La Voz del Interior @lavozcomar: Banco golpista: ¿poder libertario o poder de fuego?

Banco golpista: ¿poder libertario o poder de fuego?

El presidente Javier Milei dio una extensa charla en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires en la que, luego de ofrecer su típica clase de economía libertaria, expresó: “…Nos resta resolver dos cuestiones; una es el tema de los puts. Este tema que parecía una abstracción, hace unos días ustedes vieron lo que podía causar. Pero dada la fuerte posición que nosotros tenemos en las cuentas del Banco Central y nuestra posición de caja en el Banco Nación, pudimos derrotarlos, pudimos derrotar a ese banco con intenciones golpistas”.

Lo que el Presidente afirma es que, gracias al poder de fuego del Estado, se pudo frenar un intento “golpista” del mercado. Más allá del término que utiliza, que sorprende dado su relato de libre mercado, y más allá de que el banco en cuestión ejerció legalmente los puts ofrecidos por el mismo Banco Central para colocar bonos y no exceder los límites regulatorios, cabe preguntarse: ¿cuál es la verdad, entonces?

La de un mercado que no necesita ningún tipo de intervención porque no tiene “fallas”, o la de un Estado con una “fuerte posición” capaz de actuar para salvaguardar el interés general cuando advierte que acciones de particulares o corporaciones lo ponen en peligro. ¿Es poder libertario del mercado o es poder de fuego del Estado? No me queda claro. Además, ¿no había que eliminar el Banco Central?

No es la primera vez que el Presidente o su equipo económico enfrentan estas contradicciones. Recordemos la acusación de colusión a las empresas de medicina prepaga a las que obligó a retrotraer los precios.

Estas inconsistencias entre el relato y las acciones generan incertidumbre. Y esa incertidumbre es la que genera desconfianza en los mercados. No se le puede exigir al mercado que anteponga el interés general por encima del suyo propio. Además, ¿no era que la búsqueda del beneficio individual (en este caso el del banco) siempre conlleva al beneficio general?

¿Quién fija las reglas del juego en las democracias capitalistas?

Los consensos teóricos que existen en las democracias capitalistas de Occidente –aquellos que Milei refuta en su misión de reformular la teoría económica mundial– no son caprichosos ni ideológicos sino producto de la realidad que siempre se impone. Es la eterna tensión entre el Estado y el mercado la que va modelando el camino.

El mercado de bienes y servicios, precursor del sistema capitalista, se rige por la ley de la oferta y la demanda y las reglas del juego las pone el Estado con controles que ejecuta a través de los organismos de defensa de la competencia para impedir que un jugador del mercado tenga más poder que el propio mercado.

En el caso de los mercados financieros, donde hay pocos jugadores muy poderosos, muchos débiles y una mayoría de no jugadores, que son el resto de los ciudadanos, pareciera que la sola vía del poder regulatorio no es suficiente para evitar que acciones de los grandes jugadores, tanto internos como externos, puedan impactar negativamente sobre la economía del país.

Hay un ejemplo arquetípico, que es la pelea de George Soros contra la libra esterlina. George Soros es uno de los financistas y jugadores del mercado financiero mundial más poderosos de los últimos tiempos y es también conocido como “el hombre que quebró al Banco de Inglaterra”, tras ganar más de US$1.000 millones en un solo día con un ataque contra la libra esterlina en 1992. Esto forzó al Estado inglés a una devaluación histórica, dado que no tuvo suficiente poder de fuego para hacer frente al juego de Soros.

En definitiva, se puede concluir que nunca hay “libertad total de mercado”. O las reglas las define el Estado a través del orden institucional, leyes estables en el tiempo y poder de fuego (reservas, equilibrio fiscal y poder político), o las reglas las ponen los jugadores más fuertes del mercado para hacerlas funcionar a su favor.

Estado “presente”

En conclusión, el posible “lapsus” del Presidente en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires puede ser muy útil para entender que, en tiempos de globalización y universalización, no se puede eliminar el rol y el poder de los estados naciones.

Un Estado “presente” no debe perseguir el objetivo de control social. No puede tener como finalidad someter el destino de los individuos y la voluntad de los distintos actores económicos, sociales o políticos a decisiones arbitrarias y discrecionales de sus líderes. El Estado debe estar presente para evitar que intereses particulares atenten contra el interés general o el interés nacional.

El Presidente no es un topo que viene a destruir al Estado. Lo que debe decidir es si va a estar al servicio del bienestar general de la sociedad o si va a estar al servicio de un mercado en donde los conflictos de interés y de poder se resuelvan con la ley del más fuerte, que no es otra cosa que la ley de la selva.

* Licenciada en Administración

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