Martín Enricci, artista ganador del premio: “Trato de darle otra vida a los materiales”
Una fuente con aguas calmas que reflejan el entorno suavemente iluminado, una alfombra entretejida con restos de poda, inmensos cuadros con texturas extrañas, un larguísimo collar de barro cocido que cuelga del techo y semeja un rosario, una pérgola asimétrica en madera cruda, asientos de troncos quemados, luces divergentes que señalan el camino, grandes lienzos manchados con tinturas naturales que dividen los espacios. Un laberinto de texturas en los que reina una calma tranquila y amortiguada. Colores que citan la paleta de la naturaleza, los ocres y los grises como un arco iris terroso. Una sensación de entorno natural entramado por materiales nobles, en los que la rusticidad se confunde con la geometría. La convivencia entre lo natural y lo simétrico, la naturaleza y la cultura confundidas en armonía.
Esto es lo que se encuentra en el auditorio de Casa Foa, un inmenso espacio pensado para que lo transiten muchas personas. Con esta propuesta, el cordobés Martín Enricci ganó el premio principal de Casa Foa y armó el espacio en el segundo piso de la exposición que recibió todos los días a miles de visitantes además de ser el lugar oficial por el que pasaron figuras como Francis Mallmann cocinando y autoridades provinciales y municipales.
Martín Enricci nació en Las Perdices, estudió arquitectura y se mudó a Villa María, donde tiene su taller de arte. Siempre se sintió más artista plástico que arquitecto. Cuando los problemas que genera la arquitectura lo devastaron, se dedicó completamente a las artes plásticas, buscando entretejer todo lo que aprendió y todo lo que la naturaleza le ofrece.
–¿Cómo fue el paso de la arquitectura a las artes plásticas?
–Fue un poco medio brusco a causa de un episodio complicado con un albañil, no quise que algo así me vuelva a pasar y decidí dejar todo y no agarrar más obras. Además, venía deseando eso desde hacía tiempo. La arquitectura es muy linda pero muy ingrata, los arquitectos son artistas también y cuando uno hace algo y lo entrega nunca recibe una buena devolución. Siempre está la insatisfacción, siempre le encuentran algo que quedó mal, una pared torcida, un cerámico que no gusta. Nunca te dicen lo bueno, siempre lo malo. Entonces no tenía ganas de seguir con eso.
–¿Y qué te ofreció el mundo de las artes plásticas?
–Todo lo contrario, porque siempre hay agradecimiento y satisfacción. Aunque hayan pagado carísima la obra siempre hay gratificación, te agradecen todo el tiempo porque ven la obra desde que se levantan hasta que se acuestan. El arte genera sensaciones en la gente, te lo transmiten y eso es gratificante. Así que decidí dedicarme cien por ciento al arte.
–¿Cómo caracterizarías tu obra?
–Es absolutamente abstracta, vinculada a la naturaleza y a lo orgánico. Todos mis tratamientos son puramente naturales y orgánicos, creo mis propias tintas, las telas son de algodón natural. Hay mucho material como barro, tejidos, madera. Y todo en la textura natural, no tiene nada que los proteja, ni laca ni barniz, porque la intención es también que absorba el sonido. Y eso es beneficioso para el ambiente, porque dura más tiempo, no transpira como la laca y en el caso de los lienzos absorbe mucho el sonido, entonces mis obras también tienen una parte acústica en los ambientes que es muy beneficioso.
–¿Cómo surgió la idea del auditorio en Casa Foa?
–Es la primera vez que Casa Foa tiene un auditorio como un espacio más. Son 450 metros cuadrados, y fue un desafío, porque fue interpretar lo que es un templo japonés siendo un auditorio. Con las necesidades que tiene Casa Foa, puede ser para 10 personas o 500. Por eso las telas son unas capas que te dan bienvenida y de alguna manera te obligan a hacer una reverencia al entrar y generar un respeto como pasa en los templos. Todos los espacios están pensados en función de la estética y la funcionalidad, inspirados en el templo japonés.
–¿De dónde viene la fascinación por lo oriental?
–Me gusta la cultura japonesa y mi arte está atravesado por ese arte, no sólo lo hice acá, sino que lo aplico a mi vida y a mi arte. Lo oriental genera espacios de tranquilidad, de templanza, de relajación. Por eso también la presencia del agua como reflejo de vida. La cultura japonesa tiene también mucho de tecnología, pero como respetan las tradiciones esa tecnología está oculta. Y acá las luces que no apuntan directamente sino que iluminan de manera transversal.
–El ambiente esta cruzado por texturas naturales y objetos orgánicos, ¿Qué concepción sugiere eso?
–Que las cosas puedan seguir teniendo otras funciones. Trato de darle otra vida a objetos y materiales que están dando vueltas y terminarían muchas veces en la basura. Los cuadros están todos intervenidos con pinocha de araucaria. Estas plantas que están alrededor del estanque también las uso para hacer tintas. Los cuadros están hechos con diferentes cosas. Los lugares para sentarse no son sillas tradicionales sino troncos de árboles caídos que aproveché. Trato de difundir el concepto de cosas que originalmente son para una cosa y que terminan siendo otra cosa, como esos árboles que estaban caídos, o las telas que eran para ropa y terminaron siendo esta especie de cortinado natural teñido con tintas que parecen mármol.
–¿Qué otro tipo de obras te representan?
–Viajo con mis obras por todo el mundo. Acabo de inaugurar una muestra en Los Ángeles y después voy a Dallas y a México y estaré en Casa Foa de Buenos Aires. Como curioso de los materiales me amoldo a lo que surja. Trabajo con la bodega Urqo de la familia Urquía haciendo las etiquetas de los vinos, he hecho varias cápsulas de ropa, he lanzado una colección de cerámicas, de muebles con telas intervenidas para los sillones. Mi arte tiene que ver con todo, desde la textura hasta la materialidad y la funcionalidad. Lo bueno es que acá en Casa Foa puedo mostrar todo ese conjunto de inquietudes en un mismo espacio.
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Casa FOA Córdoba. Edición Pocito 2024. Hasta el 2 de Junio inclusive.
Horario: de 12 a 20.
Dónde: Pocito, de la desarrollista Proaco (Av. Vélez Sársfield 1100).
Entradas: $ 6.500 (gratis personas con discapacidad y menores de 15 años)
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