La Voz del Interior @lavozcomar: Los concursos de parecidos a personajes de ficciones, ¿una nueva terapia grupal?

Los concursos de parecidos a personajes de ficciones, ¿una nueva terapia grupal?

El fin de semana pasado, unas 500 personas se juntaron espontáneamente en un parque de Chicago (Estados Unidos) para elegir al parecido de Jeremy Allen White, el actor que protagoniza la famosa serie The Bear.

Los participantes, unos 50 chicos, alguna chica y hasta un niño, la mayoría vestidos con remera blanca y un delantal azul, desfilaron por una pasarela imaginaria ante la multitud que aportó el juicio evaluativo a fuerza de aplausos y gritos y silbidos.

Esta imagen proporcionada por FX muestra a Jeremy Allen White en una escena de

El ganador (unánime) fue un terapeuta que vive y trabaja en la ciudad, muy parecido al Jeremy original, quien se llevó como premio una corona de papel, unos 50 dólares y una etiqueta de puchos, gran guiño a Carmy, el personaje del show que regentea el restaurante de la ciudad del medio oeste estadounidense.

Habrá quien diga “Qué bueno tener tiempo para hacer esas ridiculeces”, pero creo que al fenómeno le cabe una mirada un poco más amplia y una lectura que es maravillosa: no hay ningún equipo de marketing de ninguna cadena de streaming ni de ningún estudio de cine organizando estos concursos. El primero del que se supo tuvo lugar en Nueva York hace unas semanas y fue para encontrar al doble de Timothée Chalamet (la megaestrella de Dune y Wonka). También fue organizado de manera espontánea por un youtuber que además de anunciarlo en su canal, colgó (escuche bien) afiches en el parque para la convocatoria y ofreció también 50 dólares a quien viniera disfrazado, o no, y se asemejara más al actor. Cientos se acercaron a ver qué onda.

El artista se movió entre la multitud y se sacó fotos con las personas - X

Pero la sorpresa la dio ese día el mismísimo Chalamet, quien apareció de la nada en la juntada para sacarse fotos con sus parecidos (vive en esa ciudad). La fiesta terminó con un ganador abrazado a Timothée, videos en TikTok con millones de reproducciones y presencia policial para dispersar a la multitud que no tenía permiso para generar grandes aglomeraciones.

Pero (escuche bien de nuevo) los medios intentaron entrevistar al actor para conocer su versión, y él eligió no hacer declaraciones. Y aunque la noticia sí recorrió los medios, no fue en función de conferencias de prensa, gacetillas o campañas, sino como resultado de un collage viviente que tuvo que ser reconstruido con los testimonios y material recogido de las redes. La negativa de Timothée de explicar lo inexplicable legitimó más aún la propuesta y su origen descontracturado.

Los concursos continuaron para elegir a los dobles del cantante de One Direction, Harry Styles, en Londres, y al del actor Paul Mescal (Gladiador II) en Dublín. Todos en este último mes. Y con el mismo modus operandi: convocatoria en redes sociales y en papel, premios irrisorios, cientos de cómplices, muchas ganas de divertirse. Pero además de pasarla bien, hay algo que esta gente está haciendo tal vez sin-querer-queriendo, y es generar comunidad.

En un año marcado por la campaña presidencial estadounidense en donde primó el antagonismo y el ataque al adversario, en redes en donde abunda el discurso de odio en particular en contra de las minorías, en un año en donde la juventud tomó las calles y las universidades en la defensa dicotómica de Palestina vs Israel, esto se convierte en un bálsamo para el espíritu, casi como un ritual de sanación, desprovisto de toda intencionalidad más que la de pasar un buen rato.

Más allá de fomentar peleas, conflicto y toxicidad, las redes sociales tienen ese otro gran potencial para crear comunidades y acercar a las personas. Al organizar y promocionar eventos desenfadados como estos concursos, pueden convertirse en espacios donde la diversión, la creatividad y las conexiones significativas entre desconocidos florecen.

Estos eventos no hacen otra cosa que mostrar que las redes pueden reunir a quienes comparten intereses, y ese entusiasmo que generan estas actividades puede extenderse más allá, y contagiarse como un virus y retroalimentar a esas mismas redes. El efecto final es multiplicador: genera entornos (reales y virtuales) más constructivos y menos enfocados en la negatividad.

Recuerde esto que le digo ahora: no faltará quien trate y/o logre apropiárselo, pero mientras tanto, prepárese para que tal vez pronto se anuncie un concurso para encontrar al doble de Esteban Lamothe en un parque cerca de su casa. Y si usted es parecido, vaya preparando el outfit para salir a divertirse un rato. Y si usted no es parecido, pero quiere despegarse de las pantallas por un rato, aproveche para ir porque, además, es gratis.

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