencias- a uno que focalice en la demanda, coordinando con las empresas la disponibilidad de unidades acorde a las necesidades de transporte que se registren según la hora, el recorrido y las políticas que se decidan para incentivar el uso del transporte público.
Hay quienes incluso imaginan tarifas diferenciadas para turistas y residentes y hasta para quienes usen de forma más frecuente el servicio porteño, vinculándolo a otros medios como el subte. Todo ello, no obstante, se correspondería con etapas más avanzadas del plan de transporte público en la Ciudad.
Un último aspecto llamativo será el cambio en la estética de los colectivos pertenecientes a las 31 líneas de la Ciudad, que mantendrán sus colores originales en el frente y la parte trasera pero que estarán pintados de azul en los costados, con filetes como adorno. Sobre este último punto, la creatividad quedará abierta a lo que cada empresa desee imaginar para la estética de sus líneas, dentro de esa línea artística que busca dotar a las unidades de una estética tradicionalmente porteña.
En paralelo a estos cambios, desde la Ciudad anunciarán una nueva línea que surcará el Casco Histórico y se constituirá en la número 32 bajo su jurisdicción. Se trata de dos nuevas rutas que unirán Plaza San Martín, en Retiro, con Parque Lezama, a través de las calles Chacabuco, en dirección sur, y Perú-Piedras-San Martín, en dirección norte.
Lo novedoso de este servicio que ya fue adjudicado es que se llevará a cabo con nuevos buses eléctricos, con el fin de volverlos más sustentables -«cero ruido, cero emisión», los describen- y reducir así el impacto sobre las edificaciones más añejas de la Ciudad. De hecho, su tamaño de apenas siete metros -contra los 12 metros de los vehículos clásicos- le permitirá conducirse con mayor facilidad por las estrechas calles céntricas.
Un dato más: los primeros meses, el servicio será totalmente gratuito para alentar su uso. Y luego se empardará con la tarifa estándar, hoy subsidiada por el Gobierno porteño en las dos terceras partes de su valor.
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