De Loredo: Tenemos que ser oficialistas del cambio, no oficialistas de un gobierno
El diputado nacional Rodrigo de Loredo dice que apoyar al Gobierno de Milei es “hacer lo correcto” porque quiere que al país le vaya bien. Pero, si tiene que poner límites, como con los jubilados o las universidades, lo harán.
“Tenemos que ser oficialistas del cambio, no oficialista de un gobierno”, sintetiza luego de la ruptura de su bloque por las diferentes posiciones frente a los libertarios.
–¿Qué está pasando con el radicalismo?
–No está exento de un contexto general. Todos los bloques tienen atomizaciones, fugas, comportamientos diversos, por un clima de época, por la emergencia de Milei o por los motivos que sean. Y porque hay una fuerza centrífuga en la política contemporánea y todos los espacios que no están en los extremos tiemblan. Además, porque el Gobierno hace lo suyo, hay una ingeniería del caos. Trabajan para que esto suceda. Y eso cae en nuestro partido, que tiene dos cosmovisiones: una, que ha entendido que hay que ser ultraopositor, que tiene como referente principal a Martin Lousteau, y también Facundo Manes, que su circunscripción geográfica es la ciudad de Buenos Aires o en el Amba y que no gobierna ni municipios ni provincias; y la otra, que intento representar yo con otros dirigentes. Nosotros tenemos que ser oficialistas del cambio, que no es ser oficialistas de un gobierno. Argentina tuvo un hecho bisagra, y nuestro electorado, y gran parte de la sociedad, no quiere volver atrás, no quiere volver a populismos que nos trajeron hasta acá. Entendemos que podemos tener muchas diferencias con el Gobierno, pero tenemos que ordenar las responsabilidades. Sabemos que estamos como estamos por esas erráticas políticas del kirchnerismo. Así que toda vez que el Gobierno tenga agendas de cambio, nosotros estamos predispuestos a acompañarlo; y si no las tiene, marcaremos diferencias. Por ejemplo, ahora no quiere sacar, y estamos a unos votos con Martin Tetaz, un proyecto nuestro que es la democratización de los gremios. Es una de las grandes reformas que necesita la Argentina. Ahí tenemos una diferencia.
-¿El Gobierno es flexible con los requerimientos gremiales?
-Ha acordado con la CGT. El miércoles se los planteé en Casa Rosada. “Danos tiempo porque es una agenda que también es nuestra”, me dijeron. Nosotros hicimos aportes al Gobierno como la reforma laboral, que nos parecía indispensable. Y hemos marcado diferencias en el Parlamento. Por ejemplo, con jubilados y universidades ¿Cuál? La calidad y la envergadura del ajuste. Porque no hay diferencias con el equilibrio fiscal que, para mí es el principal acierto que tiene el Gobierno La diferencia es de grado: el ajuste a las universidades fue superior que el promedio al sector público en un 25%. Y el ajuste a los jubilados se comió en 8% de enero. El arco político se divide en dos, y nosotros queremos que le vayan bien al Gobierno… Me preguntás: “Pero si le va bien, ¿cuáles son tus chances electorales en Córdoba?”. Capaz que ninguna. Pero queremos que le vayan bien. Y están los que quieren que le vaya mal, ya sea por interés, por enojo, ego o especulación.
–¿En el radicalismo no hay tres posiciones? Los que están en contra, los que están a favor y ustedes, que están al medio.
–Depende cómo lo ordenes. Para mí, la divisoria son dos, pero obviamente hay una gama dentro de esas miradas. Nosotros queremos darle herramientas al Gobierno, y se le hemos dado, por ejemplo con la Ley Bases. Tampoco salimos corriendo a tumbarle al DNU que le dio nacimiento a esta gestión. Pero le hemos planteado diferencias. Hay un sector que se va a los extremos y también hay una fuerza centrífuga.
–Hoy el único que parece estar ganando es el Gobierno, que tenía 30 y pico de diputados y ahora logró amalgamar un tercio, que le da una garantía de gobernabilidad. La UCR, ¿no se autoflagela con esto?
–Pero vuelven a poner el análisis en una dinámica electoralista. Quién gana, quién no. Lo invierto: con minoría parlamentaria, el Gobierno logró sacar una gran cantidad de reformas. En seis meses, tuvo el récord de no aprobar una sola ley, y pasó a tener el récord de que, en los otros seis, fue el que más reformas tuvo. El mérito es del Gobierno que, con”minería”, obtuvo eso. Pero digo: ¿y nuestra gestualidad de concedérselo, sabiendo que no lo podría haber obtenido? Es una decisión que tomamos, no nos vimos arrastrados por nada. Nosotros lo decidimos.
