La Voz del Interior @lavozcomar: ¿Hay cambios en la política y la economía?

¿Hay cambios en la política y la economía?

El pensamiento que voy a tratar de presentar nada tiene de direccionamiento político; sólo trata de ser realista.

Es una verdad irrefutable –avalada por los resultados que, en mayor o menor medida, todos estamos padeciendo– que la situación heredada fue una de las peores, o la peor, de que se tenga razón en nuestro país.

El índice de la pobreza, superior a la mitad de la población; la indigencia más alta conocida, al menos en nuestra tierra; el riesgo país, en niveles muy altos; el endeudamiento, en valores imposibles de hacer frente; las reservas del Bamcp Central en valores negativos (unos U$S 12.500 millones), por lo que corrían riesgos los depósitos de la gente en el sistema bancario cooptado por el Gobierno. Y, lo peor de todo, una cultura del trabajo destrozada.

Digo lo peor, porque los problemas económicos, en una región con tantos recursos como la nuestra, se pueden mejorar; no fácilmente, pero sí con un esfuerzo persistente en el mediano plazo, con tan sólo ordenar la política, en primer lugar, y luego la economía. En cambio para recuperar esa cultura son necesarias varias generaciones.

Logros

El camino que se inició fue el acertado. Es decir, ordenar y disminuir los gastos, en especial aquellos que no generan producción, y fundamentalmente aquellos diseñados para la corrupción, aunque todavía nos parece que falta más énfasis para combatirlos.

Esta orientación de política económica comenzó a actuar en la desaceleración de la inflación, gracias a la cual se pasó de un promedio de incremento mensual de los precios del orden del 25% en diciembre de 2023 a un 4% actual. Todo un logro.

En el camino, y como suele suceder en un país corporativista como el nuestro, las presiones de grupos sociales, sindicales y empresariales hicieron que, por miedo a retroceder, no se tomaran medidas complementarias que apuntalaran el proceso iniciado. Por ejemplo: no haber terminado con el cepo cambiario, cuando era oportuno, el 18 de diciembre del año pasado, momento en que la brecha cambiaria era sólo del 10%.

El tipo de cambio es, sin dudas, el precio más importante y relevante de la economía en general. Después, esa brecha se fue agrandando con los días, pero tuvimos momentos en los que la inflación seguía bajando; el riesgo país también declinaba; el BCRA seguía comprando divisas, y el apoyo popular continuaba inamovible.

La brecha ya no era tan baja y las reservas tampoco eran tan altas como para tomar las medidas necesarias para abolir totalmente el cepo, pero se podría haber actuado realizando un paso importante en el camino a la liberación del mercado, que traería alivio, proporcionaría confianza al programa y sería un escalón menos al momento de liberar.

Desdoblamiento cambiario

Ese paso intermedio que facilitaría las decisiones futuras, en busca de liberar poco a poco la economía, es un desdoblamiento del mercado cambiario; es decir crear dos mercados.

Uno, el oficial, mantenerlo como hasta ahora, orientado a las operaciones de comercio exterior, tanto importaciones como exportaciones, y también relacionado con los pagos al exterior por amortizaciones reales de préstamos en ese ámbito, donde la autoridad monetaria fije día a día los valores de las divisas, hasta con un crawling peg del 2%, si se quiere.

Y el otro mercado, que abarcaría todas las demás monedas extranjeras de alternativas (CCL, MEP, Blue, Turista, Ahorro o Solidario, etc.), liberarlos, dejarlos oscilar al ritmo de la oferta y demanda de los particulares, sin ninguna intervención del BCRA, sólo con la obligación de ordenarlo, pues viene existiendo un desorden cambiario, ante el cual el Gobierno no toma razón de sus movimientos, no recibe información y mal puede tomar decisiones de política económica si desconoce esas transacciones.

Posiblemente el Gobierno no se anime a tomar esta decisión por temor a que se desmadren los precios de las monedas extranjeras y ello repercuta en la formación del nivel general de precios. Pero estamos totalmente convencidos de que eso no podrá ocurrir, debido a que la inmensa mayoría de los actores económicos, sean particulares o empresas, hace tiempo están posicionados en monedas fuertes, decisiones tomadas ante los desequilibrios y miedos que producían las secuencias políticas de las diferentes administraciones que nos precedieron.

A ese fenómeno agregamos que, por la recesión, no se producen ingresos suficientes en las actividades, lo que conlleva a una menor compra de divisas. Además, frente a las obligaciones que necesitan diariamente cumplir –máxime con la brutal presión fiscal de la Argentina–, se ven en la obligación de vender posiciones en monedas fuertes, incrementando de manera considerable la oferta, y así esta actuaría como atemperadora de la demanda. Por todo ello, creemos, no habría sobresaltos.

No derrochar adhesiones

Podríamos afirmar que el camino emprendido es el más correcto comparado con el de todas las administraciones anteriores. Entonces, por favor cuidemos las adhesiones, porque la confianza es el don más preciado para incentivar la inversión y, por ende, el progreso que beneficie a todos.

* Contador; licenciado en Ciencias Económicas (UNC)

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