El pueblo de Córdoba que apuesta a los tulipanes como un doble negocio
Los tulipanes tienen un gran poder y hay evidencia de sobra al respecto. No sólo son un símbolo de los Países Bajos, la nación que genera el 60% de las exportaciones de flores del mundo.
Más acá y a otra escala, también convirtieron a Trevelin, ciudad chubutense de unos 10 mil habitantes, en un verdadero fenómeno turístico: la avalancha de visitantes argentinos y extranjeros que en los últimos años llegaron atraídos por el Campo de Tulipanes iniciado por Juan Carlos Ledesma impulsó las plazas hoteleras de 690 en 2019 a más de 1.300 en la actualidad.
En Córdoba, Silvia Amaro también comprobó su atractivo. La productora de tulipanes patagónica radicada en Villa Rumipal recibe cada vez a más turistas en el pequeño jardín anexo a su casa, donde logra cultivar 50 mil de estas plantas.
A ese magnetismo está apostando la localidad de Despeñaderos, ubicada a 50 km al sur de Córdoba. Allí crece un emprendimiento iniciado en 2021 que tiene al tulipán como eje y que toma un modelo similar al que prima en la vitivinicultura cordobesa: combinar la producción de flores con el turismo.
De eso se trata Despeñaderos Florece, un complejo de 18 mil m2 ubicado junto al río Xanaes, en el Balneario Municipal, donde una cooperativa de mujeres produce distintas variedades de flores y, en alianza con proveedores locales, ofrece gastronomía y experiencias temáticas. La iniciativa es parte del programa Florece, implementado desde la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (FCA-UNC) con apoyo del ministerio de Bio Agroindustria provincial.
Fue la ingeniera agrónoma Alejandra Tuma, titular de la Cátedra de Floricultura de esa facultad, quien poco antes de la pandemia impulsó el primer emprendimiento de floricultura sustentable liderado por mujeres en Obispo Trejo. El múltiple impacto positivo que logró lo convirtió en el citado programa, una iniciativa que ya tuvo, además de la réplica de Despeñaderos, otras con distintos grados de avance en Estación Juárez Celman, Isla Verde y la ciudad de Córdoba.
En todas se busca impulsar el cultivo de flores con criterio sustentable, como un modo de generar empleos verdes y desarrollo social y económico. La actividad, explican sus impulsores, quiere capturar la oportunidad que ofrece el mercado de las flores: entre el 70% y el 80% de las que se comercializan en la provincia provienen desde afuera, fundamentalmente de Buenos Aires. Allí reside la mayor cuota de proveedores nacionales y también de importadores.
“Al tratarse de un producto perecedero, la posibilidad de producirlo cerca del punto de venta implica baja de costos ambientales y económicos”, precisaron desde la municipalidad de Despeñaderos. Esa localidad se sumó al programa Florece en 2021, arrancando con la capacitación en floricultura para las mujeres que ejecutan el proyecto y el armado del complejo productivo en la parcela oficial, ubicada en un área mucho mayor (4,8 hectáreas), donde años atrás funcionó una cantera; y hoy, remediada por el municipio, constituye una zona protegida del balneario.
Tulipanes
El diferencial que Despeñaderos encontró para su Florece son los tulipanes, ya que sólo se cultivan allí: “Fue un desafío y un camino de aprendizaje en el que todas las partes involucradas trabajamos juntas, apoyando a las mujeres que gestionan el proyecto”, sintetizó Carolina Basualdo, intendenta de la localidad de más de siete mil habitantes.
Según informó, el año pasado se plantaron unos dos mil tulipanes en seis variedades, importados (como bulbos) desde Países Bajos; y este año quieren llegar a cuatro mil. Las flores crecen en un predio donde también se cultivan, al aire libre y en un vivero ubicado en el lugar, muchas otras como celosia, lilium, alelí, rosas, lavandas en dos tipos y salvias.
Las flores de corte tienen diferentes salidas comerciales: se venden en arreglos florales y ramos; en paquetes a florerías y dan sentido al negocio de “floriturismo”. En este último, el “imán” son los tulipanes: Despeñaderos Florece propone a visitantes un combo que incluye visita guiada por los cultivos, meriendas o picadas en el lugar y la posibilidad de plantar y llevarse el propio tulipán. Toda la experiencia se vende en combos de $ 16 mi o $ 13 mil por persona, con reserva previa.
“Todavía estamos en la primera etapa, pero comprobamos que hay mucho interés de la gente porque viene cada vez más”, señala María Lopresti, una de las mujeres que gestionan el proyecto. Ellas trabajan junto al proveedor gastronómico en el desarrollo de su propio blend de té, con lavanda cultivada en el lugar, con la idea de sumar otro atractivo a la experiencia que propone el espacio.
Este año, el plan de crecimiento incluye fortalecerse como punto turístico y también dar un salto productivo con el montaje de cuatro viveros que se sumarán al que ya está en funcionamiento.
“En la temporada de verano, cada fin de semana pasan por el balneario municipal hasta cuatro mil personas. Allí hay mucho por capturar en materia de visitantes”, apuntan desde el municipio.
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