–Con estos números, hoy la posibilidad es de que se frenen cosas, como pasó con los vetos. Pero el desafío es construir y con esta atomización parece imposible que lograr consensos.
–No me animo a decir eso. De hecho existió una gran atomización este año, hubo fugas en el PRO, La Libertad Avanza, el PJ y sin embargo se sancionaron muchas cosas. Ahora vamos a trabajar para que el Gobierno tenga presupuesto. Siempre hemos pensado así, porque si le hace bien al Gobierno, le hace bien a la Argentina, y le hace bien a quienes tenemos la tarea de controlar. Sin presupuesto no podés controlar.
–¿Permite cambios el Gobierno, tocar algunas comas?
–Uno de los planteos que veníamos formulándole al gabinete económico es que, en el Presupuesto, ellos querían la suspensión de la Ley de Financiamiento Educativo, que prevé que 6 puntos de PBI tienen que estar destinados a la educación…
–Algo que se cumple cada tanto.
–…Y que el 1% tiene que destinado a ciencia y técnica. Cierto que generalmente eso no se cumple. Pero la sola decisión de suspender la iniciativa parece una expresión de que eso no va a ser una prioridad. Volvieron para atrás y accedieron a nuestro pedido. Otra de las diferencias que tenemos con los sectores que son más duros es que nosotros somos más cooperadores, somos reformistas. Es decir, vamos tratando de obtener resultados y no nos quedamos solamente con el relato. Porque acá cada uno va con su “relatito”, el del ultraopositor, el del ultraoficialista y hacen su negocio electoral. Hay que tratar de que las cosas salgan de la mejor manera posible. Siempre hemos procedido de esa forma y estoy orgulloso de la tarea que llevamos en la Cámara de Diputados, porque ha tenido resultados tremendamente concretos. Pasa que en el quilombo que hay hoy en la política no se ven con nitidez.
–Dice que les interesa colaborar con el Gobierno, reformar lo que se pueda…
–Y poner límites. Tenemos diferencias en la perspectiva institucional, en el discurso del Presidente. Y lo expresamos siempre.
–Con un bloque más chico, ¿no considera que está perdiendo poder de fuego?
–Se gana en claridad e identidad. Se fueron 12 de 33.
–Pero dentro de los que se quedaron, hay diputados que jugaron fuerte para Milei. Cuando quiera poner límites al Gobierno, va a tener un problema.
–Todos los bloques están con esa tirantez. Yo traté de poner la responsabilidad de conducir esa pluralidad en momentos complejos y turbulentos.
Macri
–Estuvo Macri en la Bolsa de Comercio y quedó la sensación de que si usted no hubiera estado ahí, él hubiese sido más duro con el radicalismo.
–Probablemente. Yo tengo una relación personal de afecto con el presidente (sic) y de respeto, y él está un poco enojado con los radicales.
–¿A él le gustaría que usted fuera más a fondo?
–No. Hoy está claro que hay dos miradas en el radicalismo. Una la represento yo, otra Lousteau. Él con Lousteau también tiene peleas muy fuertes. Pero siempre le digo a Mauricio que distinga. Lo que sí creo es que a la pelea del radicalismo no lo ve nadie.
–No sé si no la ve nadie. La sociedad espera gestos de la política que la política no le está dando. Espera unidad y le dan internas.
–No sé… Yo no tengo un reclamo de la sociedad de “unión, unión”. Eso es una responsabilidad que me asigno porque creo en la organización política-institucional. Pero la sociedad también reclama identidad y claridad.
–Es algo que dijo Lousteau hablando de usted: el partido no tiene que ser una bandera que flamee para donde va el viento, sino que tiene que tener ideas y defenderlas.
–Es lo que personalmente hago, por eso saben que estoy en el mismo lugar de siempre. Lo que pasa es que hay una incomprensión porteña de la mirada productiva del interior de la Argentina. Entiendo el punto, pero no veo que a la gente le interesen las peleas de los radicales.
–No, las rechaza.
–Con los problemas que tiene la gente, que está haciendo un esfuerzo inmenso. La economía está empezando a rebotar, pero hay problemas tremendos, con una recesión brutal. Dicho esto, siento que las malas decisiones de la conducción del radicalismo han dañado la escudería de nuestro partido. Y nuestro partido en el interior tiene muchos “Colapintos”, que vuelan, que andan rapidísimo. Tenés gobernadores extraordinarios como Alfredo Cornejo en Mendoza, Maximiliano Pullaron en Santa Fe, Gustavo Valdes en Corrientes, Carlos Sadir en Jujuy, Leandro Esdero Chaco. Tenés dirigentes con mucho prestigio, intendentes muy reconocidos. Pero la mala conducción ha dañado la escudería de nuestro partido.
