Los mercados no pueden seguir ignorando la posibilidad de un segundo mandato de Trump
Por lo general, los inversores son capaces de ignorar el ruido de la política nacional y centrarse en asuntos más fríos, como los beneficios empresariales o las minucias de la política monetaria, lo que les permite mantener la calma ante el dramatismo y las luces brillantes de las elecciones.
Por ejemplo, es poco probable que la campaña para las próximas elecciones generales del Reino Unido deje una huella seria o duradera en las acciones y bonos del país. Tampoco es fácil encontrar un inversor con una opinión firme sobre la votación del Parlamento Europeo a principios de junio. Según el gestor de activos alemán DWS, la «escasa importancia» de esta última para los inversores se debe a la naturaleza «desdentada» [un coloquialismo para falta de poder] del Parlamento de la Unión Europea. Duro pero justo.
Los estrategas sensatos también han declarado que es temerario que los inversores se posicionen sobre la política estadounidense. Después de todo, el argumento comúnmente aceptado en 2016 de que una victoria de Donald Trump perjudicaría a las acciones estadounidenses demostró estar muy lejos de la realidad.
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Pero a medida que se acerca la votación presidencial de noviembre, es probable que esta actitud de mantener la calma y seguir adelante se doblegue. En parte, esto se debe a lo que está en juego en la política fiscal estadounidense. Un gasto público desmesurado y sin control supone un riesgo para la estabilidad de la deuda pública estadounidense, la base del sistema financiero mundial. En este punto, sin embargo, las personas razonables pueden discrepar sobre cuánto dolor puede infligir. Los bonos ya cotizan a niveles algo más bajos de lo que sugerirían las perspectivas de las tasas de interés, lo que significa que algunos riesgos ya están descontados.
Para los mercados, la línea divisoria más importante, y a menudo subestimada, en la política estadounidense es la inmigración. Se trata de un terreno desconocido en el que hay mucho en juego y en el que los dos principales candidatos esbozan posturas radicalmente distintas.
Los gestores de fondos sufrieron varios puntos ciegos tras la pandemia. Uno de ellos fue la resistencia del poderoso consumidor estadounidense, animado por un ahorro doméstico sorprendentemente robusto tras los confinamientos. Otro fue el apoyo económico prestado por la expansión fiscal estadounidense. El mayor fue el enorme flujo de inmigrantes a Estados Unidos: más de 3 millones de personas en 2023, frente al millón previsto antes de la pandemia, según la Oficina Presupuestaria del Congreso.
Normalmente, los inversores ven la inmigración como una cuestión algo desagradable y divisiva, perfecta para la política pero no para los mercados. Sin embargo, el rebasamiento es lo suficientemente grande como para que sea significativo para las carteras. Ha hecho crecer la economía estadounidense, produciendo más consumo. Pero también ha limitado las demandas salariales y, a su vez, ha contribuido a bajar los niveles de inflación y a alimentar las expectativas de que las tasas de interés podrían bajar pronto. Algunos analistas consideran que ha contribuido a contener la inflación core, según la medida preferida de la Reserva Federal, hasta en medio punto porcentual.
«La inmigración fue un factor clave el año pasado», afirma Greg Peters, codirector de inversiones de PGIM Fixed Income. «Esa ampliación de la oferta de mano de obra alivió la presión y permitió cierta desinflación. Parte de nuestra historia de excepcionalismo estadounidense gira en torno a la inmigración».
La Fed de Kansas City dijo este mes que el «notable» resurgimiento de la inmigración tras el fin de las restricciones de viaje en 2022 y 2023 «parece haber ayudado a aliviar la grave escasez de personal en ciertas industrias que fueron omnipresentes durante el período volátil de la pandemia».
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Navegar por los mercados durante el resto del año exige que los inversores realicen una tarea casi imposible: meterse en la cabeza de Trump. En la campaña electoral, el candidato a presidente ha hablado de su deseo de llevar a cabo deportaciones masivas para contrarrestar la inmigración que, según él, está «envenenando la sangre» de Estados Unidos. ¿Habla en serio? Algunos analistas políticos temen que sí. Los grupos empresariales expresan su alarma, afirmando que cualquier medida drástica contra la inmigración cercenaría una importante fuente de mano de obra barata.
La cuestión no es totalmente binaria. El presidente Joe Biden también está siendo presionado por los demócratas para que aborde los niveles récord de inmigración desde la frontera sur del país.
Los inversores están muy atentos. Dos de los temas favoritos de Trump -los aranceles punitivos a las importaciones y una postura dura en cuestiones fronterizas- son fuentes potenciales de un resurgimiento de la inflación que podría volver a poner en la agenda la suba de las tasas de interés.
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El equipo económico de Deutsche Bank señala que esta cuestión «estará en primer plano a medida que nos adentremos en la recta final de las elecciones estadounidenses de 2024».
La política no es importante para los mercados hasta que lo es. Los inversores no tendrán más remedio que sumergirse en la incómoda realidad de la retórica de Trump en los próximos meses.
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