Con el voto no alcanza con el veto tampoco: la debilidad política alerta al mercado
Gobernar un país en tiempos de crisis requiere tanto de conocimientos económicos como de habilidad política. Fundamentalmente cuando se buscan establecer reformas estructurales pero solo se cuenta desde la Casa Rosada con una minoría parlamentaria y ni siquiera posee mandatarios provinciales que la representen.
La construcción de poder mediante el entendimiento con otras fuerzas, se torna, así, en una acción vital para sostener la credibilidad en el proyecto. En especial para quienes tienen la capacidad de invertir y observan el proceso que atraviesa hoy la Argentina con marcada incertidumbre.
Y es que la media sanción dictada por la Cámara Baja a una nueva fórmula de movilidad jubilatoria dejó expuesto el costado más débil que ha exhibido la adminstración de Javier Milei hasta el momento: la escasa capacidad política para avanzar en el Congreso con proyectos propios, al punto que la segunda y más acotada versión de la ley Bases aún no logra sumar los votos suficientes que garanticen un paso exitoso por el recinto del Senado. Y la de evitar, por el contrario, aquellos que van en contra de sus planes como ocurrió en este caso y como podría replicarse con iniciativas en materia de financiamiento educativo, horadando el superávit de las cuentas del Estado que el primer mandatario cuida con recelo de quienes denominó como «degenerados fiscales».
Hechos que, pese al fastidio y las promesas presidenciales de veto, abren un signo de interrogación sobre la viabilidad de los planes oficiales, como lo refleja la agitación que registran los mercados por estos días, con derrumbes de bonos y subas del riesgo país. Muestra clara de que la idea de disociar la economía de la política es una tarea infructuosa, particularmente en países como la Argentina, en los que exhiben históricamente una relación casi «simbiótica», al punto que cualquier señal de fragilidad en alguna de esas materias se expande inmediatamente a la otra.
«Con el voto no alcanza», señaló ayer el ministro Luis Caputo ante un auditorio de economistas e inversores a quienes pidió confianza en el modelo. Pero con el veto y solo con Guillermo Francos haciendo malabares en el Congreso tampoco es suficiente, si pretende alcanzar la aprobación de la ley Bases, de la que depende la velocidad de la recuperación, según el mismo Caputo admitió.
Tras siete meses de gestión, el Gobierno necesita más que un cambio de jefe de Gabinete para impulsar su proyecto y convencer a los inversores de que apuesten por la Argentina. Las elecciones de medio término están a un año de distancia y sin consensos políticos de por medio, la recuperación económica queda muy lejos.
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