Caso Kraisman: punteros, los engranajes territoriales que la política no quiere mostrar
El escándalo por la detención del dirigente peronista Guillermo Kraisman por tentativa de hurto de mercadería en un supermercado produjo un fuerte impacto en el oficialismo cordobés.
Uno de los referentes de la Seccional 12 está detenido en el penal de Bouwer. Es probable que recupere la libertad en los próximos días, porque los delitos que se le imputan (robo en grado de tentativa y resistencia a la autoridad) son excarcelables.
Para algunos peronistas se trató de un “hecho menor”, que no se puede generalizar. Aunque en el oficialismo no son pocos los que consideran que se trató de hecho “preocupante” desde lo político, en un contexto de clima antipolítica que desde el poder nacional siembra el presidente Javier Milei, quien mantiene un fuerte apoyo en las encuestas en Córdoba.
Pocas horas antes de que trascendiera la detención de Kraisman, el intendente Daniel Passerini echó al funcionario, quien era director de Asuntos Comunitarios, de la secretaría de Deportes que conduce Héctor “Pichi” Campana.
“El caso Kraisman”, como lo identifican los medios, provocó debate interno, pero silencio en gran parte de la dirigencia peronista.
Entre los consultados por La Voz también admiten una sentimiento, que suele ser común en la política. “Nadie quiere pegarle en el piso”, reconocen hasta quienes son rivales de Kraisman, en la interna del PJ.
La misma estrategia de silencio aplicaron funcionarios municipales y provinciales, con los cuales Kraisman trabajó e interactuó hasta la siesta del pasado sábado 31 de agosto, cuando fue detenido en el supermercado Mariano Max, de la avenida Vélez Sársfield al 4.100, de la Capital.
Desde lo político, nadie se hace cargo del experimentado dirigente que ocupó cargos públicos desde la década del ‘90. Fue dos veces concejal, una de las máximas aspiraciones para un dirigente barrial.
Kraisman tiene 61 años. Militó en el peronismo desde su juventud. Su trabajo político atravesó todas las gestiones provinciales peronistas y también en el municipio capitalino.
Fue un delasotista puro, trabajando con Herman Olivero, en el esplendor del poder de José Manuel de la Sota, a nivel provincial, cuando Olga Riutort era la jefa indiscutida del PJ Capital.
Durante el mandato como intendente de Martín Llaryora, en el cual Passerini fue viceintendente, Kraisman fue secretario del bloque oficialista en el Concejo Deliberante.
En la interna del PJ Capital, Kraisman estuvo enfrentado con la senadora nacional Alejandra Vigo, desde hace una década, la conductora del partido en la Capital.
El rival territorial de Kraisman en la Seccional 12 es Pablo Ovejero, hoy legislador provincial, quien conduce al PJ de ese distrito, a través de su esposa, Carolina Ovejero, otra dirigente muy cercana a Vigo.
La fuerte pulseada en “la 12″ se zanjó en los últimos años, cuando Kraisman y Ovejero hicieron un acuerdo político, bendecido por la cúpula de PJ Capital. La presidencia de la Seccional quedó en manos de la esposa del legislador provincial, mientras que Kraisman se convirtió en el representante uninominal al Concejo de Unidades Básicas del PJ, el cargo más relevante, después del titular de la seccional.
El Puntero
En el año 2011, la productora de televisión Pol-ka estrenó una miniserie que tuvo gran audiencia en Canal 13 de Buenos Aires, en épocas en que aún no existían las plataformas pagas. Se llamó El Puntero y fue protagonizada por el gran actor Julio Chávez, alias “el Gitano” en la ficción.
Aquella miniserie, escrita por Mario Segade y dirigida por Daniel Barone, generó controversia entre la dirigencia política, especialmente la del PJ, porque se exageró y caricaturizó, incluyendo mucha violencia, el rol de los dirigentes barriales, más conocidos como punteros políticos.
Más allá de la ficción, en la realidad, el caso Kraisman puso bajo la lupa el rol de los dirigentes barriales, que no son exclusivo del PJ.
En la ciudad de Córdoba, durante los seis mandatos de los tres intendentes radicales (Ramón Bautista Mestre (1983-1991), Rubén Américo Martí (1991-1999) y Ramón Javier Mestre (2011-20119) y Luis Juez (2003-2007), también hubo un fuerte trabajo de los dirigentes barriales.
En este contexto, la exconcejal y funcionaria del Ministerio de Seguridad, Natalia Quiñones, una referente del PJ de la Seccional Quinta, evitó opinar del tema Kraisman, pero defendió la militancia barrial.
“Nací y vivo en barrio Colonia Lola. Fui concejal, legisladora electa y ahora funcionaria provincial. Reivindico la militancia en los barrios. No hay política si no estás cerca de la gente. La política es transformadora, lo que son malos son algunos dirigentes”, dijo la funcionaria del Ministerio de Seguridad, convocada por el ministro Juan Pablo Quinteros, con el aval del gobernador Llaryora, por conocer y vivir un barrio donde la inseguridad es un flagelo.
Por su parte, el concejal peronista Diego Casado, uno de los abogados defensores de Kraisman, también se refirió a esta cuestión.
La opinión de Casado es interesante, ya que el edil capitalino es un reconocido dirigente barrial, cuyo territorio político es la populosa Seccional Décima, electoralmente, la más grande de las 14 en las cuales está dividida la ciudad de Córdoba.
“Puntero es una calificación social, que tiene un sentido despectivo. Yo hago una distinción: dirigentes barriales, que para mí, son hacedores barriales, y los dirigentes políticos que los conducen. También diría que hay una tercera categoría, que son aquellos especialistas en gestión, pero sin militancia política o territorial”, arrancó Casado.
Para el concejal, el dirigente barrial, o “el hacedor” como él lo denominada, “es aquel que trabaja en el territorio, que está bajo la conducción de un dirigente con capacidad para conducir políticamente, y también para gestionar. Los ejemplos de estos últimos fue De la Sota, y ahora Schiaretti, Llaryora y Passerini, que lideran y también tienen gestión. Pero, ojo, el dirigente barrial es el primer engranaje de la política. No hay que estigmatizarlo”, expresó Casado.
En medio de estrépito del caso Kraisman, las definiciones de Casado pueden considerarse interesadas, al ser el defensor del dirigente detenido. Pero, otras fuentes consultadas remarcaron que sería un error “estigmatizar” a los dirigentes barriales.
Otra fuente no peronista consultada también alertó que si bien se puede considerar aislado el caso Kraisman, es un llamado de atención para la dirigencia política. “Milei llegó al poder sin aparato partidario, algo que parecía imposible en política. Fue un gran llamado de atención para la política tradicional. El caso Kraisman, como otros, alimenta el discurso antipolítica. No estoy de acuerdo. Hay que depurar a la política, pero no hay que confundirse, sin buena política no hay democracia”, expresó.
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