La Voz del Interior @lavozcomar: Evangelio de hoy, domingo 17 de noviembre de 2024: “El universo entero se conmoverá»

Evangelio de hoy, domingo 17 de noviembre de 2024: “El universo entero se conmoverá»

En la misa, la Liturgia de la Palabra es uno de los momentos centrales de la celebración. En este punto, se leen los pasajes de la Biblia que permiten adentrarse en las enseñanzas de Jesucristo.

Compartimos los textos del domingo 17 de noviembre de 2024 publicados por el sitio web del Vaticano.

Evangelio. (Vatican News)

Liturgia del 17 de noviembre de 2024: Primera lectura

Lectura del Profeta Daniel

Dn 12, 1-3

En aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran príncipe que defiende a tu pueblo.

Será aquél un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo. Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo, despertarán: unos para la vida eterna, otros para el eterno castigo.

Los guías sabios brillarán como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad.

Liturgia del 17 de noviembre de 2024: Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos

Heb 10, 11-14. 18

Hermanos: En la antigua alianza los sacerdotes ofrecían en el templo, diariamente y de pie, los mismos sacrificios, que no podían perdonar los pecados. Cristo, en cambio, ofreció un solo sacrificio por los pecados y se sentó para siempre a la derecha de Dios; no le queda sino aguardar a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies. Así, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los que ha santificado. Porque una vez que los pecados han sido perdonados, ya no hacen falta más ofrendas por ellos.

Evangelio del día: 17 de noviembre de 2024

Lectura del santo Evangelio según San Marcos

Mc 13, 24-32

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo.

Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta. En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre’’.

17 DE NOVIEMBRE, SAN MARTÍN DE PORRES: “el Santo de la escoba”

Según la página oficial del Vaticano, el Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. En esta sección encontrarás las historias, anécdotas y milagros realizados por estas figuras de vida cristiana a lo largo de distintas épocas y lugares del mundo.

Hoy la Iglesia recuerda a los santos Isabel de Hungría y Gregorio Taumaturgo.

Al momento de su muerte, a los 24 años en 1231, Isabel ya era santa para muchos. Se casó a los 14, fue madre a los 15 y viuda a los 20. En ese momento, eligió la pobreza franciscana de la Tercera Orden. Visitaba y asistía a los enfermos, también a los repugnantes, sin darle importancia a su linaje de soberana del trono de Hungría.

Por su parte, San Gregorio Taumaturgo fue obispo de Neocesarea. Romano, era diácono de la Iglesia de Cesarea; al inicio de la persecución de Diocleciano del 303 vio que los fieles cristianos se rendían a las órdenes imperiales que exigían honrar a los falsos dioses. Fue arrestado y murió como mártir por haberlos exhortado a perder el miedo y mantener pura la fe.

Oración por los enfermos a Santa Isabel de Hungría

Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación.

Oh dulce Isabel, tú que superaste el sufrimiento con el gozo de elevar himnos a Dios, infunde en nosotros tu espíritu de paciencia ante la adversidad.

Concédenos el don de saber perdonar.

Líbranos de las pasiones dañinas, de manera que podamos seguir sirviendo al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.

Que así sea.

Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

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