Septiembre, el mes del rebalanceo en el que se juega como cierra el 2024
Hasta ahora los analistas validan la presunción de que el veto total a la ley que aprobó el Congreso para forzar una recomposición en las jubilaciones es una demostración de fuerza, destinada a preservar el ancla fiscal del programa. La embestida del presidente Javier Milei contra los «degenerados fiscales», como suele llamar a los legisladores que incrementan gastos sin tener una contrapartida de recursos, forma parte ya del paisaje político. Pero los datos de la recaudación tributaria de agosto revelan que la pulseada que decidió llevar adelante el Poder Ejecutivo no es solo retórica. En agosto los ingresos anotaron una caída de 13% en términos reales, período en el que comenzaron a regir varias medidas contenidas en el paquete fiscal, como el retorno de Ganancias y el pago de los que se anotaron en la moratoria.
En este contexto, la reducción de diez puntos del Impuesto PAIS abre algunas dudas sobre cómo evolucionarán los recursos de la AFIP, ya que con la inflación en descenso la comparación con los meses finales del 2023 (en los que Sergio Massa aplicó varias medidas destinadas a incrementar el consumo en la previa de las elecciones) va a volverse compleja. La nominalidad en este caso no jugará a favor.
Está claro que la apuesta oficial es que el blanqueo de capitales, pero esencialmente el premio habilitado para quienes paguen por adelantado tres años de Bienes Personales, le generen un colchón que proteja el superávit obtenido en los primeros ocho meses del año.
La estacionalidad fiscal de los próximos dos meses no hace prever que las retenciones se conviertan en un refuerzo considerable, como pasa con la liquidación de la cosecha gruesa. La reducción de PAIS podría sumar más IVA en caso de que crezcan las importaciones, pero esa especulación es potencial.
Más allá de los mensajes que lanza el equipo económico, apostando a que la baja de costos en la importación de insumos se traslade a los precios de venta, hay una realidad que actúa como dique. El consumo no ha dado señales contundentes de recuperación, y las empresas plantean que todavía tienen stock para vender. Hasta que esos bienes no se reduzcan o agoten, no hay motivos para acelerar compras externas o producir más. Eso significa que los valores de recomposición seguirán prevaleciendo a la hora de definir si se reduce o no el precio en la góndola.
Septiembre será un mes bisagra, tanto en términos fiscales (la recaudación ahora se volverá un reflejo más directo del consumo) como cambiarios. El partido, vale recordar, se jugará hasta el último día.
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