La Voz del Interior @lavozcomar: Felipe Pigna y Pedro Saborido, juntos: Disfrutamos tanto que nos sentimos espectadores uno del otro

Felipe Pigna y Pedro Saborido, juntos: Disfrutamos tanto que nos sentimos espectadores uno del otro

Felipe Pigna y Pedro Saborido son dos nombres que, cada uno a su modo, con sus herramientas y sus obsesiones, han logrado meterse en el corazón, en la cabeza y en las charlas de millones de argentinos.

El historiador lo hizo a través de sucesivos libros –incluidos los cinco tomos de Los mitos de la historia argentina–, columnas radiales y ciclos televisivos, entre ellos, Algo habrán hecho (por la historia argentina) o ¿Qué fue de tu vida? También participó en espectáculos varios y su sitio web es el de mayor tráfico entre los relacionados a la historia. Puede decirse tranquilamente que es uno de los divulgadores científicos más reconocidos a nivel popular.

Algo similar, sólo que en otro campo, sucede con Saborido, cultor de un perfil mucho más bajo a nivel exposición mediática, pero trabajador del rubro “producción de contenidos” hace décadas. El humorista, productor y director, que comenzó guionando a Tato Bores y fue aliado radial de Mex Urtizberea, ha sumado su nombre en créditos de hitos televisivos como Todo por 2 pesos y Peter Capusotto y sus videos. También es autor de varios libros y despunta el vicio del escenario junto a Miguel Rep.

El próximo 14 de agosto, ambos volverán a Córdoba, aunque esta vez no cada uno en la suya sino más bien como un binomio que, al menos en la previa, se presume infalible. Juntos protagonizarán Historias argentinas, espectáculo dialogado que comenzaron a realizar este año, y que llegará a la capital provincial luego de sus primeras funciones en la provincia y en la ciudad de Buenos Aires.

Felipe Pigna y Pedro Saborido llegan a la Sala de las Américas con sus

No tan distintos

El primero que aparece del otro lado de la cámara es Pigna, que se conecta incluso un minuto antes de lo pautado. Mientras esperamos a Saborido, el historiador le cuenta a La Voz el grado cero de este cruce de dos referentes de la cultura pop.

“Con Pedro no somos amigos hace tanto tiempo, sino que hay una admiración que después me enteré que era mutua, pero yo en un principio lo admiraba mucho a Pedro, y él después me dijo lo mismo”, contextualiza sobre un vínculo reforzado generacionalmente (Pigna tiene 65, Saborido 60) y también a partir de un interés común: la palabra.

“Surgió la idea de hacer algo juntos y nos pareció que estaba bueno charlar primero a ver qué podíamos hacer. En la charla fueron surgiendo cosas muy lindas, muy interesantes, de cómo encarar un posible espectáculo juntos. Quedamos muy conformes y dijimos ‘Vamos para adelante’”, apunta sobre el germen de Historias argentinas, un conversatorio que hasta el momento se ha presentado a sala llena en teatros no precisamente pequeños (Auditorium en Mar del Plata, Gran Rivadavia en Buenos Aires).

A la hora de definir este producto tan especial, Pigna lo define como un “recorte cultural de la historia argentina”. Según amplía, se trata de un recorrido por distintos momentos en los que se analizan dicotomías constitutivas de la identidad argentina, tales como Civilización vs. Barbarie o Capital vs. Provincias. “Me niego hablar de interior, es una palabra que no me gusta. El interior no existe, las provincias son parte de la nación, no hay interiores y exteriores”, acota.

“Se tocan personajes como Sarmiento, Alberdi, Borges, Gardel, San Martín, Güemes, Belgrano, Rosas, Facundo Quiroga. Y después cuestiones más estructurales como el concepto de revolución, cómo ha ido evolucionando a lo largo de la historia, y cómo en algún momento fue sinónimo de golpe de Estado”, anticipa. “También cuestiones en torno al peronismo y al radicalismo. Por eso digo que fue saliendo un recorte político-cultural de la historia argentina”.

Felipe Pigna y Pedro Saborido llegan a la Sala de las Américas con sus

En ese punto, se le sugiere al historiador que tanto él como Saborido forman parte de una cultura pop que presenta diversos entramados y capas de sentido a la hora de pensar la idea de “lo argentino”. Pigna destaca entonces: “Con Pedro tratamos de que la gente valore lo importante que es la cultura argentina. No hay muchos países que tengan una cultura pop como la nuestra, con tantos componentes y tan variada en sus regiones”.

