No hay salida si el mercado “no la ve”
En distintos encuentros con distintos actores del mercado, el ministro de Economía de la Nación, Luis Caputo, se mostró confiado en que, antes de que termine 2024, la inflación será cercana a 0% y dijo que espera que el número inflacionario de septiembre empiece con “0″ o con “1″. Recordemos que la inflación cero es la última condición que puso el presidente Javier Milei para levantar el cepo cambiario.
Sin embargo, el último relevamiento de expectativas de mercado (REM) publicado por el Gobierno –a través del cual se informan los pronósticos de las principales consultoras y centros de investigación locales e internacionales y de entidades financieras de Argentina sobre la evolución de corto y mediano plazo de las variables macroeconómicas– prevé un piso de inflación de 3,6% de acá a enero de 2025. Es decir, el mercado no cree que la inflación sea en los próximos meses la que dice Caputo.
Credibilidad en un plan de gobierno
Cuando en reiteradas columnas de opinión hice referencia a la falta de credibilidad en el plan de gobierno, no me refiero a que Argentina pueda transformarse en un país confiable de la noche a la mañana, luego de años de mala praxis y deterioro económico, político, social e institucional. Me refiero a que, para que un plan de gobierno sea exitoso, además de una cuota importante de apoyo en la opinión pública, debe tener el apoyo y la confianza de los actores económicos.
Cuando hablo de credibilidad, no sólo hago referencia a las probables inversiones externas, que pueden sentirse más o menos atraídas por paquetes de incentivos diseñados a medida por el Gobierno.
Hago referencia a cuestiones tales como la desconfianza que existe respecto de la sostenibilidad del tipo de cambio, que tensiona la brecha cambiaria, que es intervenida por el equipo económico y que desincentiva las exportaciones.
Hablo de la desconfianza respecto de la capacidad de pago de la deuda en dólares, que le pone un piso al riesgo país que parece no poder perforarse.
Hablo de la desconfianza respecto de la estabilidad de precios en el mediano y largo plazo, que no sólo se refleja en el REM, sino que también puede observarse, por ejemplo, en los créditos que otorgan las entidades bancarias, cuyos costos son cuatro o cinco veces más altos que las tasas que se pagan por los depósitos.
Hablo de que sigue firme la dolarización de capitales argentinos, algo que no tendría sentido si se confiara en la afirmación del Gobierno de que el dólar va a converger en $ 1.100.
Es decir, existe una falta de credibilidad en “este” plan de gobierno. Y la credibilidad en el plan de gobierno es una condición necesaria para su propio éxito.
Tampoco en estas líneas pretendo hacer un juicio respecto de si está bien o está mal la política llevada a cabo por el Gobierno. No soy yo quien deba hacer ese juicio, ni proponer alternativas. Es el Gobierno el que debe convencer a los distintos actores para que ese convencimiento se traduzca en acciones a favor de la política económica.
Dudas y costos
Hay muchas dudas respecto del régimen cambiario que implementará el Gobierno, dados los vaivenes de los anuncios al respecto a lo largo del tiempo. Sin embargo, no caben dudas de que el objetivo número uno es erradicar la inflación lo antes posible, sobre la base del superávit fiscal y financiero y sobre la emisión cero.
Por ahora, el costo que se está pagando por priorizar y centrarse en este objetivo monetario es una fuerte recesión, aumento del desempleo, tensión cambiaria, pérdida de reservas, alto riesgo país, incertidumbre respecto del pago o de la refinanciación de los compromisos de deuda y fuerte aumento de la deuda en pesos de corto plazo del Tesoro. Desde diciembre de 2023, el aumento de la deuda pública nacional equivale a cerca de U$S 70 mil millones.
Probablemente el Gobierno confíe en la moratoria fiscal, en el blanqueo, en el adelanto de Bienes Personales y en el cepo cambiario para sostener en el corto plazo el superávit fiscal y mantener más o menos estable la cotización del dólar. Quizá a la espera de un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, la realidad es que la única salida genuina es la que surge del crecimiento de la economía. Y esta, a su vez, necesita que los distintos actores del mercado confíen en el plan de Caputo.
A pesar de la difícil situación económica que se vive, Javier Milei sostiene una parte importante de apoyo popular según las diferentes encuestas que se publican. Para entender este voto de esperanza de la población, no hace falta más que darse vuelta y mirar el pasado. O basta con ver la inexistencia de alternativas en el presente. Pero el apoyo popular no es eterno. El Gobierno necesita también del apoyo de los distintos actores económicos de la sociedad, lo que se hace muy difícil si estos “no la ven”.
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