La larga agonía de la Argentina peronista: una relectura de la eterna crisis argentina
Según Marcela Ternavasio, al genio de Oscar Terán le debemos la siguiente comparación entre dos hombres extraordinarios de nuestra cultura: Tulio Halperin Donghi (1926-2014) es a nuestra historia lo que Jorge Luis Borges (1899-1986) a nuestra literatura.
En su vasta producción, además de originalidad, hay una singular lucidez que se expresa por medio de un estilo tan reconocible como irrepetible: Halperin podía enhebrar largas oraciones apoyándose en varias cláusulas subordinadas, que le demandaban el recurrente uso de guiones y paréntesis, y a las que solía coronar con un uso muy particular de la coma, sin jamás perder el hilo de su relato.
Leerlo resulta complejo, pero muy productivo. Por eso, algunos de sus libros fueron celebrados y conmemorados por el campo intelectual argentino “en-tiempo-presente”, y él respondió a esa generosidad con nuevos aportes (que incluían autocríticas a sus trabajos previos).
Un ejemplo paradigmático es La larga agonía de la Argentina peronista, libro de 1994, que se acaba de reeditar. Halperin lo escribió a partir de “una generosa ocurrencia del Club de Cultura Socialista José Aricó”. Le habían propuesto que en una de sus habituales reuniones retomara Argentina en el callejón, un libro suyo de 1964, a 30 años de distancia, y extendiera aquel análisis hasta el presente.
En su exposición, Halperin sostuvo que le resultaba imposible cumplir con lo solicitado “porque ya ha pasado la tormenta que veíamos venir entonces”, y en su lugar analizó “la larguísima agonía de la sociedad que se creó en la Argentina bajo el signo del peronismo que fue efectivamente una revolución social”. Les resumió, digamos, La larga agonía…
Inviabilidad económica
El libro no se refiere a la muerte lenta del peronismo, sino de la sociedad peronista, que no es lo mismo. Perón, según Halperin, produjo una revolución social, ya que “todas las relaciones entre los grupos sociales se vieron súbitamente redefinidas” bajo su gobierno: su política sindical y su política industrialista le dieron a la clase obrera una visibilidad en el contexto urbano que nunca había tenido. Pero, de esa manera, “un perfil de sociedad comparable al de los países industriales maduros se superponía al de una economía que se hallaba solo en las primeras etapas de un proceso industrializador destinado a encallar muy pronto”.
Esa revolución no tenía posibilidad de sobrevivir más allá del inicial contexto económico favorable: el obrero argentino puede creer que tiene derecho a gozar del mismo nivel de vida que el obrero promedio europeo, pero para eso el país debiera tener una economía similar a la del promedio europeo. Sin este presupuesto no se puede alcanzar el objetivo.
Encontrar una alternativa económica para lograrlo “habría requerido un reajuste social de gran envergadura”. Sin embargo, Perón se resistió a emprender ese camino. No solo para no pagar el correspondiente costo político, sino además porque toda su vida prefirió manejarse “como si la matemática fuese una opinión. Decidió que podía haber inflación cero mientras doblaba la base monetaria”.
De todos modos, el último Perón, para Halperin, no es el que discutió con Montoneros el 1° de mayo de 1974 en la fundacional Plaza de Mayo, sino el que, un mes más tarde, en el mismo sitio, amenazó a los sindicatos con renunciar si seguían reclamando el ya imposible “retorno a los prósperos orígenes”.
Ahora bien, si la agónica sociedad peronista que hacia 1949 comenzaba a demostrar que no tenía manera de sobrevivir, 25 años más tarde, en 1974, se resistía a morir, entonces todos los proyectos políticos que se sucedieron en ese período, incluso o sobre todo los golpes militares, fracasaron estrepitosamente en sus intentos por terminar con ella de una buena vez. Mientras, para complejizar aún más el panorama, “la misma sociedad que rechazaba ofensiva tras ofensiva de quienes se proponían transformarla no cesaba de transformarse”.
El plano político
Esos sucesivos fracasos, según Halperin, agregaron, sin prisa pero sin pausa, un nuevo plano a la crisis. Históricamente, en la vida política argentina, se puede advertir una “recíproca denegación de legitimidad de las fuerzas que en ella se enfrentan”.
El ciclo de los golpes militares, a partir de 1930, puso en jaque la legitimidad del sufragio, y la proscripción del peronismo después de 1955 agravó la cuestión al impedir elecciones libres. El peronismo, que emergió de un golpe militar, supo relativizar el poder legitimante del voto y generar una legitimidad alternativa: gobernaba porque conducía el proceso social gracias a la maestría de su líder.
En plenos años ‘60, la racionalidad y la eficacia de un gobierno valían más que la menguante fe cívica y el andamiaje constitucional, por lo que se legitimó la idea de que era necesario un “régimen de excepción” liderado por los militares. El radicalismo, que se había identificado con esa fe cívica y republicana, tendió a adaptarse al “sistema semidemocrático” imperante y terminó convirtiéndose en un “fósil político”. La sociedad, en ese contexto, legitimó el uso político de la violencia, sin ser plenamente consciente de lo que derivaría de ello.
En consecuencia, en el segmento final de su ensayo, Halperin rescataba a Raúl Alfonsín como quien mejor y más tempranamente comprendió que era imprescindible cerrar de una vez y para siempre esa etapa siniestra de la historia del país. Pero si acertó en la denuncia del pacto militar-sindical, por lo que ambos factores de poder habían representado para la sociedad peronista, se equivocó al creer que su mandato implicaba un reajuste institucional que hiciera posible, ahora sí, aquella sociedad plasmada por el peronismo, traduciendo “el idiolecto peronista al lenguaje universal de la socialdemocracia”.
¿Acaso aquella sociedad peronista aún sobrevive, aunque maltrecha y bastante transformada, y eso explica nuestra constante decadencia? En ese supuesto, ¿el actual proceso político representa otro intento de aniquilarla? De ser así, ¿por cuáles de sus rasgos su propuesta social representaría una alternativa superadora?
El razonamiento que sostiene La larga agonía de la Argentina peronista es de una inquietante actualidad y sigue demandando a los actores políticos una respuesta a la altura de las circunstancias.
- La larga agonía de la Argentina peronista. De Tulio Halperin Donghi. Siglo XXI. 2024. 160 páginas. $ 16.990
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