La Voz del Interior @lavozcomar: Actos miserables y reflexiones obtusas

Actos miserables y reflexiones obtusas

En el 415 a.C., en plena Guerra del Peloponeso, Atenas amaneció aterrada al ver que las estatuas de las deidades protectoras de la Polis habían sido derribadas durante la noche.

Que ese vandalismo sacrílego favoreciera a Esparta porque los dioses castigarían a la Polis, es improbable; pero que jóvenes atenienses se atrevieran a semejante rebelión era una señal sísmica. Y al vandalismo herético terminaron pagándolo los filósofos y sofistas que ponían el pensamiento libre por sobre las tradiciones, el Oráculo de Delfos y las enseñanzas homéricas.

Cuando las estatuas caen, cimientos de regímenes se resquebrajan. Tras la caída de las estatuas de Lenin, se desmoronó el imperio totalitario que este había fundado. Y la caída de las estatuas de Saddam Hussein anunciaba que su régimen perdía la guerra y se derrumbaba.

También por eso no fue una buena idea que Cristina Kirchner invocara a Hugo Chávez cuando multitudes están derribando sus estatuas en Venezuela.

La expresidenta reclamó a Nicolás Maduro que “por el legado de Chávez muestre las actas”. El problema es que “el legado de Chávez” es Maduro.

En rigor, además de la deriva autoritaria, el trayecto venezolano hacia la economía dolarizada y la pobreza que carcome a casi toda la sociedad comenzó con Chávez gritando “exprópiese” y repitiendo un referéndum porque en la primera votación la mayoría había votado contra su reelección indefinida.

De ese liderazgo surgió el personaje que en la década anterior aplastó protestas masivas con represiones criminales.

No es difícil repudiar un fraude grotesco sin agregar guiños ideológicos y sin mezclar a Maduro con los legisladores y funcionarios de Javier Milei que denuncian la dictadura en Venezuela pero aquí visitan a genocidas.

Se puede denunciar el fraude y la represión y por otra parte repudiar que un sector del Gobierno reivindique a criminales que convirtieron el Estado en una cruel maquinaria de exterminio.

El pronunciamiento de Cristina incluyó, al menos, un cuestionamiento a Maduro y un reclamo de que “muestre las actas”, aunque eso sólo tiene sentido si se hace en tiempo y forma.

Además, pedir que muestre las actas para que se pueda verificar por peritos expertos el resultado de la elección no tiene ningún sentido a esta altura. Si Lula y Cristina quieren que observadores imparciales comprueben qué votaron los venezolanos, tienen las actas que les envió María Corina Machado. Peritos expertos y observadores imparciales pueden verificar la autenticidad o no de esas actas.

El Centro Carter ya verificó el triunfo abrumador de González Urrutia. Y dos de los candidatos inventados por el régimen para dividir el voto opositor mostraron sus propias actas y afirmaron que son totalmente coincidentes con las que mostró Machado.

De tal modo, quien de verdad quiera saber qué votaron los venezolanos tiene actas para someter a verificaciones calificadas. No hace falta pedírselas a Maduro.

Por suerte para el kirchnerismo balbuceante ante la nueva tropelía de sus aliados de antaño, el presidente argentino ya había hecho su propio estropicio con un mensaje grabado en el que mostraba más interés en presentarse a los venezolanos como el líder del ultraconservadurismo mundial que los defiende, para que se alineen con su liderazgo global. Y no fue el único estropicio.

Así como Cristina mezcló de manera artera la dictadura de Maduro con la vergonzosa y oscura visita mileísta a genocidas, el Presidente usó arteramente la denuncia de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández para atacar al feminismo y las políticas de género.

Una cosa es cuestionar el funcionamiento de ciertos ministerios y otra es atacar en general al feminismo y las luchas por la equidad de géneros.

Si se verifica que lo denunciado por la exmujer del expresidente es cierto, lo de Alberto Fernández es tan patético que se suma a la larga lista de fallidas selecciones de Cristina, donde aparecen personajes como Amado Boudou y Daniel Scioli, además de un estrecho aliado que fue condenado por violar a su sobrina: José Alperovich.

La “genial estratega” vuelve a mostrar que su “ojo clínico” tiene una miopía tremenda. Pero si además de “ocupa” y “mequetrefe”, el expresidente que decía “todes” hubiera ejercido (como dice la denunciante) violencia machista, no sería en absoluto prueba de que el feminismo fracasa y la lucha por la equidad y contra la violencia de género son falacias lucubradas por “el globalismo” y “la cultura marxista”. Al contrario. Si una denuncia causó tanta indignación es porque el feminismo generó una conciencia en la sociedad sobre la gravedad de la violencia machista.

Usar el drama venezolano para atacar, como hizo la expresidenta, a la ultraderecha local que reivindica una dictadura atroz, y lo que hizo el actual Presidente al atacar al feminismo lanzándole la violencia machista de Alberto Fernández, además de ser reflexiones obtusas, constituyen actos miserables.

*Periodista y politólogo

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