“Obviamente vamos a hablar de Córdoba, que es una provincia muy original, que tiene una personalidad tan potente que nunca necesitó triunfar en Buenos Aires. Ni hablar de la forma que les dio Córdoba a los movimientos políticos nacionales, como el radicalismo de Sabattini o el cordobesismo, que es muy distinto al peronismo nacional. Hay muchas cosas que hacen diferente a Córdoba”, suma el escritor, dejando claro que habrá “sorpresas” al respecto en la Sala de las Américas.

Ida y vuelta

“A mí me encanta el humor, a Pedro le encanta la historia, y eso también está buenísimo. Yo meto algunas cosas de humor humildemente (risas), y él habla de historia. Es un tipo muy instruido, muy culto, muy reflexivo también”, apunta Pigna sobre su compañero.

“Disfrutamos tanto la charla que por momentos nos sentimos espectadores uno del otro, siempre teniendo en cuenta que no estamos tomando un café. Sale así porque la pasamos bien y la gente la pasa bien porque nosotros la pasamos bien”, asegura el historiador, que destaca también el tono general del espectáculo: no de enseñanza, sino más bien de conocimiento compartido, lo más lejos posible de la subestimación del público.

“Hay mucha participación del público. De hecho, nosotros no la abrimos, sino que ellos directamente dicen cosas, tiran nombres, se ríen mucho, aplauden, vitorean. Y cuando salimos, la palabra que más escuchamos es ‘gracias’. Como si fuera un lugar de reunión, para encontrarnos, este “refugio de la cultura” que decía Osvaldo Quiroga”, destaca luego Pigna, quien prefiere generar preguntas antes que brindar respuestas estancas.

Felipe Pigna y Pedro Saborido llegan a la Sala de las Américas con sus

“Yo creo que lo peor que se puede hacer con la historia es usarla como un instrumento de rencor. Debería servir para conocer el pasado, mejorar el presente y proyectar el futuro. Bastantes odios hay para andar reavivando otros más viejos”, añade a la hora de pensar en la disciplina que ejerce como un instrumento vivo y no sólo como un compendio de datos y fechas para citar de memoria, como si fuera la formación de “la Scaloneta”.

“Hay gente que se sorprende con cosas que cuento de Alberdi, de Quiroga, de Borges. Además, te das cuenta que gente que pensó tan distinto, a veces antagónicamente, tenía un país en común, una voluntad de mejoramiento. No necesariamente uno tiene que coincidir con ciertos personajes para ver eso”, apunta luego.

En ese punto, la notificación de Zoom aparece y el nombre “Pedro Saborido” dejar de ser una referencia ausente para convertirse en otra ventana dentro de la misma videollamada. El humorista hace su ingreso justo cuando, desde la redacción de La Voz, la próxima pregunta buscaba disparar un tema ineludible: el carácter de combo que tiene esta reunión de referentes del progresismo que ambos protagonizan.

–Juntos son como un éxtasis para un público “progre”. ¿Lo conversan entre ustedes?

–Pigna: Lo hablábamos con Pedro el otro día. Es un fenómeno en el que se suma el público de él, mi público y un público nuevo que nos quiere ver juntos. La composición de público es muy amplia y están esos tres elementos.

–Pedro Saborido: A mí me gustaría agregar algo. Podríamos decir que es una charla no-progresista o no-peronista-friendly. Y por ahí es bueno decirlo porque nos pasó en Mar del Plata, que mucha gente que podría tener una manera distinta de pensar la pasa bien igual. Podemos hablar de un montón de cosas y tener nuestros puntos de vista, y no por eso ir en contra de algo que en realidad es una reunión. Mucha gente nos vino a decir eso, sobre todo a mí. Está hecho todo con mucho respeto, y con un ánimo de analizar y reflexionar sobre la historia. Todo es materia de discusión, la historia, la política, la provincia de Córdoba. Es como si uno dijera: “No voy a acercarme a Piazzolla o a Francella porque no es exactamente de mi agrado”, más allá del problema que tienen los cordobeses con Francella después de Granizo (risas).

–Pigna: Es lo que le pasó a nuestra generación con Borges, que casi nos lo perdemos por prejuicio ideológico.

