La Voz del Interior @lavozcomar: Beetlejuice, Beetlejuice: ¿un regreso a la altura del clásico?

Beetlejuice, Beetlejuice: ¿un regreso a la altura del clásico?

A favor: Una obra de arte a la altura del clásico

Brenda Petrone Veliz

Ya se estrenó en cines Beetlejuice, Beetlejuice, la segunda parte de la obra maestra de Tim Burton. En esta nueva entrega, el director mantuvo la esencia de la primera película y logró hacer una nueva obra de arte a la altura del clásico. La intención original de Burton de hacer una historia de clase B (con chistes ácidos, desenlaces sin explicación e intérpretes actuando de malos actores), sigue intacta, pero bajo una nueva narrativa.

Lydia Deetz (Winona Ryder) ya es una adulta que busca tener una mejor relación con su hija adolescente (Jenna Ortega) quien le reprocha su ausencia como madre y asegura que su poder de vidente es una farsa creada para ganar dinero.

En medio del dilema de los vivos, se interponen las peripecias del Más allá y por supuesto las malditas ocurrencias de Beetlejuice (Michael Keaton) que ahora es perseguido por su exesposa Delores LaVerge (Monica Bellucci) y el actor/policía Wolf Jackson (Willem Dafoe), encargado de mantener el orden en el mundo de los muertos.

Ryder y Keaton son una dupla maravillosa y su trabajo sigue siendo admirable. Son los actores que mejor mantienen la naturaleza de sus personajes a 36 años de su debut. Por su parte, Ortega y Dafoe también se llevan los aplausos, aunque hay algo curioso en sus interpretaciones.

Aunque es muy difícil quitarles las etiquetas de Merlina y Duende Verde, no es algo molesto para esta película. Es más, le da un plus al universo que Tim Burton despliega en la pantalla. Hay cientos de referencias a otras películas (por ejemplo, es inevitable ver a Bellucci y no pensar en El cadáver de la novia o a Burn Gorman en Batman) e incluso el director se da licencia para hacer críticas sociales desde el terror y la locura (la escena de los influencers en la iglesia da cuenta de ello).

La banda sonora merece un análisis aparte por su tremenda genialidad. La reversión terrorífica de Banana Boat (Day-O) y la icónica Tragedy de Bee Gess (en la que aparece el más grande de todos, Danny DeVito) están a otro nivel.

En conclusión, el film es un regalo para los fans de Burton y todos estos actores y actrices de alto calibre, pero también una obra de arte digna de ser descubierta por nuevos públicos. El final corona con laureles, le da sentido a todo y es igual de retorcido que el humor que manejan durante todas las escenas.

El contra: Atrapados en la maqueta

Jesús Rubio

Tim Burton hacía capote en la década de 1990 con sus excentricidades góticas y sus atmósferas oscuras plagadas de freaks encantadores. Era un director a prueba de cualquier imposición de fórmula y su mayor virtud residía en ese extraño mundo nuevo lleno de cinefilia clase B que marcó a toda una generación de espectadores y que renovó la fe en los cómics y en el cine popular.

En sus primeros años, Burton caminaba por la línea que separa lo distinto de lo trillado, lo marginal de lo mainstream. “Nunca he visto a nadie tan inadaptado adaptarse tan bien”, dijo Johnny Depp. Sin embargo, las películas que hizo en este siglo quedaron cada vez más atrapadas en la lógica de los grandes estudios (su lugar de origen), en donde aprendió a hacer algunos de sus trucos más creativos de puesta en escena.

En Beetlejuice Beetlejuice, apuesta por los códigos de la industria, entregando un entretenimiento predecible, con personajes poco atractivos y sin nada nuevo para decir, como si creyera que la libertad es hacer cartoons interpretados por actores que solo hacen morisquetas insulsas, sin ese espíritu deforme y outsider que les dio alguna vez.

Las destrezas estéticas de antaño lucen gastadas y los diálogos parecen escritos por guionistas con poco cine. La película se parece a la maqueta que Lydia Deetz (Winona Ryder) guarda en el ático de su casa (en la que vive el fantasma escatológico interpretado por Michael Keaton), ya que todo el elenco parece estar atrapado en ella.

La galería de personajes dispersa la atención (y la trama). Monica Bellucci como la “chupa almas” sale al comienzo y luego se pierde por un largo rato. La subtrama del personaje de Jenna Ortega tapa la historia de Lydia. Hay muchas escenas en las que el personaje de Beetlejuice brilla por su ausencia. Los secundarios, como los personajes de Willem Dafoe y de Catherine O’Hara, están bastante desaprovechados (excepto Bob).

Los momentos musicales son tan desalmados que hacen pensar que la llama original y brillante de Burton se apagó para siempre. Quizás haya que considerarlo como lo que realmente es: un artesano con cierto talento para hacer creer que es distinto. Nada más.

https://www.lavoz.com.ar/espectaculos/cine-series/beetlejuice-beetlejuice-un-regreso-a-la-altura-del-clasico/


Compartilo en Twitter

Compartilo en WhatsApp

Leer en https://www.lavoz.com.ar/espectaculos/cine-series/beetlejuice-beetlejuice-un-regreso-a-la-altura-del-clasico/

Deja una respuesta