Motociclistas renuentes a usar cascos
La renuencia de muchos conductores de automóviles y de motocicletas a no cumplir con las normas de tránsito suele verse reflejada en las estadísticas sobre siniestros viales, en no pocos casos con consecuencias fatales. Sobre todo en las zonas urbanas, los malos hábitos en materia vial se reiteran con pasmosa imprudencia.
Huelga recordar que el cinturón de seguridad, en el caso de los automotores, y el casco protector, en el de los motociclistas y sus eventuales acompañantes, no fueron ideados como simples instrumentos decorativos, sino más bien como resguardo de la seguridad personal y de terceros ante eventuales accidentes.
Sin embargo, los antecedentes cercanos nos muestran que persiste cierta tendencia a usar los dispositivos como argucia para evitar ser multados, más que en defensa de la vida propia y ajena.
Orientado en la conducta despreocupada de los motociclistas, un estudio de irrefutable confiabilidad advierte que en la ciudad de Córdoba cuatro de cada 10 conductores circulan sin el casco colocado. Esa cifra es aún mayor cuando se refiere a los acompañantes; en algunas ocasiones, niños y niñas.
Los antecedentes forman parte de un relevamiento realizado por la Escuela de Salud Pública Bloomberg para la Seguridad Vial Global, perteneciente a la universidad Johns Hopkins, de Baltimore, Estados Unidos, y abocada a la investigación de distintas problemáticas. La institución opera de consuno con la Municipalidad de la ciudad de Córdoba desde 2022.
El estudio enfatiza que sólo el 40% de los acompañantes llevan el casco protector colocado, una cifra aun inferior en relación con los que conducen. Todo un entramado de temer, reñido con las reglamentaciones y con campañas y los controles que se ponen en vigor para aventar riesgos.
Como bien señaló Santiago Martino, instructor en conducción de motocicletas, para un informe que publicamos días atrás, el casco es la principal defensa ante un siniestro. “La cabeza es la parte más vulnerable y la primera en impactar en una caída”, razona, y añade que el uso correcto de ese instrumento es “fundamental para prevenir lesiones graves e, incluso, la muerte”.
Y volvemos sobre las artimañas de vuelo corto: es de observar (y así lo certifican los estudios) que numerosos conductores se colocan el cinturón de seguridad o el casco protector ante un inminente control policial o de inspectores municipales.
Sólo la toma de conciencia personal y los controles efectivos permitirán atenuar la cantidad de muertos y heridos como consecuencia de siniestros viales.
El problema excede a la ciudad de Córdoba y es de encuadre constante en las estadísticas, con indicadores infaustos que se difunden en todo el país, tanto sobre áreas urbanas como en las rutas.
Si los investigadores coinciden en que el correcto uso del casco (es de observar que algunos lo llevan colgando de la muñeca) reduce la mortalidad entre el 9% y el 31%, qué más se le puede pedir al sentido común y al resguardo de la vida, para dejar de infringir reglas elementales de la educación vial.
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