–Saborido: Si algo hacemos con Felipe es reírnos de nosotros, también nos divertimos con la forma en que vemos las cosas. En Gerli había un colegio de monjas que seguían la Teología de la Liberación, y yo fui a parar ahí; después me tocaron unos comunistas judíos en la esquina. Imaginate, el rock y todo eso mezclado. Bueno, de ahí sale uno y a partir de ahí uno se pude divertir con eso también.

–Pigna: Hay una serie de cosas que cuenta Pedro sobre el progresismo que son maravillosas, es alucinante. Y es lindo lo que dice: mucha gente nos vino a ver en Mar del Plata y nos decía: “Yo no pienso como ustedes, pero me encantó y me sentí muy respetado”.

Un poquito de provocación

Verborrágico por naturaleza, Saborido toma la palabra y la bandera de la conversación. “Hay un montón de cosas de la historia que son novedades para todo el mundo. Eso es lo que tiene Felipe: la magia de que vuelve a hacer novedad lo histórico. Vuelve a ese detalle, a ese momento, a esa curiosidad permanente y a la satisfacción de haber aprendido algo”, analiza sobre su compañero.

“Yo, cada vez que hacemos una función, vuelvo a hacerle preguntas distintas a Felipe, me siento un tipo más del público, y él vuelve a sorprenderme con todo lo que sabe”, apunta el guionista, que subraya la evolución permanente que tiene el espectáculo a partir de la chispa de creatividad que prende el diálogo entre ambos.

Felipe Pigna y Pedro Saborido llegan a la Sala de las Américas con sus

El autor de la la seguidilla de libros integrada por Una historia del fútbol, Una historia del peronismo, Una historia del capitalismo, Una historia del conurbano y el reciente Una historia del amor es también el encargado de ponerle un poco de picaresca.

“Ahora que vamos a Córdoba obviamente vamos a hacerle un capítulo a Córdoba con mucho respeto, por supuesto, dada nuestra condición de porteños. Vamos con disyuntor nosotros”, bromea. “Dos porteños en Córdoba hacen siempre rock en un bazar, no hay manera –ilustra–, pero vamos a provocarlos también”, adelanta.

–Es una época muy visual, y la propuesta tiene como eje a dos personas charlando…

–Pigna: Nos parece que hay que volver al diálogo, a la conversación. Me parece que está buenísimo y a la gente le gusta eso de ver a dos tipos charlando. Fijate que son dos horas de dos personas charlando básicamente.

–Saborido: La gente sabe que no va a ver un espectáculo con bailarines, eso quedará para Madonna, y muy bien que lo hace. Pero más allá de eso, lo maravilloso es eso: te aseguro que la gente se entretiene con nosotros charlando, con una pantalla que va referenciando a partir de imágenes lo que vamos diciendo, pero sobre todo sosteniendo una charla. Hay que hacer todo corto, tiene que durar un minuto, tiene que ser una porquería rápida llena de edición y de repente un tipo como Rebord, o (Julio) Leiva en Caja negra, hacen reportajes que duran dos horas y funcionan.

–¿Cómo dialoga esta revisión de la historia con la actualidad?

–Pigna: No hacemos una cosa muy explícita del presente, sino más bien dejamos que la gente vincule el pasado al que nos estamos refiriendo con la situación presente. No hacemos una bajada de línea ni nada que se le parezca. La gente misma hace asociaciones de lo que estamos hablando con el presente. Me parece que lo más lindo es darles la posibilidad de completar una idea o un concepto. Lo más lindo que te puede pasar no es que repitan lo que vos estás pensando, sino que alguien elabore a partir de lo que estamos diciendo. Va más por ahí.

–Saborido: En todo caso, uno lo que puede es salir de esa vanidad del presente que uno supone absoluto y definitivo. A mí me hizo bien hacer este espectáculo, donde repasando la historia vas viendo que vas a ser una parte. La constante, esa aspiración de que las cosas sean de una sola manera, termina siendo banal porque siempre la historia ha sido una tensión y por eso avanza. Porque es una tensión entre unos y otros. Entre federales y unitarios, y entre argentinos y resto del mundo, entre cordobeses y porteños, entre provincias y nación, entre peronistas y antiperonistas. En esa tensión vamos aprendiendo eso. Yo siempre digo que las charlas me hacen bien porque me puedo ver como un momento histórico y no simplemente como un presente absoluto.

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