El déficit cero hace lenta la baja del IPC y le deja el «trabajo sucio» a la inflación núcleo
El número que esperaba ver el Gobierno no era solamente el 3,5% que informó el Indec como inflación de septiembre. Hubo otra cifra más tranquilizadora, que fue la denominada inflación núcleo, una categoría que no solo se había estancado durante varios meses sino que había subido en agosto. El mes pasado anotó una variación de 3,3%, un descenso visible desde el 4,1% previo. Si se compara como evolucionó el IPC promedio en el último año frente a la core, la inflación núcleo quedó diez puntos por debajo.
La característica de esta medición es que excluye los registros más volátiles: la núcleo no contempla ni los precios regulados (las tarifas de los servicios públicos y privados) y los estacionales (el precio de productos frescos como frutas y verduras, la ropa y el turismo). Los primeros representan el 19% de la canasta que mide el Indec, y los segundos, el 11%. En consecuencia, la inflación núcleo refleja la forma en que aumenta el 70% de los valores relevados para el índice.
Como hemos señalado en otra oportunidad, si a partir del dato de inflación hay que interpretar las prioridades del Gobierno, la respuesta es una sola: cuidar el frente fiscal.
La explicación es la siguiente: en los últimos tres meses, la tendencia muestra que los bienes aumentan a un ritmo cercano a 3% mensual, y los servicios, casi al doble. Si el Ejecutivo quisiera aplanar más la curva del IPC, solo debería moderar los aumentos de tarifas. Pero hacerlo implica, como contrapartida, un gasto en subsidios, con la chance de que comprometa el resultado fiscal.
En conclusión, si el Ministerio de Economía no «maniobra» para que la inflación acelere su baja es porque prefiere profundizar la reducción de los subsidios a la energía y el transporte. El déficit cero manda.
En septiembre, el rubro Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles saltó 7,3%, mientras que Alimentos y bebidas no alcohólicas se incrementó 2,3%. En términos anuales, el primero creció 294%, y el segundo, 201%. El promedio del IPC ya está en 209% anual, marcando su quinta caída consecutiva.
El espacio para la reactivación que busca el Gobierno, en consecuencia, es chico. Aunque haya una mejora real de los ingresos (medido mes por mes), la diferencia no va al consumo, sino a solventar el nuevo precio de los servicios. Las dos palancas a las que apuesta el equipo económico, entonces, son el crédito en pesos, que aumentó 7% real en septiembre, y el blanqueo, que puede aportar un efecto derrame efectivo pero más lento.
Con las tarifas puestas al servicio del equilibrio fiscal, que la inflación siga su descenso dependerá entonces del comportamiento de la inflación núcleo. El desafío será octubre, entonces, y la expectativa, que sea esta cifra que arranque con 2. Veremos.
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