La Voz del Interior @lavozcomar: Contemplar a peatones en la planificación urbana

Contemplar a peatones en la planificación urbana

Córdoba es una ciudad en deuda con sus ciudadanos. Cualquiera que la recorra encontrará sin esfuerzos los pendientes que sucesivas gestiones municipales han dejado para sus sucesores, con la esperanza de que alguien se ocupe de los problemas heredados. Que serán indefectiblemente endosados a la gestión subsiguiente. Si alguien piensa que esto es exagerado, para entender la mecánica sólo debe recordar la cuestión del transporte urbano de pasajeros.

La ciudad exhibe con cierta dosis de impudicia sus defectos más antiguos, como en el caso del cruce semaforizado de la avenida 24 de Septiembre y Ovidio Lagos, en barrio General Paz, a sólo dos cuadras del Centro Cívico, donde los automovilistas cruzan con luz verde mientras los peatones deben encomendarse al santo de su devoción.

Para entender el asunto, baste señalar que quienes conducen desde la transversal Lagos tienen una vista impecable de los semáforos allí instalados, que les permite atravesar la avenida sin mayores riesgos, ventaja que no les ha sido concedida a los peatones, que no tienen señal alguna que les habilite el cruce de la misma calle cuando circulan por la vereda de la avenida. Y sucede, simplemente, porque los semáforos se instalaron para que los vieran los conductores, pero alguien olvidó que todavía existe esa especie en vías de extinción que son los peatones.

Nadie debería sorprenderse por esta falencia, que se reitera en múltiples sectores y atraviesa diversas gestiones municipales sin que a nadie se le haya ocurrido la complicada idea de poner las señales luminosas transversales que orienten a los transeúntes. Y se entiende: desde hace mucho, la ciudad viene haciendo el mayor de los esfuerzos para que los automovilistas circulen con cierta seguridad, mientras olvida a los ciudadanos de a pie.

Y nadie debería sorprenderse porque el cúmulo de pendientes urbanos es enorme: veredas destruidas; baches insepultos; iluminación faltante; obras que abundan sin orden ni concierto, comenzadas y nunca acabadas; empresas que rompen pero no reparan; cortes que se hacen sin respetar medidas de seguridad, por citar sólo algunos ítems que configuran deudas pendientes.

Lo cierto es que la preocupación por una mayor agilidad del tránsito ha implicado un palpable olvido respecto de los transeúntes, olvido apreciable en pequeños y grandes detalles, mientras crece la inversión en avenidas y en nudos viales, a contrapelo de lo que ocurre en otras partes del orbe, donde el peatón es la prioridad. Una buena manera de comenzar a subsanar estas omisiones añejas sería la de colocar los semáforos que faltan. Un pequeño paso, podría decirse, pero un salto adelante para la ciudad. Y sus transeúntes.

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