La icónica guayabera, la camisa rústica que se convirtió en un símbolo cubano y signo de distinción
SANCTI SPIRITUS, Cuba (AP) — Nació rústica. Una camisola cómoda, en colores claros, de tela absorbente y liviana —usualmente lino o algodón—, creada en el siglo XVIII para vestir a los campesinos y hasta con un pequeño corte a los costados para darle cabida al machete en la cintura.
Sin embargo, la guayabera se convirtió, a lo largo de tres siglos, no solo en un símbolo de Cuba, sino en un signo de distinción al vestir.
“Es una camisa elegante, fresca, cómoda”, comentó a The Associated Press, Pedro Luis Fleitas Nápoles, especialista de la Casa de la Guayabera, un centro cultural cubano destinado a cuidar y divulgar la historia de esta prenda y ubicado en la provincia de Sancti Spíritus.
“¡Y denota cubanía!», agregó Fleitas.
Este tipo de confección se forma a partir de la costura de varias partes de tela: en los hombros está el triángulo —un patrón que se repite en la espalda— cuya puntas se rematan con un botón, del que salen, hacia abajo, unas alforzas plisadas. Esos detalles simbolizan los elementos de la bandera cubana con su estrella solitaria y sus franjas, explicó Fleitas.
Muchas personalidades, alrededor del mundo fueron atraídas por la sencillez y elegancia de la pieza y la adoptaron para sus guardarropas, convirtiéndola en una prenda icónica. La usaron jefes de estado y actores como Johnny Depp y Antonio Banderas y Vin Diesel.
En diciembre de 2014, durante la XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, en Veracruz, México, varios mandatarios asistieron vistiendo una guayabera blanca y de manga larga. En las imágenes del encuentro se puede ver a los líderes iberoamericanos usándola: Rafael Correa, de Ecuador; Enrique Peña-Nieto, de México; Juan Manuel Santos, de Colombia, entre otros.
Una escena que suele repetirse últimamente en casi todos los encuentros de primer nivel entre dignatarios en el Caribe.
El Rey de España, Felipe VI, la usó también en 2019, en recorrido por el centro histórico de La Habana. En esa ocasión, la suya era en color celeste.
Orson Welles —cineasta, guionista y actor— también tuvo una. En 2014, cuando se subastó parte del armario del director de Ciudadano Kane, su hija contó que Welles se hacía las guayaberas a medida en la Camisería Burgos, de Madrid, la misma tienda en la que, según ella, se las confeccionaban a Ernest Hemingway y Pablo Picasso.
Tan icónica se volvió la prenda que en Cuba tiene su propio museo: es la Casa de la Guayabera en la antigua ciudad de Sancti Spíritus, a unos 350 kilómetros de La Habana. Allí se guarda una colección de 272 de de estas prendas, todas donadas por sus dueños; algunos tan famosos como esta camisola.
Están las de Fidel y Raúl Castro, Oswaldo Guayasamín y Gabriel García Márquez. Y, en su versión femenina, cuelgan en perchas especiales una de la legendaria bailarina cubana Alicia Alonso, y otro de la guerrillera y feminista Vilma Espín.
El origen de la prenda, como la de muchos objetos del patrimonio inmaterial, no está del todo claro. La tradición oral, y la mayoría de los expertos, lo sitúan en las zonas rurales cercanas al Río Yayabo —en la propia provincia de Sancti Spíritus— del cual puede haber derivado su nombre. También se cree que la primera guayabera fue confeccionada por una mujer llamada Encarnación, para su esposo, a comienzos de 1.700.
Prendas similares se usan en otras islas del Caribe, en el sureste mexicano —especialmente en Yucatán, en donde suelen adornarse con guardas de colores— en Centroamérica y hasta en Colombia y Ecuador, ambos, países sudamericanos.
“Guayaberas hay en todas partes, pero no hay ni un texto que me diga que no nació aquí”, dijo con énfasis Carlo Figueroa, director de la Casa de la Guayabera, cuando se le pregunta por los reclamos de países vecinos sobre el origen de esta camisa.
Lo cierto es que la guayabera, como prenda simbólica, reapareció con fuerza en el imaginario cubano a finales del siglo XIX, cuando los veteranos de la guerra de la independencia –oficiales y soldados— comenzaron a lucirlas con escarapelas en sus pechos, explicó Figueroa. Hay fotografías de la época que así lo demuestran.
Ya con el triunfo de la revolución cubana en 1959 su uso se deslució y se popularizó el uniforme militar —como el de los guerrilleros que acompañaron a Castro—, incluso para actos de gala y momentos memorables.
“Después de la revolución aquí se vistió de verde olivo. ¡La gente se casaba vestida de miliciano!”, recordó, riendo, Figueroa. “Y otros países comenzaron a usar la guayabera como traje de corte” — o de distinción—, dijo.
Sin embargo, en 2010 el gobierno cubano reivindicó el uso de la guayabera, al decretar que sería la prenda oficial las ceremonias diplomáticas o de Estado: deben ser blancas, de manga larga para los hombres y se permite, en su versión femenina, que sean de colores o como vestido.
El sastre Fidel Díaz Gutiérrez, de 62 años, empezó a coser a los 9, siguiendo la tradición de sus abuelos y lleva más de cinco décadas dedicado a confeccionar guayaberas de manera artesanal en su nonagenaria máquina Singer de madera.
“Para hacer una guayabera se necesita mucho oficio. Con el tiempo uno va ganando maestría”, dijo Díaz, nacido y criado en Sancti Spíritus.
“Lo que más trabajo da es la alforza, que es muy importante, porque define la calidad de la prenda. Lleva dos adelante, donde van los bolsillos, y tres atrás. Hay que hacerlas una a una, y se las va formando con la uña”, explicó a AP.
Confeccionar una guayabera puede tardar unas dos jornadas de trabajo: las clásicas deben ser blancas y pueden tener géneros frescos de algodón o hilo. Los más audaces las usan en colores intensos — impensables en tiempos de los abuelos— o aquellas que incluyen adornos menos conservadores, pintados y bordados.
Para los modistos de alta costura, la guayabera se convirtió en una inspiración más allá del protocolo, pues siendo una prenda sencilla, no pierde su elegancia natural. Además, su uso se ha extendido también para ocasiones más informales, dijo, a la AP, Mario Freixas, dueño de un taller de confecciones de alta costura en La Habana.
«Es una prenda importante, que nos identifica. Cuando se piensa en Cuba se piensa en la guayabera, el tabaco y la palma real”, dijo Freixas.
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La corresponsal Andrea Rodríguez reportó desde La Habana.
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