–¿Cuánto lo condiciona, si es que lo hace, que Milei sea tan fuerte en Córdoba, que aún mantenga a niveles altos apoyo?
–Es un dato de la realidad. Pero yo trabajo para que le vaya bien al país. Y si me dicen que si le va bien al Gobierno, yo tengo menos chances electorales, respondo que me parece absolutamente secundario. Creer o reventar. Hago propia una reflexión que hizo Macri en la Bolsa: lo correcto, en el largo plazo, conviene. Porque si todo es “tácticaje”… Creo que la conducción nacional ha sido especulativa, al contrario de lo que dice. Salió corriendo al aplauso rápido de un sector de la sociedad, que claramente es una sociedad fragmentada y dividida en dos. Y nuestra postura es de mucho más coraje, porque sola transita todos estos problemas. Hace lo correcto. No somos dueños de verdad, podemos estar equivocados, pero en cada una de las decisiones que tuvimos que tomar dijimos: ¿qué es lo que le conviene en Argentina?, ¿hay cambio o hay atraso? Sí hay cambio, vamos por ahí y lo apoyamos.
–¿Apoyar al Presidente, a veces, no implica también avalar muchas cosas que tiene implícitas Milei? Por ejemplo, dice que los periodistas somos grandes delincuentes. Y avanza y el debate público se torna violento.
–Es muy complejo. Me suelen preguntar por qué acompaño estas políticas si nos tratan de tal o cual forma. Contesto con otra pregunta: si considerara que la política es errada, pero me tratarán bien, ¿la tendría que acompañar? Hay que separar la paja del trigo. Sobre la dinámica política comunicacional e institucional del Gobierno tenemos diferencias inmensas. Nosotros repudiamos el estilo violento, bullinero, porque nos parece que es grave y construye cultura. Pero además, el mundo de hoy dominado por el celular y en las redes, fundamentalmente, es algoritmo más la ira y ultrapolarización en el debate público. Lo que se nace en el celular termina en lo real, lo que nace en lo digital termina en lo físico. Por supuesto que soy crítico a la diatriba. Ahora que están de moda temas religioso, como Cristina cuando habla de Judas o de Poncio Pilato o Milei con las fuerzas del cielo, recuerdo que en la Biblia también que “siembra vientos y cosecharás tempestades”. Eso es todo es adrede. Hay un juego articulado de ultrapolarización entre Milei y Cristina, que es muy exitoso en lo electoral. Y esa es otra complejidad que tenemos porque eso va a continuar y se va a agravar. Generan asfixia en la atención pública y es muy difícil presentar una opción que no esté en esos extremos.
El gradualismo monetario
Para De Loredo, lo que viene en los próximas meses es el “gradualismo monetario” porque el Gobierno no va a sacar el cepo en el corto plazo.
“El Gobierno ahora va a continuar con gradualismo monetario. Primero, hizo un shock fiscal, ajustó rápido, y por eso equilibró las cuentas públicas. El ajuste es real y logró resultados económicos: hay baja inflacionaria, superávit, y no se le fue el dólar. La estabilidad económica es un logro institucional también”, reconoció.
-Con una recesión tremenda, con más pobres, más desempleados. Y pese a lo que dice Milei, hay jubilados que ganan menos que antes.
–Por eso nosotros nos opusimos. El Gobierno aplicó, pese su relato, un diseño económico clásico. Hizo un gran ajuste devaluador, acomodó las cuentas y después de eso, hay un proceso de rebote. Pero todavía no hay crecimiento. Por eso para mí, después de ese ajuste, va a continuar con gradualismo monetario… con electoralismo monetario. No va a retirar el cepo, no va a devaluar, y no va a acumular reservas, que es el gran desafío que tiene para enero y febrero del año que viene y para el FMI. ¿Qué va a hacer? “Masismo” financiero. Lo que hizo Massa: va a usar los encajes de los bancos después del blanqueo para, con eso, afrontar las acreencias externas. No va a haber sorpresas en ese sentido. Lo que estamos empezando a vivir es un rebote que no llega a tener los estadios económicos previos, pero a la gente le juegan las expectativas. Y la ultrapolarización con Cristina, que es muy exitosa desde lo electoral, trae problemas económicos. Porque el éxito de esa estrategia asusta a los agentes que tienen que traer las inversiones. Temen que vuelva el pasado. Cuando en agosto de 2019 Macri perdió las Paso y el riesgo país pasó de 800 a 2100 puntos de domingo a lunes y las acciones cayeron un 50% fue por cómo reaccionaron los agentes económicos. Dijeron: “Puede volver Cristina”.
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